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48 horas en Lugo para ir de fiesta y exprimir la ciudad gallega

Las fiestas de San Froilán son una buena razón para acercarse a la capital lucense y sacarle todo el jugo


4 de octubre de 2023 - 10:12 CEST
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Descubrir Lugo en dos días es una tarea que requiere un orden, sobre todo si se quiere recorrer su muralla y conocer sus principales monumentos, ir de vinos y tapas, hacer compras y disfrutar del programa festivo de San Froilán, que se celebra estos días. Las orillas del Miño pueden ser el mejor punto de partida, pues aquí está su balneario, en un entorno natural único Reserva de la Biosfera, que conserva en su interior unas termas de época romana, y, junto a él, la Ponte Vella, dos testimonios que recuerdan los orígenes de esta ciudad fundada hacia el 15 ó 13 a.C. por Paulo Fabio Máximo.

 

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© Turismo de Lugo

EL PASEO POR EL ADARVE

Pero para entender bien cómo fue Lucus Augusti, y cómo sigue siendo la capital lucense cercada por su impresionante muralla romana, es conveniente iniciar la visita al casco histórico por el centro de interpretación dedicado a esta de la plaza do Campo, y después disfrutar de este gigante de piedra Patrimonio de la Unesco recorriendo su adarve, un original camino que enlaza el pasado y presente de la ciudad.

 

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Los que no quieran hacer el recorrido completo sino solo un tramo, mejor el que va desde la Porta de Santiago hasta la Porta Miñá, el acceso más original de la construcción romana del siglo III. A los pies de esta puerta, la sala de exposiciones Porta Miñá complementa lo aprendido en el centro de interpretación, y muestra alguna pieza tan excepcional, como el gran miliario fundacional de la ciudad, del siglo I a.C.

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A través de la Vía Romana XIX, que coincide con el Camino Primitivo de Santiago, se llega, callejeando, hasta la plaza Mayor, verdadero corazón de la vida lucense, con monumentos a los fundadores romanos y al poeta Luís Pimentel, el quiosco de la música y las terrazas de los tradicionales cafés que la animan. Aquí también se aprecian las proporciones barrocas de la Casa do Concello o la elegancia modernista del Círculo de las Artes.

Muy cerca de la plaza, en la rúa Doutor Castro, entre confiterías y tiendas de moda, se encuentra la Casa dos Mosaicos, una visita imprescindible para llegar a comprender el esplendor y el lujo que pudo llegar a vivir Lucus Augusti en sus mejores años.

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Un tiempo lleva también visitar la catedral de Lugo, que regala un recorrido lleno de arte para degustar con calma. La capilla dedicada a San Froilán, la exposición permanente del Santísimo, la capilla de la patrona, la Virgen de los Ollos Grandes, el espléndido coro o el Museo Diocesano son algunos de los tesoros de este templo tan vinculado al Camino de Santiago que está incluido en la lista de la Unesco.

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Si aún sobra tiempo, es posible alargar el día o al día siguiente con un recorrido por la porta do Bispo Aguirre, la ronda exterior de la muralla, la porta do Bispo Izquierdo y la porta de San Pedro, descubriendo al paso A Mosqueira, la única torre que conserva restos de la original estructura del cerco romano.

© Paprica

LA HORA DE COMER

Entra el hambre y es hora de sentarse a comer, que los gallegos saben mucho de esto. Se puede elegir entre uno de los clásicos de la restauración lucense, como es Casa Campo (restaurantecampos.es), que ocupa un edificio singular del siglo XVIII y lleva 70 años en manos de la misma familia haciendo disfrutar a sus clientes con los mejores pescados y mariscos de los ríos y rías gallegas. O las propuestas de autor basadas en productos del mercado local, ecológicos y de temporada servidas en el elegante salón minimalista de Paprica (paprica.es).

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UN SANTUARIO MISTERIOSO

Después de una buena comida, para estirar un poco las piernas se puede hacer una pequeña incursión en el viejo Lugo rural y llegar a Santa Eulalia de Bóveda, un misterioso santuario tardo-romano dedicado en su origen a la diosa Cibeles que queda a 14 kilómetros de la ciudad y que resulta de lo más singular, porque se desconoce si era un lugar de culto a las ninfas, a las aguas…

 

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De regreso a Lugo todavía espera el Museo Provincial, donde el pasado celta y romano de Lugo se prolongan en el tiempo hasta el siglo XX. Los mosaicos, el torques de oro de Burela, las cerámicas de Sargadelos o las esculturas de Asorey son algunas de las piezas que se guardan en el que fue antiguo convento de los franciscanos y cuya cocina es una de las estancias más célebres.

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LA HORA DE LA FIESTA

Dejando a un lado los monumentos, las calles de Lugo brindan distintas posibilidades. Para las compras, lo mejor es el entorno de la plaza da Soidade, las rúas Armanyá y Doutor Castro o, mejor todavía, el eje que forman las rúas San Pedro, Progreso y Raíña. Y para los que directamente pasen al mundo de las tapas y los vinos, no tienen más que situarse en la plaza do Campo o de la rúa Nova, centro estratégico de la zona de tapeo, con toda una larga serie de locales, como Ave César (Nova, 10), donde probar sus patatas en un local que evoca a Lucus Augusti; 101 Vinos (Miño, 6), para tomar lacón y pulpo; o La Fábrica (Nova, 15), especializada en guisos de la tierra: caldo gallego, merluza, mejillones...

 

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Entre paseo, compras y paradas para comer, habrá que reservarse fuerzas para vivir San Froilán, las fiestas que Lugo celebra desde 1754 y están declaradas de interés turístico nacional. Desfiles de cabezudos, charangas, mercadillos y fuegos artificiales llenan de alegría y animación las plazas de la zona antigua, especialmente dos dos días: el 5 de octubre, cuando tienen lugar los actos en honor al patrón –el amigo de los lobos–, y el domingo siguiente, conocido como O Domingo das Mozas, dedicado a la exaltación del traje tradicional y el folclore gallego.