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El Rompido, un pueblito blanco de pescadores y la playa más virgen de Huelva

Descubrimos este rincón de la costa onubense entre la desembocadura del río Piedras y el Atlántico donde uno se quedaría a vivir para siempre


Actualizado 11 de agosto de 2023 - 15:21 CEST
© Cordon Press

Muchas cosas (o pocas, según se mire) parecen haber cambiado en este pequeño núcleo pesquero en la desembocadura del río Piedras desde que en el siglo XIX fueron llegando pescadores de Isla Cristina, Lepe, Cartaya, Ayamonte, Almería, Málaga y hasta del Algarve portugués, que queda ahí al lado, al otro lado del Guadiana, para la captura del atún y la pesca artesanal de bajura.

 

Una huella de esa tradición pesquera son los restos del poblado el Real de la Almadraba de Nueva Umbría, ese conjunto de edificios que hasta 1963 albergaba a los trabajadores dedicados a este arte tradicional en la Flecha de El Rompido, y los “amarraíllos históricos”, las barcas fondeadas a orillas del Piedra. También las casitas encaladas de los pescadores que hoy habitan los descendientes de esas familias pioneras, y otras llegadas al calor del desarrollo turístico del pueblo.

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Junto al puerto y a lo largo del paseo marítimo está la zona más antigua y auténtica de El Rompido. Apenas unas pocas calles con nombres alusivos –Nao, Barca, Goleta, plaza del Mar y, cómo no, una calle dedicada a la Virgen del Carmen, patrona de los marineros– donde hoy los vecinos se sientan a la fresca a las puertas de sus casas y los veraneantes buscan mesa en alguno de los numerosos restaurantes que se concentran en tan poco espacio. No faltan heladerías para comprar el último helado del día y unas pocas tiendas de artesanía y souvenirs que alargan el horario en estos meses estivales.

 

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© donagamba

En El Rompido se come bien en muchos sitios, porque los pescados y mariscos no pueden ser más frescos, pero en la plaza de las Sirenas, junto a la iglesia de Nuestra Señora del Carmen, está Doña Gamba (doñagamba.es), cuyo nombre es una buena pista de dónde probar el más codiciado producto de Huelva. Sí, las gambas están riquísimas, damos fe, pero también los langostinos, las coquinas, los chocos, las almejas, el tartar de atún…

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Doña Gamba tiene otro restaurante muy cerquita y con las mejores vistas desde su terraza asomada las marismas del río Piedras y Flecha del Rompido, el paraje natural que vigilan los dos faros de este núcleo costero. Sí, dos. Uno al lado del otro, el del siglo XIX y el que le sustituyó a partir de 1976, más alto, con 31 metros de altura, que le permiten abarcar el largo tramo que se extiende entre Ayamonte y Huelva.

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Cartaya, el municipio al que pertenece El Rompido, tiene playas fluviales rodeadas de pinos y enebros, como las de San Miguel y Nuevo Portil, en las que algunos prefieren pasar el día porque no hay oleaje, pero en este enclave tan singular la más buscada es la larguísima flecha de arena de unos 12 kilómetros de longitud que separa las aguas del río Piedras del océano Atlántico y a la que solo se puede llegar en los barcos que cruzan el estuario.

 

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Cuando uno se pone a andar a primera hora de la mañana por la salvaje lengua arenosa salpicada de dunas y vegetación es posible que no se encuentre con nadie en kilómetros y kilómetros, salvo algunos pescadores provistos de un rastrillo que recogen coquinas en la orilla y algunos bañistas alrededor del único chiringuito de la playa.

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Con una extensión de más de 2500 hectáreas, el Paraje Natural Marismas del río Piedras y Flecha del Rompido también es un lugar maravilloso para hacer paddle surf y salir a navegar al ponerse el sol. Para recorrer caminando, perderse por sus pinares, atravesar las pasarelas de madera que cruzan unas marismas que cambian el paisaje según la hora del día y observar a la fauna en su hábitat natural.

 

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Inmerso en este enclave, a solo 400 metros del pueblo y a menos de los faros, se encuentra el hotel Fuerte El Rompido (fuertehoteles.com), un cuatro estrellas único por su ubicación, con las mejores vistas desde sus habitaciones y desde sus espectaculares jardines en el que pasar unas vacaciones junto al mar. Hasta septiembre, incluso, en régimen de Todo Incluido.

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El día en el complejo se pasa disfrutando de sus piscinas al aire libre (no falta una climatizada) y de sus zonas de ocio separadas para niños y adultos. También hay numerosos salones y terrazas, spa, tiendas donde hacerse con un modelito playero y un amplio programa de actividades en la naturaleza. Además, un servicio de barco gratuito lleva a los clientes en solo 15 minutos desde el embarcadero del puerto a la Flecha de El Rompido.

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En el apartado gastronómico hay espacios para todas las horas del día. Si el restaurante Dosfaros es el lugar para degustar la gastronomía de Huelva en un ambiente tranquilo, en El Olivo se toman los variados desayunos y las cenas bufés. Y si se quieren probar creativos cócteles está el Bar Noble, con actuaciones en directo para despedir el día o las vacaciones en este rincón de la costa onubense donde uno se quedaría a vivir para siempre.

 

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