El Reform Club mantiene abiertas sus puertas y sus silenciosos y decadentes salones en el número 104 de la calle Pall Mall de Londres, donde lo conoció Julio Verne, pero nadie en su interior apostaría hoy ni un penique a favor de repetir el viaje de Phileas Fogg. Es imposible. Ya no existen conexiones marítimas entre Brindisi y Bombay por el canal de Suez, ni navega transporte alguno entre Calcuta y Hong Kong. Fogg podría realizar los mismos trayectos en avión, con lo que ganaría incluso semanas. Aun así, tardaría más de 80 días en completar su viaje.
Un estudio del Sunday Times señalaba que en el caso de que Fogg ahora consiguiera escapar de Scotland Yard (y de la Interpol), algo improbable, tendría que aguardar cuatro semanas en la India para conseguir un pasaporte para Aouda, sortear luego una segura denuncia por secuestro y, finalmente, esperar quizá meses para obtener un visado de entrada en Inglaterra en estos tiempos del Brexit.
Hoy Fogg habría perdido su apuesta, además de su dinero y de su hacienda. Los recursos empleados en su viaje costarían no menos de 620.000 libras, según el periódico, en vez de las 22.000 que invirtió el flemático viajero inglés. Solo comprar un elefante en Kholby, India, le hubiera costado 62.000 libras. Hacen bien los socios del Reform Club en no apostar a favor de un nuevo Phileas Fogg.
Por entregas, en tiempo real
Afortunadamente, Julio Verne sí apostó por él. Su novela La vuelta al mundo en 80 días , una maravillosa obra que ha conseguido despertar en millones de lectores la afición a la geografía, la pasión por la aventura y la necesidad de conocer el mundo, nació con un reto máximo: narrar con total verosimilitud la trama en la ficción de una hazaña posible, pero nunca antes conseguida, y contarlo, diríamos, en tiempo real.
Verne publicó la novela por entregas en el diario Le Temps, desde el 6 de noviembre hasta el 22 de diciembre de 1872, narrando las aventuras de un personaje que tiene que llegar a Londres para ganar su apuesta el 21 de diciembre de 1872. Los lectores del diario más importante de su tiempo en París fueron siguiendo los 37 capítulos de la novela durante 46 días como si se tratara de la crónica de un corresponsal, sin saber hasta el último capítulo, publicado el 22 de diciembre, si la noche anterior, a las 20 horas y 45 minutos, Fogg había ganado la apuesta.
La influencia de Edgar Allan Poe
Cuando publicó el relato, Jules Gabriel Verne Allotte ya era un escritor consumado, aplaudido por el público. Con la ayuda y la confianza de su editor, Jules Hetzel, había conseguido batir récords de ventas –76.000 ejemplares– con Cinco semanas en globo diez años antes. Fue este quien animó a Verne a especializarse en un terreno narrativo hasta entonces poco o nada frecuentado: la literatura de aventuras basadas en los viajes, la geografía y la ciencia. Hetzel era el editor más importante de su época, responsable del éxito comercial de autores como Balzac, George Sand o Victor Hugo. Era quien había incorporado a la edición de libros a los grandes ilustradores de su tiempo –Neuville, Gavarni, Doré–, también, quien había difundido en Francia la obra de Goethe, Stevenson y, sobre todo, Edgar Allan Poe, a quien Verne admiraba especialmente.
En 1862, diez años antes de la publicación en Le Temps de La vuelta al mundo en 80 días, Hetzel publicó Cuentos inéditos de Edgar Poe, que incluía el relato La semana de los tres domingos, en el que Poe explica cómo era posible que tres personas celebraran el mismo domingo en tres fechas diferentes de la misma semana: una había completado la vuelta al mundo de este a oeste, otra de oeste a este y la tercera había permanecido siempre en el lugar de origen. Una magnífica pista para la solución a la aventura de Fogg.
Un collar para Caroline
Verne era un gran viajero. Cuando se publicó el relato sumaba ya algunos viajes interesantes. Había recorrido parte de Inglaterra, Escocia y Escandinavia y había cruzado el Atlántico a bordo de un gran transatlántico para conocer Nueva York y las cataratas del Niágara. Algunos de sus biógrafos cuentan que cuando tenía 11 años tomó un pequeño bote y trató de alcanzar un vapor que partía hacia la India con la intención de llegar a Bombay y regresar con un collar de coral para su prima Caroline, de la que estaba completamente enamorado.
El escritor había nacido en Feydeau, una antigua isla en el Loira, reconvertida en un barrio de Nantes. Su padre, abogado, le obligó a estudiar Derecho en París, donde Jules vivió varios años, más interesado en la poesía, el teatro y las novelas que en el código civil. En 1856 viajó a Amiens para asistir a la boda de un amigo y allí la casualidad quiso que conociera a Honorine Deviane, con quien se casaría ocho meses después. La pareja tuvo en París a su único hijo, Michel. Cuatro años después, la familia se trasladó desde la capital francesa a Amiens, donde fijaría su residencia definitiva.
Viajes extraordinarios
Tenía 35 años cuando publicó su primer gran éxito: Cinco semanas en globo. El título fue idea de Hetzel, que propuso a Verne iniciar con este libro una colección de viajes extraordinarios que trasladaran al lector, en palabras de Hetzel, “todos los conocimientos geográficos, geológicos, físicos y astronómicos acumulados por la ciencia moderna”. Aceptó el encargo y comenzó a añadir títulos: Viaje al centro de la Tierra, De la Tierra a la Luna, Las aventuras del capitán Grant, Veinte mil leguas de viaje submarino…
Su cada vez más extraordinaria biblioteca le sirvió a Verne para documentar el marco geográfico y la información científica de sus relatos. En el caso de La vuelta al mundo en 80 días se sirvió de las crónicas de viajes que publicaba la revista semanal Le tour du monde, editada por Édouard Charton, que alentaba a las personas a emanciparse a través del conocimiento y a estimular la fe en el progreso que nacía de las exploraciones.
A Verne también le sirvió de fuente de inspiración La vuelta al mundo en 120 días, el relato de Edmond Plauchut aparecido en 1871 en La revista de los dos mundos, donde se narraba un viaje que partía de Marsella, pasaba por Ceilán y Hong Kong, alcanzaba San Francisco y recorría América Central antes de regresar a Francia. Y, como se ha dicho, el cuento de Edgar Allan Poe, La semana de los tres domingos.
Tres acontecimientos decisivos
La información que publicaban los periódicos tuvo también un papel clave en la gestación de La vuelta al mundo en 80 días, que basa su verosimilitud en tres acontecimientos que revolucionaron los transportes: la finalización del ferrocarril que cruzaba Estados Unidos de costa a costa, en 1869; la inauguración del canal de Suez, en Egipto, también en ese año, y la apertura del túnel de Mont Cenis, en los Alpes, en 1871, el año anterior a la publicación de la novela. Un túnel que, por primera vez, permitía llegar por carretera sin interrupción desde París a Brindisi, en el sur de Italia, el puerto del que partían los barcos hacia Suez. Sin el túnel, el canal y el ferrocarril americano resultaba imposible dar la vuelta al mundo en menos de un año. Después de 1871, era posible, o al menos creíble, plantear esta hazaña nunca antes realizada en 80 días.
Verne era un gran viajero, cruzó el atlántico para conocer Nueva York y las Cataratas del Niágara
Cualquier lector desconfiado podía comprobar la fiabilidad de la trama acudiendo a los directorios de las compañías de navegación y consultando la Guía Bradshaw, la biblia de los servicios ferroviarios de la época. Su editor, George Bradshaw, creó la publicación en 1839, con la intención de que fuera una referencia mensual de los servicios y horarios de ferrocarril en el mundo. Llegó a tener más de 1000 páginas, avalada por la fama de su exactitud y prestigio. Phileas Fogg parte de viaje con un equipaje mínimo. Pero en su bolsa, con dos camisas, tres pares de calcetines, una manta de viaje, un chambergo, dos buenos zapatos y dinero en efectivo, no podía faltar la guía Bradshaw.
El mayor éxito de Verne
Hetzel publicó La vuelta al mundo en 80 días íntegra, en libro, el 30 de enero de 1873, un mes y unos días después de que finalizara la edición por entregas en Le Temps. La primera edición solo llevaba el texto; la segunda, pocas semanas después, incorporaba 57 ilustraciones realizadas por Alphonse de Neuville y Léon Benett. En la portada se advierte que el libro está ilustrado. Lleva, al pie, un sello que dice Collection Hetzel, sobre el que figura el lema de la colección: Los mundos conocidos y desconocidos. En su interior, en la primera página, se indica que la obra se inscribe en la serie Los viajes extraordinarios, de la que formarían parte 54 títulos publicados en vida del autor y 14 después de su muerte. La serie comenzó con la publicación de Cinco semanas en globo y concluyó con La impresionante aventura de la misión Barsac, publicada en 1918, trece años después del fallecimiento del novelista.
Phileas Fogg recorrió 9.000 kilómetros en tren y casi 38.000 en barco durante su viaje
La vuelta al mundo en 80 días resultó el mayor éxito comercial de Julio Verne y de su editor. La historia del misterioso, imperturbable y finalmente enamorado Phileas Fogg, el caballero inglés que da la vuelta al mundo por una apuesta en un tiempo récord, a pesar de que le persigue la policía, no existen las vías de tren que esperaba en la India, le atacan los siux en América y no siempre cuenta con la ayuda de su doméstico, el exsaltimbanqui y sargento de bomberos Jean Passepartout, atrapó a los lectores desde el principio. Las ventas del libro superaron los 108.000 ejemplares. Todos aplaudieron el encanto y la fuerza del relato. Y algunos se preguntaron si era de verdad posible realizar el mismo viaje: 9.000 kilómetros en tren y casi 38.000 en barco. Una vuelta al mundo real, en 80 días.
Tras los pasos de Phileas Fogg
La primera en intentarlo se llamaba Elizabeth Cochrane, periodista. Firmaba con el seudónimo Nellie Bly. Joseph Pulitzer la reclutó para su periódico, el New York World. Fue ella quien tuvo la idea y quien se la planteó a Pulitzer. El editor creyó en la aventura. Podría atraer fama y anuncios para su periódico, pero consideró que era un desafío peligroso para una mujer tan joven –tenía 25 años– que solo hablaba inglés. Era mejor enviar a un hombre. Nellie le respondió: “Si envías a un hombre, me iré a la competencia y daré la vuelta al mundo en menos tiempo que tu redactor”.
El 14 de noviembre de 1889, tan solo cuatro días después de haberle planteado la idea a Pulitzer, Nellie Bly dejaba Nueva York embarcada en el SS Augusta Victoria, rumbo a Southampton, para dar la vuelta al mundo.
El mismo día, comenzaba otro viaje alrededor del globo, pero en dirección opuesta. El editor de la revista Cosmopolitan había leído la noticia del viaje de Nellie Bly. De inmediato, planteó a su mejor redactora, Elizabeth Bisland, el mismo reto: “¿Cuánto tiempo necesita para salir en un viaje alrededor del mundo?”, preguntó el editor. Elizabeth respondió: “Deme media hora”.
La misma mañana del 14 de noviembre, Nellie Bly partió por mar hacia Southampton para dar la vuelta al mundo por el este y Elisabeth Bisland por tierra hacia San Francisco, pero por el oeste. Ambas remitían de continuo sus crónicas a sus respectivos medios, con diferente eco: la revista mensual tuvo un impacto minoritario, mientras que el periódico de Pulitzer, diario, tardó poco en convertir el viaje de Nellie Bly en un asunto de interés nacional.
En la casa de Julio Verne
Nellie perdió casi un día de viaje por pararse en Amiens a saludar al mismísimo Julio Verne y a su esposa, Honorine. Fue un encuentro breve. El escritor no hablaba inglés y Nellie no sabía una palabra de francés. Con la ayuda de un intérprete, ella preguntó al escritor dónde había obtenido la idea de la más famosa de sus novelas. Verne respondió que la historia había nacido en un artículo del diario Le Siècle, que planteaba varios cálculos sobre la posibilidad de completar la vuelta al mundo en 80 días, parecidos a los que en la ficción detallan Fogg y sus contertulios en el Reform Club. Por su parte, Verne preguntó a la periodista por qué su periplo no cruzaba la India, como el de Phileas Fogg. “Porque tengo que batir un récord y no puedo detenerme a rescatar a una viuda”, fue la respuesta de esta.
Nellie Bly completó la ruta en 72 días, 6 horas y 11 minutos; la nave de Elizabeth Bisland no llegó a Nueva York hasta cuatro días después. Es posible, muy posible, que Pulitzer sobornara a la naviera del último barco de Bisland para que se retrasara, porque de otra forma resulta incomprensible que la nave zarpara varios días después de la fecha prevista para su salida.
La lista de los emuladores del viaje de Fogg siguió sumando nombres después de los viajes de Nellie Bly y Elizabeth Bisland. En 1901, el periodista Gaston Stiegler asumió la apuesta realizada por el diario Le Matin: batir el récord de Nellie Bly. Verne, que acababa de cumplir 73 años, le animó por carta: “Lo lograrás, Gaston –le dijo–, Phileas Fogg no se pondrá celoso si lo relegas a un segundo plano”. Poco más de dos meses después, una multitud entusiasmada recibía en la Gare du Nord a Gaston Stiegler, que llegaba a París en tren después de haber completado la vuelta al mundo en tan solo 63 días y 16 horas.
Leguineche, en el Reform Club
Un aliciente añadido al viaje alrededor del mundo siguiendo la ruta de Phileas Fogg ha sido, hasta fechas relativamente recientes, la posibilidad de inscribir la hazaña en el Reform Club. El periodista español Manu Leguineche así lo hizo en 1988. El secretario del club, mister Forrest, le explicó lo que debía hacer para inscribir su nombre en la lista de seguidores de Fogg. “Deberá usted volver a este mismo lugar dentro de 80 días exactamente, tras haber seguido con la máxima fidelidad posible el itinerario realizado por su predecesor. Deberá usted utilizar los medios de transporte terrestres o marítimos con los que Phileas Fogg dio la vuelta al mundo en 80 días. Buena suerte y buen viaje”.
Un apretón de manos y una apuesta de una libra sellaron el compromiso. Ochenta y un días después, Leguineche había completado su vuelta al mundo, con las insalvables dificultades que suponía la ausencia de barcos de transporte de viajeros y de un ferrocarril que cruzara Estados Unidos. “Un día de retraso, sí –dice Leguineche–, pero sin subir a un avión”. Entró en el Reform Club y comunicó su hazaña a un grupo de jugadores de whist que se encontraban en el primer salón al que accedió el periodista. No despertó ninguna emoción, no hubo preguntas, nula curiosidad. “¡Rupert! –ordenó uno de los jugadores a uno de los camareros–, apunta a este caballero español en el libro de Julio Verne”. El camarero así lo hizo y comunicó a Leguineche que hacía el número 2586.
El libro de Julio Verne en el Reform Club se cerró al año siguiente del viaje de Leguineche, en 1989, cuando Michael Palin, miembro de Monty Python, activo productor de libros y documentales de viajes, fue a inscribirse después de haber completado el viaje en 80 días por la ruta de Phileas Fogg para un programa de la BBC.
Cerrado para Michael Palin
Palin había iniciado su viaje con la preceptiva visita al Reform Club. Acababa de cosechar un enorme éxito por su papel en Un pez llamado Wanda. Era alguien muy muy conocido, famoso en todo el mundo, pero especialmente en el Reino Unido. Cuando completó el itinerario y regresó al Reform Club, acompañado por las cámaras de la BBC, no le permitieron la entrada. “Se negaron a dejarnos entrar –contó Palin en televisión– porque decían que sus funciones eran otras”. “Ya se sabe –concluyó Palin– que el propósito de todo club que se precie es mantener a la gente fuera”. Así se cerró el libro de Julio Verne en el Reform Club.
En la lista de emuladores del viaje de Fogg está el periodista Manuel Leguineche, lo hizo en 1988
El viaje de Phileas Fogg
Phileas Fogg parte de Londres el 2 de octubre de 1872, a las 20:45 horas. Para realizar su vuelta al mundo utiliza trenes, barcos a vapor y a vela, un elefante y un trineo a vela. Viaja desde Londres con su doméstico Jean Passepartout, y desde India, con este y con Aouda. Los protagonistas de la novela no viajan en globo, un recurso utilizado en la adaptación más famosa, la película protagonizada por David Niven y Cantinflas. Tampoco pasan por ninguna plaza de toros, como sucede en esta. El itinerario y los medios de transporte empleados son:
- De Londres a París y de París a Brindisi, vía Turín, en tren, y de Brindisi a Suez en barco de vapor
- De Suez a Bombay, en el barco de vapor Mongolia
- De Bombay a Kholby, en tren
- De Kholby a Allahabad, en elefante
- De Allahabad a Calcuta, en tren
- De Calcuta a Hong Kong, en el barco de vapor Rangoon
- De Hong Kong a Shanghái, en la goleta Tankadera
- De Shanghái a Yokohama, en el barco de vapor Carnatic
- De Yokohama a San Francisco, en el barco de vapor y velamen General Grant
- De San Francisco a Kearney, en tren
- De Kearney a Omaha, en trineo
- De Omaha a Chicago y a Nueva York, en tren
- De Nueva York a la actual Cobh, antes Queenstown (Irlanda), en el barco de vapor Henrietta
- De Cobh a Dublín, en tren
- De Dublín a Liverpool, en un barco de vapor de línea regular
- De Liverpool a Londres, en tren
Phileas Fogg, Passepartout y Aouda creen haber llegado a Londres el 21 de diciembre cinco minutos después de la hora fijada para ganar la apuesta. Pero en realidad habían llegado el día anterior, a las 20:50 horas, después de 79 días de viaje. Cuando, al día siguiente, advierte su error, Fogg se presenta de inmediato en el Reform Club. Llega a las 20 horas, 44 minutos, 57 segundos, tres segundos antes de lo previsto: 80 días.
La vuelta al mundo hoy, en crucero o en avión
- Este año, 2023, ha supuesto el retorno de los cruceros alrededor del mundo, suspendidos los dos años anteriores. Un regreso que ha estado marcado por un éxito absoluto de ventas, lo que ha llevado a las compañías a lanzar ya sus propuestas para el próximo año.
- La naviera MSC anuncia la vuelta alrededor del mundo de su barco MSC Poesía, que saldrá de Barcelona el próximo 7 de enero de 2024 y finalizará el 13 de mayo en Copenhague, después de un viaje de 127 noches, con escala en 52 destinos.
- Costa Cruceros propone una vuelta al mundo a bordo del Costa Deliziosa, que parte el 12 de enero de 2024 desde Marsella para regresar al mismo puerto 127 días después. Otras navieras como Seven Seas Cruises, Oceania Cruises o Fred Olsen también han anunciado ya propuestas para dar la vuelta al mundo en 2024.
- Por su parte, Cunard, referencia mundial desde que ofreció dar la vuelta al mundo en barco por primera vez en 1922 a bordo del Laconia, propone para el próximo año viajar en el Queen Victoria, con salida en Southampton el 11 de enero y regreso al mismo puerto el 28 de abril: un viaje de 109 días con tarifas desde 17.850 euros por persona.
- Las aerolíneas agrupadas en las alianzas Star Alliance y Oneworld también ofrecen billetes ‘vuelta al mundo’. El de las primeras es un billete flexible que permite recorrer un máximo de 62.000 kilómetros, haciendo escalas entre 2 y 15 destinos y con la posibilidad de que se pueda viajar desde 10 días hasta 12 meses después de la primera salida.
- La alianza Oneworld ofrece tres tipos de billetes para dar la vuelta al mundo: una tarifa basada en continentes, otra basada en la distancia y una tarifa adecuada a un viaje intercontinental para explorar solo los continentes que bordean el océano Pacífico. El precio depende de las opciones elegidas.