El río Nansa nace en el macizo de Peña Labra y después de 46 kilómetros alimentando riberas y ferrerías a lo largo de su discurrir, desemboca en la ría de Tina Menor, dando lugar a un bello estuario. Entre esta y la ría de Tina Mayor, donde desagua el Deva, está la península de Pechón, esa franja costera en el límite con Asturias que esconde algunas de las playas más bonitas de la región y debería ser un secreto.
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Pechón es el último pueblo costero del occidente cántabro y se accede a él desde la A-8 por Pesués o nada más dejar atrás la localidad de Unquera. Si se llega desde Cantabria, la primera parada es el mirador de Tina Menor, asomado a la desembocadura del Nansa y donde se levanta una estatua que rinde homenaje a los pescadores. El mirador se alarga paralelo a la carretera, así que habrá que buscar el mejor lugar para conseguir la vista perfecta, porque en ocasiones los árboles impiden la visión completa.
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Solo unos kilómetros después de pasar el mirador está Pechón, un pequeño pueblo de poco más de 200 vecinos muy cuidado, lleno de flores, con sus casitas arregladas y su iglesia donde la vida discurre tranquila y algo más animada en verano. Las playas tienen mucho que ver en ello. La de Amió queda a 10 minutos de cómodo paseo, una lengua de arena de 600 metros de largo unida con un pequeño islote rocoso durante la bajamar que desaparece casi por completo cuando sube la marea. Allí mismo está el Chiringuito de Olgui donde alargar la jornada playera mientras se prueba su tortilla de patata, que tiene buena fama.
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Frente al mirador está la playa del Sable, donde el verde de la vegetación, el dorado de la arena y el turquesa del mar Cantábrico componen una foto espectacular. Aunque para darse un baño en sus aguas hay que abandonar la península y tomar una carretera sin asfaltar que parte de Pesués, capital de Val de San Vicente.
La playa de Arama es más solitaria y, aunque su acceso por una pendiente senda no es complicado, hay que acudir con marea baja, porque luego deja de existir. Siguiendo la línea de costa, frente a otro pequeño arenal apartado, está la isla Sarnosa, y luego la de Las Arenas, pequeña de cantos rodados y entre acantilados. La más occidental es la del Predreru, en la desembocadura del río Deva, poco transitada y que también es bonita vista con distancia desde lo alto.
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En Pechón todavía espera una sorpresa más, aunque hay que verla de lejos. Es el castillo de Berón situado al filo de un promontorio rocoso que podría pasar por escenario de Juego de tronos y es propiedad privada.
A LA HORA DE COMER
Rabas de calamar, ensaladilla de langostinos, anchoas de Santoña… Son algunas de las propuestas del restaurante del hotel Tinas de Pechón (tinasdepechon.es), abierto al público, aunque no se esté alojado. También se come bien en la Parrilla El Fogón y de picoteo en la terraza del Mesón El Castril y en el café bar La Cambera.
DÓNDE DORMIR EN PECHÓN
Don Pablo (donpablohotel.com) es un encantador hotelito ubicado en una casa tradicional del pueblo rodeado de jardines y a poca distancia de la playa de Arama. Junto a otro de los arenales de Pechón están las tiendas del glamping Kampaoh Las Arenas (es.kampaoh.com), sobre un espectacular acantilado y con vistas a la playa, a la que tiene acceso directo. Además del alojamiento, los alojados tienen una amplia variedad de actividades para hacer en este entorno, desde kayaking a paddle surf o buceo.