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El Bidasoa es un espectáculo para todos los sentidos, el preludio cantarín de lo que nos espera explorando las Cinco Villas de Navarra o Bortziriak, como las llaman sus pobladores, profundamente orgullosos de su cultura y su milenaria lengua, el euskera. Son Igantzi, Arantza, Etxalar, Lesaka y Bera. Fronterizas e industriales desde el siglo xvi, con la aparición de las primeras ferrerías, regalan un paisaje urbano y un carácter diferente, más cosmopolita que el de los valles vecinos. La oferta de actividades en la naturaleza y experiencias culturales en los pueblos hacen de este territorio un destino perfecto para viajar en familia.
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Entre Igantzi y Arantza se encuentra IrriSarri Land, un parque de aventura pensado para todos los públicos y también los más audaces, gracias a sus atracciones integradas en el bosque. Los circuitos por las copas de los árboles, el puente tibetano y las ocho tirolinas, una de ellas de 900 metros de longitud y 90 metros de altura, invitan a pasar aquí unas cuantas horas de diversión.
Menos adrenalina se necesita para explorar la vecina Reserva Natural de San Juan Xar, un bosque de enorme valor biológico, donde se encuentra la ermita de San Juan Bautista, cuyo interior es una cueva natural en la que manan tres chorros que, según la tradición, tienen propiedades curativas para la piel.
Otro de los planes más populares en este entorno es recorrer en bici la Vía Verde del Bidasoa, que discurre por el trazado del tren que antaño unía Elizondo con Irún, popularmente conocido como el ‘tren Txikito’. Los 42 kilómetros habilitados, con un desnivel de 290 metros, transcurren casi en paralelo al río desde las puertas del Señorío de Bertiz hasta el barrio irunés de Behobia, en la frontera.
El casco histórico de Lesaka es uno de los más bonitos del norte de Navarra. Su callejero está plagado de palacios nobiliarios, casas de arquitectura medieval muy bien conservadas y plazas con edificios señoriales barrocos y neoclásicos, sin olvidar su monumental iglesia, de dimensiones catedralicias, desde donde se contemplan buenas vistas.
Arquitectura y naturaleza se fusionan en este territorio fronterizo
Pero de todos los pueblos de las Cinco Villas, el que se lleva la fama es Etxalar, villa natal de Carmen, la legendaria cigarrera de Sevilla inmortalizada por Georges Bizet en su ópera homónima. El estado de conservación de los caseríos y palacios de Etxalar, todos con nombre propio y una historia larga que contar, es excepcional, así que un paseo por su callejero, ya sea por libre o haciendo una visita guiada, se convierte en un agradable momento que regala rincones encantadores en cada esquina.
Las aventuras en Etxalar continúan en las montañas que la rodean, escenarios de contrabando transfronterizo durante todo el siglo xx y de la caza más ancestral en las palomeras, esas atalayas desde las que se lanzan las redes que atrapan a las palomas torcaces en su migración al sur durante los meses de octubre y noviembre.
La última parada de este viaje es en Bera de Bidasoa, que conserva en sus diversos barrios fantásticas muestras de arquitectura tradicional y en las montañas fronterizas unas ventas en las que disfrutar de vistas al golfo de Vizcaya y de un buen menú elaborado con productos del país.
El apunte experto
- Recorrer en bicicleta la Vía Verde del Bidasoa, que ofrece una ruta inolvidable de 42 kilómetros acompañando al río.
- Itzea, la casa de la familia Baroja en Bera. No está abierta a visitas, pero el lugar tiene magia.
- El spa privado del hotel Arantza y sus talleres de chocolate de la mano de Juan Mari Iriarte, creador de las joyas comestibles Ekhi Gold.
- Comprar queso Idiazabal en el caserío Agorleku de Lesaka.
- El libro Siente el bosque, caminos y cuentos, a la venta en las oficinas de turismo, que contiene una historia para leer en cada paraje de la comarca.
GUÍA DE VIAJE