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panoramica© Cordon Press

Calella de Palafrugell, el pueblo marinero más deseado del Mediterráneo

Más fotogénico no se puede ser, ni más delicioso para pasar unos días cerca del mar


Actualizado 4 de agosto de 2023 - 12:46 CEST
arco© Cordon Press

No hay que esforzarse demasiado para buscar una banda sonora al paisaje de Calella de Palafrugell, entre otras cosas porque hubo alguien que se nos adelantó hace ya más de medio siglo. “Quizás porque mi niñez sigue jugando en tu playa/ y escondido tras las cañas duerme mi primer amor/guardo tu luz y tu olor por donde quiera que vayas”. La voz inimitable de Serrat y su Mediterráneo sigue resonando en este lugar donde, en un hotelito costero frente al mar, compuso una de las grandes canciones de la música española.

 

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Sobre la arena gruesa de la playa de Port Bo descansan las barquitas. A orillas del mar están las viviendas de los pescadores con sus arcos abovedados. Detrás, el laberinto de calles estrechas y peatonales. Por encima de los tejados de sus casas blancas, la torre de la iglesia. Y enmarcando la postal, la costa rocosa, los acantilados y los pinos. Es la foto de este antiguo pueblo marinero que no puede ser más bonito. La Costa Brava tiene en él una de sus mejores cartas de presentación.

casco antiguo© Cordon Press

EL CASCO ANTIGUO

A espaldas de la playa de las barcas, el pequeño entramado de calles que forman la parte más bonita del casco antiguo guarda un encanto especial, sobre todo las de les Voltes y la Gravina, donde las buganvillas ponen color a las fachadas blancas. Caminando por el empedrado se alcanza en un suspiro la iglesia de Sant Pere.

 

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nocturna© Cordon Press

LAS PLAYAS

Port Bo es la playa de las barcas, a un lado están las del Malaespina y El Canadell; al otro, La Platgeta y, a continuación, la del Port Pelegrí. Y todavía faltan las del Golfet, Sant Roc o Els Canyers. Ocho son los arenales que bordean estas aguas turquesa del Mediterráneo. Pequeñas, recogidas, de arena dorada, con piedras, para bañarse, comerse una paella en sus orillas o entonar habaneras que traen a la memoria el recuerdo de aquellos emigrantes que hicieron fortuna en Cuba. La ruta de los Americanos que recorre Calella, Llafranc y Llofriu también pone en valor su legado.

 

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LOS CONCIERTOS DE SANT PERE

Abierto a la plaza que da nombre, el templo de Calella es un edificio sencillo, con torre cuadrada, una única nave y encalada, como se estila en este pueblo marinero. Tiene algunas obras artísticas de interés y, es, por su acústica, el marco perfecto para los conciertos que cada verano se organizan en ella a cargo de las Juventudes Musicales de Palafrugell.

festival© Cordon Press

EL FESTIVAL DE CAP ROIG

Siguiendo la costa de Calella hacia el norte, en un impresionante paraje natural al lado del mar está el castillo y el jardín de Cap Roig, uno de los botánicos más importantes del Mediterráneo. Cada verano, en este singular enclave acoge un festival que reúne en un escenario al aire libre a los mejores artistas del mundo de la música, por el que pasarán en las próximas semanas desde Lola Índigo o Manuel Carrasco a David Bisbal (caproigfestival.com). En su espacio Village se podrá disfrutar en las horas previas a los conciertos de la propuesta gastronómica de los Hermanos Torres.

 

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mirador© Cordon Press

LOS MIRADORES

Junto a la conocida popularmente como la casa rosa, en un saliente rocoso, se encuentra el mirador de Manel Juanola i Reixach, dedicado al creador de la fórmula de las famosas pastillas Juanola, que nació en Palafrugell, y que ofrece la mejor panorámica de la playa del Canadell. Y otra buena vista la regala la punta dels Burricaires, entre la playa de Port Pelegrí y La Platgeta.

camino ronda© Cordon Press

EL CAMINO DE RONDA

Para contemplar panorámicas espectaculares y hacer ejercicio, en Calella hay que caminar por el camino de ronda que recorre su costa siguiendo las marcas blancas y rojas del GR-92. Hasta Tamariu son 9 kilómetros, que se cubren en 2 horas y tiene un primer tramo fácil hasta el pueblo de Llafranc, luego otro hasta el faro de San Sebastián y, a partir de aquí, el más salvaje, que tiene una parada en la Cala Pedrosa. Un paseo inolvidable entre bosques, acantilados, vegetación mediterránea y el azul del Mediterráneo como telón de fondo.

 

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EL FARO DE SAN SEBASTIÁN DE LLAFRANC

A mediados del siglo XIX se inauguraba en Llafranc, otro de los núcleos costeros Palafrugell, un faro de 12 metros de altura sobre un escarpado acantilado que es el más potente del litoral catalán – 50 millas alcanza a ver– y guía a los barcos que navegan por el golfo de León. Su libro de visitas dice que por aquí pasaron desde Emilio Castelar a la señora de Churchill. Junto al faro hay un yacimiento íbero y el hotel restaurante El Far donde disfrutar de la tranquilidad, de una gastronomía de tradición mediterránea y de maravillosas vistas.

 

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cala xelida© Cordon Press

TAMARIU

Más pequeño que Calella y Llafranc, Tamariu es el tercer núcleo de costa de Palafrugell –en él también están los enclaves rurales de Santa Margarida, Enmedàs y Llofriu, al pie de Les Gavarres–. Tiene una playa principal donde el primer sábado de septiembre se celebra la cantada de Habaneras y varias calas, entre las que sobresale la bonita de Aigua Xelida (en la imagen), que se alcanza en kayak, barca o nadando. Tomando el camino de ronda desde la cala Els Liris espera la cala Pedrosa, con una antigua barraca.

 

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