Despertar con el sonido del agua es una agradable manera de comenzar el día. Pero si resulta que esas aguas son las del mismísimo Nilo, que discurre tranquilo, sereno, a apenas diez metros de la cama en la que se descansa cada noche, la escena es difícil de superar. Este es, precisamente, uno de los grandes placeres que se pueden vivir en el Nile Safari Lodge, una suerte de paraíso terrenal ubicado en la orilla sur del afamado río, y a solo un par de kilómetros de las puertas del Parque Nacional Murchison Falls. Llegar hasta aquí no es lo que se dice fácil, hay que recorrer carreteras eternas y polvorientas pistas repletas de baches durante horas desde Kampala, la capital. Aunque el esfuerzo tiene su recompensa.
Para ti que te gusta
Este contenido es exclusivo para la comunidad de lectores de ¡HOLA!
Para disfrutar de 8 contenidos gratis cada mes debes navegar registrado.
Este contenido es solo para suscriptores.
Suscríbete ahora para seguir leyendo.Este contenido es solo para suscriptores.
Suscríbete ahora para seguir leyendo.TIENES ACCESO A 8 CONTENIDOS DE
Recuerda navegar siempre con tu sesión iniciada.
Un primer café en la terraza privada de una de sus nueve habitaciones es el primer paso. A cada sorbo acompaña el rugido de los hipopótamos que descansan semisumergidos en el Nilo. Después, vendrá el desayuno a la carta en el restaurante del lodge, ubicado al cobijo de una inmensa estructura construida con fibras naturales, un ejemplo de su clara apuesta por un turismo sostenible. Delicias que disfrutar mientras el sol comienza a brillar en el horizonte y que sirven para tomar fuerzas antes de arrancar la verdadera aventura. Es hora de ir al encuentro de lo salvaje.
Con los ojos bien abiertos, las emociones a flor de piel y los permisos en regla, el todoterreno atraviesa el puesto fronterizo del parque nacional. Por delante, los 3840 km² que conforman el fascinante espacio protegido que se despliega a ambos lados del Nilo, desde el Nuevo Puente Karuma hasta el lago Victoria. Un vasto territorio que fue testigo, en 1951, del rodaje de La Reina de África y es hogar de más de 800 especies de mamíferos, reptiles, aves y anfibios. En su sector norte abundan los paisajes de sabana colmados de palmeras; en el sur, los bosques habitados por chimpancés.
Parte de la experiencia de un safari se basa, precisamente, en la inquietud por lo imprevisible, en saber que cualquier cosa puede suceder en cualquier instante. En encontrar en la paciencia la aliada perfecta para sacar el máximo provecho. La conducción lenta por las pistas de tierra permite no perder detalle. A uno y a otro lado sorprenden manadas de cobos y diminutos oribis, cuya mancha negra en la cara resulta de lo más singular.
Si la suerte acompaña, es posible ver a cuatro de los Big Five sin salir de los dominios de Murchison Falls
También llamativos alcélafos, decenas de impalas, monos, búfalos o algún que otro looser, como se conoce a aquellos de esta especie que vagan en solitario tras ser expulsados del grupo. “El hogar de las jirafas”, como se denomina popularmente el Murchison Falls, se revela enseguida. Alcanzando la orilla del Nilo, elefantes por doquier. Grandes, pequeños y medianos… Mejor parar el motor y contemplar la escena. Un jaribú africano pone el toque de color a la jornada, que llega a su culmen cuando se contempla a una familia de leones que descansa panza arriba entre la maleza junto a los restos de un búfalo. Parece que no hace demasiado del gran festín. Al avanzar un poco más, los prismáticos revelan una nueva sorpresa: desde la rama de un árbol, los intensos ojos verdes de un leopardo vigilan atentos cada movimiento. Una prueba de que, si la suerte acompaña, es posible ver a cuatro de los Big Five sin salir de Murchison Falls. Si se desea contemplar el rinoceronte, protegido de la caza furtiva, habrá que visitar el Ziwa Rhino Sanctuary, a 140 kilómetros de distancia.
Para disfrutar de las Murchison Falls, las cataratas que dan nombre al parque, lo ideal es hacer una pequeña caminata de 20 minutos hasta alcanzar el Baker’s View, un mirador desde el que se aprecia su magnificencia en la distancia. Bajando un poco más, el sendero lleva hasta un punto de vista más impresionante, donde se contempla la fuerza de las aguas del Nilo precipitándose con gran estruendo por los 45 metros de caída de la Caldera del Diablo.
Para poner la guinda al viaje, de regreso al resort, un cóctel, música local amenizando la velada y una puesta de sol como solo la Madre Tierra sabe regalar. Esto es África.
La conducción lenta por las pistas de tierra permite no perder detalle desde el todoterreno
El apunte experto
- La puesta de sol frente al Nilo.
- Un crucero de dos horas por el río para contemplar las Murchison Falls desde el aguay admirar la vida salvajeen el delta.
- Ver en el parque nacional al Balaeniceps rex o picozapato, un ave acuática evasiva que frecuenta este espacio protegido.
- Una excursión guiada a pie por Budongo Forest, en la entrada sur del parque, para contemplar a los chimpancés en libertad.
- Visitar el Ziwa Rhino Sanctuary, la reserva privada que lucha por la protección y conservación del rinoceronte blanco, gran objetivo de la caza furtiva.
GUÍA DE VIAJE