Este tramo de la costa Atlántica francesa inspiró a los más ilustres pintores del siglo XIX, entre ellos Monet. Aún es tiempo de descubrirlo con una escapada en los meses de septiembre u octubre, para conocer un paisaje que se asemeja al nuestra famosa playa de las Catedrales, en Lugo.
Para llegar hasta allí hay que viajar a París, donde podemos aprovechar para hacer un city break, y luego alquilar un coche desde la capital hasta Étretat, que queda a unos 200 kilómetros. Este medio de transporte nos permitirá trazar una bonita ruta por la costa más allá de Étretat hasta llegar a Deauville, una de las ciudades más chic de Francia que también cuenta con un famoso festival de cine.
Dos horas en coche tardaremos en llegar a esta localidad que brilla en la línea de la costa Pays de Caux. Famosa por sus acantilados que lucen grandiosos y prodigiosos cuando la luz del sol los ilumina.
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LA MEJOR FORMA DE CONTEMPLAR LOS ACANTILADOS
Para descubrir la costa de Alabastro lo mejor es caminar por los senderos balizados que reocorren sus alturas. Así lo hicieron en otro tiempo pintores ilustres como Monet, Eugène Boudin o Gustave Coubert, quienes dieron a conocer esta franja costera de casi 145 kilómetros, entre Le Tréport y el cabo de la Hève.
Otra opción es hacerlo desde el mar. Varias compañías organizan excursiones en barco por este entorno aunque también existe la posibilidad de embarcarse en un antiguo velero, sobrevolarlos en un ultraligero o practicar el kayak o el paddle surf para acercarse aún más a ellos.
LOS JARDINES DE ÉTRETAT
Una de las mejores vistas de Étretat y de su gran playa la brindan los jardines de Étretat, situados junto a la capilla de Nuestra Señora de la Guardia, en lo alto del acantilado de Amont. En este lugar, Claude Monet pintó, en 1886, uno de sus cuadros más famosos, Falaises d’Étretat, mostrando la popular Trompa del Elefante (Falaise d’Aval), un arco de piedra sumergido en el mar. Una estatua de mimbre, su paleta y una reproducción del lienzo recuerdan en estos encantadores jardines al pintor. En estos también sorprenden las originales esculturas de caucho de cabezas gigantes de Samuel Salcedo.
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EL PUERTO DE LE HAVRE
Hay que conducir 30 kilómetros bordeando la costa para acercarse a Le Havre. Fue el primer centro urbano reconstruido protegido por la Unesco, en 2005, y su distinción se debe al trabajo de Auguste Perret, el arquitecto belga conocido como "el poeta del hormigón", quien dio un nuevo look a una ciudad arrasada en la Segunda Guerra Mundial.
Hay muchos atractivos en este antiguo puerto de la desembocadura del Sena, pero sobre todo dos: la iglesia de Saint-Joseph, con unas vidrieras modernas muy llamativas; y Le Volcan, una obra futurista del arquitecto brasileño Oscar Niemeyer.
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PARADA EN HONFLEUR
Muy cerca del histórico puerto de Le Havre, pero para llegar a él hay que atravesar el estuario y desembocadura del río Sena, llegamos a una encantadora villa como Honfleur. Su puerto viejo fue retratado por Eugène Boudin, que nació en este lugar, y hoy sigue asombrando cuando se reflejan en las aguas cercanas al muelle sus hermosas casas de color. Entre sus edificios históricos, también llaman la atención la iglesia de Santa Catalina, hecha de madera por los trabajadores de los astilleros, o la antigua prisión, convertida en el Museo de la Marina.
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TROUVILLE-SUR-MER: DEGUSTAR LOS MANJARES DEL MARTES
Al abandonar Honfleur rumbo al sur llegamos a este modesto pueblo de pescadores que cuenta con 50 restaurantes por el centro de la villa y el puerto, el más importante en la pesca de la caballa del país, donde degustar los manjares de este mar repleto de ostras, gambas, erizos, mejillones… Todavía hoy operan en él una treintena de barcos que abastecen de pescados y mariscos a su popular mercado, situado junto a la estatua de Gustave Flaubert.
DEAUVILLE, CUNA DEL CINE Y EL GLAMOUR
Pegada está Deauville, otra perla de esta costa muy frecuentada por las estrellas del celuloide debido a su famoso Festival de Cine Americano, que se celebra a principios de septiembre (en 2023 entre el 1 y el 10 de septimebre). Después de Cannes, es el festival más importante de Francia.
En sus mansiones destaca la elegancia y el buen gusto de esta villa, que se hizo muy popular a raíz de aparecer en la película Un hombre y una mujer. No hay mejor lugar para concluir la ruta que su playa. Llena de sombrillas, tumbonas y casetas en verano, está considerada como una de las más chic de toda Francia.