Si hay un lugar al que acudir cuando uno quiere bajarse del mundo, ese podría ser Fuentes del Narcea, allí donde Asturias se aleja del mar para replegarse en la esquina suroccidental del Principado. Un territorio encajado en la cuenca de dos ríos y aislado por sinuosas carreteras donde el regreso a las raíces funciona como un bálsamo contra la urgencia urbana. En esta comarca empeñada en conservar intactas sus costumbres ancestrales encontramos uno de los rincones más remotos y despoblados de la península.
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Más de 300 rutas de senderismo atraviesan estos parajes inmersos en el corazón del Parque Natural de las Fuentes del Narcea, Degaña e Ibias, en el que descansa el bosque de Muniellos, el mayor robledal de España y una de las masas forestales más emblemáticas de Europa. Un lugar único en su especie y de alto valor ecológico que, por su frágil singularidad, está declarado Reserva Natural Integral, lo que significa que goza del grado más alto de protección y su visita está restringida a 20 personas al día.
En Muniellos –a menudo en la cabeza del ranking de los paisajes más hermosos de Asturias– se pueden ver jabalíes, lobos, corzos, gatos monteses y hasta el esquivo urogallo. Pero el rey del entorno sigue siendo el oso pardo. Aunque resulte difícil encontrarlo, esta tierra acoge la mayor población de España del gigante cantábrico, puesto que reúne las condiciones ideales para su supervivencia. Nada que preocupe a los escasos habitantes de la comarca, acostumbrados a vivir con la presencia del oso. Gentes que, desde sus adormilados pueblos hundidos en los valles o aferrados a las laderas, han salvado sus viejos oficios de la sentencia a muerte que les dictó la minería.
Aquí las parroquias de Sisterna, El Corralín, El Bao y Tablado conforman el territorio cunqueiro, un lugar donde todos los varones, hasta bien mediado el siglo xx, fueron maestros de la madera en torno. Con bloques de castaño, abedul o plágano elaboraban las piezas de la vajilla tradicional (morteros, artesas, fuentes…), dando sentido a un oficio que hoy está en peligro de extinción. Como también lo está la otra singularidad de la comarca: la de las ovejas xaldas. Una raza pequeña y de pelo largo, de la que los estudios genéticos dicen que es más primitiva que la celta. Ovejas que tienen una calidad increíble, tanto en la lana como en la carne, con la que se elabora uno de los platos más típicos del lugar: el cordero xaldo a la estaca, con seis horas de cocción.
Visitar Fuentes del Narcea es descubrir también la Asturias que no bebe sidra, pues esta es una comarca de vinos, que hasta cuenta con una Denominación de Origen Protegida. La DOP de Cangas recoge una tradición milenaria que ya los monjes desempeñaban, allá por el siglo IX, en el monasterio de Corias. El mismo edificio que ha sido convertido en Parador de Turismo y en el que se siguen elaborando caldos de reconocido prestigio.
El bosque de Muniellos es el mayor robledal de españa y una de las masas forestales más emblemáticas de Europa
Pero por su peculiar orografía, no se trata de un vino cualquiera, sino de los que resultan de la llamada viticultura heroica, es decir, la que se produce en laderas con más de 30º de inclinación, con los viñedos en pronunciadas pendientes. El resultado son unos excelentes caldos de montaña con variedades autóctonas únicas como el albarín, el carrasquín o el verdejo negro.
El apunte experto
- Reservar con antelación la visita al bosque de Muniellos, porque su acceso está muy limitado.
- Entrar en el Museo del Vino de Cangas del Narcea para conocer todo sobre la tradición vitivinícola de este territorio.
- Hacer una ruta guiada para intentar ver al oso pardo.
- Descubrir el taller de cerámica negra Llamas del Mouro, donde se elabora esta peculiar artesanía típica de la comarca.
- Visitar La Guarida del Cunqueiru, en la aldea de Tablado, que da a conocer el oficio tradicional artesano de la madera en torno.
GUÍA DE VIAJE