Lerma es un buen lugar para empezar este periplo que despierta todos los sentidos. Aunque de origen medieval, la villa se convirtió a principios del siglo xvii, y gracias al capricho de Francisco Gómez de Sandoval y Rojas, en una de las poblaciones más señaladas del reino. Y no por nada, pues el duque de Lerma era el valido de Felipe III y en sus manos tenía el gobierno del más vasto imperio que han conocido los tiempos.
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Lo mejor es recorrer sus calles empedradas, salpicadas de palacios y conventos de marcado estilo herreriano, que conducen, sin pérdida, a su ámbito urbano más ambicioso: la plaza Ducal, una de las más grandes de España. Abierta frente al palacio Ducal –hoy Parador–, fue concebida como un gran escenario para representar el inmenso poder del noble.
Quien quiera sentirse como un duque puede reservar mesa en Casa Antón y saborear un buen lechazo asado acompañado de vino tinto de la zona. Otra recomendación gastronómica es comprar las exquisitas pastas y trufas que elaboran artesanalmente las monjas del convento de Santa Clara. Y una más enológica, de camino hacia Santo Domingo de Silos, la parada en Castrillo Solarana para conocer las bodegas Monte Amán, de las más interesantes de la D. O. Arlanza.
Pocos kilómetros después, la carretera se interna en el Parque Natural Sabinares del Arlanza-La Yecla, que debe su nombre a la sabina albar, un árbol de hoja perenne que tiene en esta zona algunos de los bosques más extensos del planeta. Lo de La Yecla viene de la profunda garganta abierta en las moles calizas de las Peñas de Cervera. Una serie de pasarelas metálicas permiten recorrer este enclave geológico y observar a los buitres leonados que anidan en sus cortados rocosos.
Algunos de los bosques de sabinas más extensos del planeta se encuentran en estas tierras del Arlanza
Ya en Silos, habrá que encaminarse con decisión al encuentro de su famoso claustro románico, obra cumbre del arte cristiano medieval. Un monumento que lleva siglos transmitiendo a todos sus visitantes una mezcla de sensaciones provocadas por la armonía de las formas y el equilibrio entre el espíritu y la capacidad creadora del hombre. Por suerte, en Silos todavía es posible escuchar todos los días ese canto gregoriano interpretado a capela por los benedictinos, capaz de devolver los ecos de un lejano pasado medieval.
En Silos se escucha todos los días el canto gregoriano interpretado a capela por los monjes benedictinos
De un tiempo a esta parte, los viajeros que se acercan hasta Santo Domingo de Silos han encontrado otro interesante referente turístico: el recuperado cementerio de Sad Hill. Situado a los pies de las Peñas de Carazo y rodeado de un bosque de sabinas centenarias, es un lugar que evoca los paisajes del lejano Oeste americano. Eso debió pensar hace casi 60 años Sergio Leone para rodar allí los planos más icónicos de la mítica película El bueno, el feo y el malo, protagonizada por el actor Clint Eastwood.
Covarrubias es la tercera parada de la ruta, la villa medieval de singular perfil asomada al Arlanza. Enmarcada por los sugerentes y erguidos relieves calizos de la sierra de las Mamblas, las siluetas del torreón de Fernán González y de la colegiata gótica presiden un caserío que evoca en cada rincón el mítico origen de Castilla. Perderse por sus empedradas plazas y estrechas calles es disfrutar de una original arquitectura popular en la que predominan las casas populares con fachadas que muestran entramados de madera.
Dos caminos históricos cruzan Covarrubias: el del Cid y el de San Olav, vinculado a la princesa Cristina de Noruega
Por Covarrubias pasan, además, dos caminos históricos, el del Cid y el de San Olav, vinculados, respectivamente, al principal héroe castellano y a la princesa Cristina de Noruega. La romántica historia de esta bella mujer que vivió en el siglo xiii se recuerda en la ermita contemporánea de San Olav y con una estatua frente a la colegiata donde está enterrada.
Los amantes de la artesanía están de suerte si localizan la Botería Moneo, uno de los últimos establecimientos de su género abiertos en España, y La Luna de Plata, la tienda-taller en la que Sara Serna elabora artísticas joyas. Quienes prefieran naturaleza, despedirán el viaje caminando por los viñedos, cerezales y campos de lavanda que adornan con su belleza el entorno de la villa rachela, el nombre por el que, en otro tiempo, eran conocidas sus mujeres.
El apunte experto
- En Lerma, asomarte al Mirador de los Arcos, que, desde las inmediaciones de la colegiata de San Pedro, permite disfrutar de la vega del Arlanza.
- Tomar la carretera en Santo Domingo de Silos con dirección a Carazo e internarse en el paisaje de ensueño creado por el desfiladero del río Mataviejas.
- Los hornos al aire libre de los últimos carboneros de Castilla en Retuerta.
- Asistir a un concierto de órgano en la colegiata de Covarrubias y acercarte hasta las ruinas del cercano monasterio de San Pedro de Arlanza.
GUÍA DE VIAJE