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Hervás, el pueblo extremeño que hay que visitar en otoño

Una villa tan acogedora como hospitalaria que conserva uno de los barrios judíos más bellos de España junto al deslumbrante valle cacereño de Ambroz


6 de septiembre de 2023 - 10:16 CEST
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Es uno de los rincones más fascinantes de la provincia de Cáceres, donde la tradición judía sentó sus raíces hace siglos. Una villa de calles estrechas, sinuosas, laberínticas y recoletas por las que aparece la huella de la cultura judía cada paso del paseo. Y es que es su verdadera seña de identidad.

A Hervás se llega por carretera en apenas 30 minutos desde Plasencia (o desde Béjar y Monteñayor si se viene desde Madrid). Situado entre los bellos valles cacereños del Jerte y Ambroz, aunque más cerca de este último al que pertenece, al llegar a nuestro destino nos recibe una villa arracimada en torno a la iglesia de Santa María de Aguas Vivas (en el mismo emplazamiento en el que supuestamente hubo una iglesia templaria). Desde allí se denomina un hermoso paisaje con la sierra de Béjar como telón de fondo.

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EL BARRIO JUDÍO DE HERVÁS

Pasear por el entramado de las calles de la judería es perderse en un laberinto lleno de sorpresas, casi como adentrarse en un túnel del tiempo. El barrio judío se encuentra en el noroeste de la población, a orillas del río Ambroz y con un cierto desnivel respecto el resto del pueblo, más sumido en la altura. Los topónimos de sus calles recuerdan el origen del barrio: calle del Rabilero, el callejón de los Cofrades, el de la Sinagoga, la calle de la Amistad Judeo Cristiana… 45 familias integraron la comunidad judía de Hervás, formada por viñadores, tejedores y mercaderes, de los que 14 sufrieron el exilio en 1492, aunque algunas regresarían años después.

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La judería es la parte más antigua de la población, con una estructura medieval de reminiscencias árabes donde se levantan casas de arquitectura serrana hechas en piedra, adobe y madera de castaño que se van creando unas tras otras en función de las necesidades de la población. Las calles son tan estrechas que cuando se visitan es mejor hacerlo en las horas centrales del día (y más en el otoño que ya han bajado las temperaturas) cuando el sol cae en picado sobre ellas y entra la luz desde lo alto. Además de estrechas son empedradas, algo que se ha hecho con los materiales procedentes del río. Junto a las casas que se suceden a orillas del Ambroz hay un puente medieval y de piedra que los vecinos conocen como el puente de la Fuente Chiquita por el que cruzar al otro lado del río.

 

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DE PALACIOS Y MUSEOS

El edifico más notable de Hervás es el palacio de los Dávila, hoy sede del museo Pérez Comendador-Leroux (mpcl.net). Levantado a mediados del siglo XVIII perteneció en el pasado al ducado de Alba. El museo muestra numerosas obras del legado escultórico y pictórico del matrimonio Pérez Comendador-Leroux.

Otra de las joyas de la localidad es el Museo de la Moto Clásica (museomotoclasica.com), un proyecto promovido con pasión por un vecino de Hervás, Juan Gil Moreno, enamorado del mundo de la motocicleta. Una colección única que hace un recorrido por la evolución de las motos en España a lo largo del tiempo.

También hay que pasar en Hervás por la plaza de la Corredera y la del Ayuntamiento.

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¿POR QUÉ VISITAR HERVÁS EN OTOÑO?

El valle de Ambroz, adornado de bosques, montañas y abundantes ríos es el entorno que rodea a la población de Hervás, un espacio natural único que a partir de octubre viste sus mejores galas. Los castaños se tiñen de tonos ocres y amarillos, aparecen las primeras setas y además se celebra el famoso Otoño Mágico (visitambroz.es), con un montón de actividades y rutas guiadas por la zona.

Desde Hervás, una de las excursiones más recomendables y famosas del valle es la que lleva a la cascada de La Chorrera en una hora y media de camino. Partiendo del parking de la Presa del Horcajo, al llegar nos encontramos un sorprendente salto de agua de 30 metros encajonado entre paredes de roca.

Para quienes quieran algo más de actividad la Vía Verde-Camino Natural de la Plata es el terreno perfecto, sin apenas desnivel.

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