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Paisajes de Cantabria para enloquecer este otoño

Del hayedo de Saja a los castaños milenarios de Pendes, de las rutas junto al mar a la berrea, la naturaleza cántabra es puro espectáculo


Actualizado 5 de octubre de 2023 - 11:33 CEST
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COLLADOS DEL ASÓN

El río Asón nace dando un imponente salto de agua que se desploma a 70 metros de altura para luego ir recorriendo un verde valle hasta su desembocadura en la bahía de Santoña. La cascada más alta de Cantabria impresiona cuando se ve, pero en otoño, tiene además el encanto de los colores con que se viste el Parque Natural Collados del Asón. Para sentirla de cerca hay que hacer la ruta senderista que lleva a sus pies. Siete kilómetros (ida y vuelta) de sendero bien señalizado y sencillo de recorrer, sin apenas desnivel, que arranca en la pequeña aldea de Asón y discurre por un bonito bosque de ribera. Desde Laredo, en la costa, hay apenas 45 minutos.

 

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VALLE DE LIÉBANA

Desde el mirador de Santa Catalina se contempla la mejor panorámica de este valle cántabro que se presta para mil excursiones, como la que va desde Udrón a Tresviso en busca de ese exquisito queso picón al que da nombre esta o la que descubre los castaños milenarios de Pendes, ese bosque conocido como El Habario en el municipio de Cillorigo de Liébana, que cuenta con más de 200 ejemplares, alguno de ellos de hasta 12 metros de contorno. Desde Potes hay unos 10 kilómetros.

 

Una ruta cántabro-asturiana por alguno de los pueblos más bonitos de España

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BÁRCENA MAYOR Y EL HAYEDO DE SAJA

Enorme es este hayedo cántabro, uno de los mayores de Europa, que ocupa más de la tercera parte de la región y en otoño ofrece una de sus mejores postales. Por él se mueven osos, lobos, corzos o ciervos y se puede descubrir a tavés de sus numerosas rutas, como la senda del Pozo de la Arbencia, junto a Bárcena Mayor (en la imagen) o la que une los pueblos de Saja a Tudanca, 13 kilómetros señalizados que atraviesan las praderas donde pastan las famosas vacas tudancas, de largos y retorcidos cuernos.

 

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EL ESPECTÁCULO DE LA BERREA

Cuando los árboles se tiñen de colores ocres, amarillos y rojos, los ciervos en celo ofrecen en el bosque el estremecedor espectáculo de la berrea que, en Cantabria, podemos disfrutar internándonos en los caminos forestales del Parque Natural Saja-Besaya. Arenas de Iguña, los Tojos y el puerto de Palombera son algunas referencias para contemplar a los venados en las praderías alpinas.

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BOSQUE DE SECUOYAS DE CABEZÓN DE LA SAL

Muy cerquita de la famosa y distinguida localidad costera de Comillas, a solo 9 kilómetros, se esconde un pequeño (y desconocido) bosque en Cabezón de la Sal que deja atónitos a cuantos lo visitan, pues está poblado de sucuoyas gigantes y hay nada más de 800, que alcanzan los 40 metros de altura y los 2 de diámetro. Poco parece para los más de mil años que pueden vivir estos ejemplares y los más de 100 metros que pueden alcanzar, pero tiempo al tiempo. Una red de senderos permite realizar varios recorridos por su interior.

 

Un pueblo de postal y un bosque de secuoyas gigantes en Cantabria

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DE MATALEÑAS AL FARO DE CABO MAYOR

Al final de las playas del Sardinero nace una preciosa senda costera que rodea el parque y el campo de golf de Mataleñas, y se asoma a los acantilados rocosos de los cabos Menor y Mayor. Hasta el mirador del primero hay 1,5 kilómetros y pasa por la playa de Los Molinucos. Luego la senda continúa y tras dejar atrás la playa de Mataleñas alcanza el faro de Cabo Mayor, que vigila la entrada a la bahía de Santander. La magnífica panorámica que ofrece este punto, donde el mar bate con fuerza contra las rocas, no tiene precio.

 

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