A la izquierda, Lisboa nos observa, recién amanecida. Pero es inútil, ni siquiera la bellísima y elegante decadencia de la capital portuguesa, iluminada por las primeras luces del día, es capaz en este momento de captar nuestra atención. La mirada se desvía inevitablemente hacia el puerto, en el lado derecho. Da igual las veces que lo hayamos contemplado, las veces que hayamos recorrido sus espacios infinitos durante la última semana; la vista de ese barco imponente, del que ahora nos despedimos, sigue siendo tan hipnótica y sobrecogedora como el primer día.
'¿Un crucero por el Mediterráneo?, no sé… creo que no es mi tipo de viaje'. Mis ideas preconcebidas, precipitándose sin el mínimo pudor. 'Que no, que esos viajes ya no son lo que eran, cuando vuelvas nos cuentas', me aseguraban quienes sí habían tenido ocasión de probar la experiencia. Y yo asentía, algo descreída, mientras en mi cabeza se agolpaban, atropelladas, decenas de imágenes: jubilados jugando al Scrabble; cajas de Biodramina; Di Caprio en el agua, más congelado que un Findus; lentejuelas; toallas de baño con forma de cisne; Looove, it’s the love boat, lalala… (sí, tengo la edad suficiente para recordar esa sintonía). Ay, los prejuicios.
Aquí, nada de horarios fijos, nada de códigos de vestimenta, nada de agendas encorsetadas, nada de ‘bailes del capitán’. Fernando Nelson Martín, General Manager del barco Norwegian Viva, se afanaba en contarnos durante el cóctel de bienvenida las bondades del concepto de viaje Freestyle Cruising. Un tipo amabilísimo cuyas palabras resonaban en mi cerebro en segundo plano; hacía solo unas horas que habíamos embarcado en Roma y aún no podía concentrarme en nada que no fuera tratar de asimilar, boquiabierta, las hechuras de ese buque apabullante: 294 metros de eslora, 20 cubiertas y más de 143.000 toneladas de peso, flotando sobre el mar como si nada, dando la razón al bueno de Arquímedes. Y eso, que aún me quedaba por descubrir la práctica totalidad de lo que ese navío, el último en sumarse a la flota de la compañía de cruceros NCL, tenía reservado para mí.
UN BALCÓN DONDE QUEDARSE A VIVIR
Tal vez una de las primeras cosas que resultan sorprendentes en ‘Primero de crucerista’ es la agradable sensación de estabilidad; un ligero balanceo ocasional, a lo sumo (algo especialmente interesante si eres de esas personas que se marean hasta en el Tren de la bruja). ¿De verdad estamos navegando? El sonido de las olas que se cuela en el camarote es inequívoco. Sí, definitivamente, hemos zarpado.
Todo huele a nuevo en la espaciosa habitación: cama doble, escritorio, sofá-cama, armario, smart TV, baño completo, materiales de diseño… Son pequeños detalles de calidad los que, según nos explican, diferencian a este novísimo Norwegian Viva frente a su barco ‘gemelo’, el Norwegian Prima, inaugurado el año pasado: colchones aún más cómodos, mayor presión del agua de la ducha, nuevos elementos decorativos…
Pero si aquí hay una ‘joya de la corona’ indiscutible, esa es el balcón que ocupa, de lado a lado, toda la parte posterior de nuestra Balcony Stateroom.
Quizá es también algo inesperado para el crucerista amateur el amplio abanico de opciones de alojamiento que ofrecen estos barcos: desde pequeños Studios, ideales para personas que viajan solas, a camarotes interiores; exteriores con ventana; exteriores con balcón; o las lujosas suites que, en el caso del buque donde nos encontramos, alcanzan su máxima expresión en The Haven: dos cubiertas de acceso privado (en la imagen superior vemos parte de una de ellas) ocultas en la parte alta del barco, con las instalaciones y servicios más exclusivos y personalizados imaginables.
Tal vez alojarse allí es lo más parecido al paraíso en la tierra (en el mar). Cuesta creer, no obstante, que pueda proporcionar cotas de felicidad muy superiores a las que permite experimentar el balcón donde ahora nos asomamos, surcando el Mediterráneo en calma y sin rastro de costa en 360º, mientras atardece en nuestro camarote, rumbo a la Toscana.
¿SUSHI O PASTA? NO, HOY PREFIERO UN BISTRÓ FRANCÉS
No es fácil elegir entre tanta propuesta. En los mostradores de información, miembros de la tripulación (más de 1.000 en total, para algo más de 3.000 pasajeros, siempre con una sonrisa dibujada en el rostro) explican las diferentes excursiones previstas en cada ciudad del itinerario. Por supuesto, cada quien puede desembarcar e ir por su cuenta o bien quedarse en el barco. Sea como sea, si uno atraca en Livorno (ciudad portuaria de la costa occidental italiana) y tiene unas horas libres, no debería perder la oportunidad de acercarse hasta Lucca. Los tres cuartos de hora de carretera compensan con creces la visita a esta preciosa ciudad toscana, menos popular que la próxima Pisa, pero realmente encantadora.
De allí volvemos, de nuevo en dirección a Livorno para embarcar, dichoso el ánimo y no menos contento el estómago… Al sabroso plato de pasta que hemos comido se suma el copioso desayuno con el que arrancábamos el día: fruta fresca, huevos, zumo, quesos, bollería, café… todo ello, con las espectaculares vistas al mar que ofrece Surfside Café & Grill (imagen superior). Solo uno de los muchísimos espacios de restauración con los que cuenta el Norwegian Viva. Algunos con horario non stop, otros (los llamados restaurantes de especialidad) con posibilidad de reservar.
¿Que te apetece italiano? el establecimiento Onda by Scarpetta es tu sitio. ¿Que prefieres asiático? Tienes dos opciones estupendas: Nama Sushi Sashimi, con su barra y su sushiman, elaborando piezas en directo frente al comensal, o Hakusi, especializado en recetas teppanyaki. ¿Gusanillo de cocina francesa? en Le Bistró podrás probar un Coq au vin de llorar; atención también a sus postres. No faltan tampoco opciones para los paladares más carnívoros (en Cagney’s Steakhouse te ofrecen incluso una carta de cuchillos para que elijas con cuál prefieres trinchar tu pieza de carne) y los amantes de la cocina mexicana pueden abandonarse a su ‘pasión gastro’ en el restaurante Los Lobos.
VISTAS 270º
¿Más? Por supuesto. Hasta 11 puestos de comida internacional, a modo de mercado, te esperan en Indulge Food Hall, del desayuno a la cena. The Local Bar & Grill es ideal si buscas un ambiente informal, estilo pub, con cervezas, sándwiches, hamburguesas y grandes pantallas donde emiten eventos deportivos. Más tranquilo resulta The Observation Lounge, con tumbonas que miran al mar y opciones ligeras de picoteo a cualquier hora. Sin olvidar, claro, el que seguramente es el restaurante más bonito de todos: Hudson’s (en la imagen superior). Impagable disfrutar allí de un desayuno con vistas de 270º a través de sus amplísimos ventanales.
NOCHE DE CÓCTELES & KARAOKE
No se queda atrás la oferta líquida en el barco. Penrose Bar, Whisky Bar, Belvedere Bar… son también numerosos los espacios donde poder degustar, relajadamente, una copa de vino o un combinado. La visita durante el día a Cannes -joya de la Costa Azul francesa, mucho más allá de su glamurosa Croissette- nos ha despertado la sed. Así que decidimos caminar hacia Metropolitan, otro de los bares del buque, atraídos por su peculiar reclamo: cócteles sostenibles. Para su elaboración, los camareros se sirven de ingredientes a los que dan una nueva vida: restos de café que toman forma de sirope, pieles de fruta que se convierten en infusiones...
Aún con el sabor en el paladar de esos tragos zero waste, nos pasamos un rato por The Improv at the Sea -divertidas sesiones de Karaoke y de Stand up- y tomamos la última antes de subir a dormir en Syd Norman’s Pur House. Un local decorado con viejas fotografías de bandas míticas -Fleetwood Mac, The Who, Stones, Aerosmith…- y donde lo mismo puedes bailar a ritmo de Peso Pluma que, como ahora, escuchar en directo a un grupo que rinde tributo a The Beatles. Querido Paul, querido John, un placer, pero es que mañana madrugamos mucho. Ibiza nos espera.
PISCINAS, TEATRO, TOBOGANES … ¡Y UNA PISTA DE CARRERAS!
Going up, goin down. Going up, going down. Imposible contar el número de veces que en un solo día puedes coger el ascensor para moverte por el barco. También es recurrente, incluso habiendo pasado ya varios días de travesía, tratar de recordar en qué planta estaba tal o cual restaurante, tal o cual atracción… Las dimensiones de la embarcación, propias casi de una pequeña ciudad, ponen de muy buen humor a mi reloj ‘cuenta pasos’, más habituado a las largas horas de sedentarismo y portátil.
Así que, tras nuestra visita de ayer a la mayor de las Islas Pitiusas (baño + arrocito en una playa ibicenca siempre es buen plan), aprovechamos que hoy es ‘Día de navegación’ y no hay excursiones programadas para explorar mejor todo lo que nos queda por conocer en esta preciosidad de navío.
Chapuzón de rigor en alguna de las piscinas (una principal, dos jacuzzis y dos Infinity pools) y tiempo para seguir derribando mitos: claro que hay gente en edad de jubilación entre los pasajeros, pero también familias con niños, adolescentes, grupos de amigos o parejas jóvenes, disfrutando al sol, Aperol Spritz en mano.
Subiendo a las siguientes cubiertas, una variedad abrumadora de juegos para todas las edades: dardos, minigolf, ping-pong… y, claro, la niña bonita: Viva Speedway, un circuito de carreras de tres pistas sobre el mar. Tampoco se quedan atrás en espectacularidad los colosales toboganes, The Rush y The Drop, que permiten poner a prueba la adrenalina en caída libre de la cubierta 18 a la 8.
Las experiencias de realidad virtual en Galaxy Pavillion o la programación del Viva Theater & Club (teatro de espectáculos, convertido -en cuestión de minutos- en sala de fiestas) se suman a esa oferta inabarcable, en la que también se incluyen las actividades especiales programadas para cada día: de clases de yoga, baile o idiomas a, por ejemplo, sesiones de Trivial para medir tus conocimientos de cine o música… Mi cabeza colapsa, no sé qué elegir. Necesito un masaje.
SPA A BORDO
Y si pensaban que esto era todo… no se vayan todavía, aún hay más. ¿Qué tal un circuito termal para relajarte después de tanta actividad? Pues aquí lo tienes, y de dos pisos a falta de uno: piscina de sal flotante, saunas, sala de hielo, 20 cabinas con servicios de masaje, manicura, acupuntura…
Después de un tratamiento corporal a base de aceites esenciales terminamos la experiencia en la sala de relajación del spa. Tumbonas calientes, cristaleras infinitas. Y el mar. Fascinante, misterioso, indescifrable. Un momento simplemente perfecto. ¿En qué piensas? Pienso en que todo el mundo debería poder disfrutar de algo así una vez en la vida.
Se pone el sol en Lisboa. La animada ‘Plaza del Comercio’ bulle con turistas que van y vienen bajo un cielo teñido de naranja. Estamos en tierra firme. Sin embargo, el suelo parece moverse aún bajo los pies. Un vaivén suave y familiar. Como si el Mediterráneo no quisiera decirnos adiós del todo. En realidad, es al revés; él siempre estuvo ahí. Somos nosotros quienes, como en la vieja ranchera, solo pensamos ya en volver, volver, volver…
CRUCERO PARA DUMMIES: ALGUNOS CONSEJOS PRÁCTICOS
- Si te planteas reservar un crucero, es preferible hacerlo con antelación. Es posible encontrar ofertas de última hora, pero normalmente se consiguen mejores precios si reservas con tiempo (será más fácil elegir el camarote de tu gusto, mejores ofertas también en los vuelos de traslado al puerto, etc).
- Conviene igualmente reservar con tiempo las excursiones. Las más ‘golosas’ enseguida se completan. De hecho, algunas se pueden reservar antes de que el crucero comience.
- Resulta interesante descargarte en el móvil la app de la compañía. Te permitirá acceder a tus gastos a bordo, a información sobre actividades, hacer reservas en restaurantes, etc.
- Puedes organizar el crucero por tu cuenta. Pero si es tu primera vez no descartes acudir a una agencia/agente de viajes tradicional donde te puedan asesorar.
- Recuerda que casi hay un crucero para cada tipo de viajero: mayor o menor duración, mayor o menor pasaje, temáticos… También la variedad de itinerarios es prácticamente infinita. En el caso de NCL, sus 19 barcos viajan a cerca de 400 destinos por todo el mundo. Difícil que no te encaje ninguno.
- Caribe es uno de los destinos que pueden resultar más interesantes económicamente. El Norwegian Viva operará allí sus cruceros de noviembre de este año a mayo de 2024 (momento en que regresará a al Mediterráneo). ¿Inconveniente? Si viajas desde Europa tienes que sumar los vuelos.
- Aunque sea algo más caro, si puedes, invierte en una habitación con balcón. Merece mucho la pena despertarse con esas vistas y la brisa en la cara...
- Cuando hagas tus números comprueba bien qué está y qué no está incluido en tu reserva (a qué tienes acceso gratuito y a qué no en el barco según lo contratado). Hay cosas que habitualmente se pagan aparte: excursiones, propinas, seguro de viaje…
- No olvides echar un ojo al listado de objetos que no puedes meter en la maleta (por ejemplo, las planchas para la ropa están prohibidas, pero tienes servicio de lavado y planchado a bordo).
- Tampoco olvides tu reloj, sobre todo en las excursiones. Es importante volver a puerto con puntualidad británica. El barco no puede (ni debe) esperar por ti.
- Por último, si tienes ocasión de vivir un viaje como este y (como mi yo ‘precrucerista’) no terminas de verlo claro, sé flexible. Tal vez pruebes y no repitas. Pero también puede que, por no darle una oportunidad, te estés perdiendo uno de los viajes de tu vida.