En la Grecia antigua, la costa del mar Egeo se conocía como Jonia y su belleza era tan apreciada que Homero la bautizó como un “paraíso de eternos azules”. Salpicada de calas, pequeñas islas y playas infinitas de arenas blancas y aguas color turquesa, sus puertos y pueblos de casitas blancas con vistas al mar y sus ciudades antiguas completan esa estampa de postal. Recorrer la provincia de Muğla, punto de encuentro entre el Egeo y el Mediterráneo, es una buena aventura para vivir este verano y disfrutar de todo ello. Ahí van algunas pistas.
Hemos descubierto dónde están las playas más salvajes del Mediterráneo
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BODRUM, LA FAVORITA DEL EGEO TURCO
En la Antigüedad, Bodrum llegó a ser una de las ciudades más importantes de la región de Caria, donde vivieron personajes tan relevantes como Herodoto y Artemisa I, la primera mujer almirante de la historia. Hoy es uno de los paraísos vacacionales más populares de la costa turca por sus sus oníricos fondos marinos y sus tranquilas calas rodeadas de pinos que se recorren en goleta (las embarcaciones típicas del lugar) en pequeñas excursiones, como las que llevan a la playa de Dalyan, a las ruinas de Milas, Didimia y Mileto o, más allá, a las islas griegas de Kos y Rodas.
El alma de Bodrum está en el muelle, donde atracan los barcos desde hace más de 3000 años –muchos ahora yates de lujo–, se concentran tabernas, restaurantes y tiendas de ropa de marca, comienzan las experiencias náuticas y se cena al atardecer con espectaculares vistas.
Los aficionados a la historia no se pierden el castillo de Bodrum, construido por los caballeros de la Orden de Malta en el siglo XV, que acoge el Museo Submarino, levantado con piedras del Mausoleo de Halicarnaso. De la que fue una de las Siete Maravillas del Mundo en la Antigüedad, hoy apenas quedan unas ruinas, pero merece la pena ascender hasta ellas desde la mezquita de Tepecik para imaginar cómo debió ser este monumento en su época de esplendor, y visitar, de paso, el teatro de la época del Rey Mausolos, uno de los más antiguos de Anatolia.
FETHIYE Y LA COSTA DE ÖLÜDENIZ
Con su belleza natural, sus playas galardonadas, sus tranquilas calas y sus espectaculares vistas, Fethiye es otro de los centros más turísticos de Muğla. Aquí se encuentran lugares como Ölüdeniz, famoso por su pintoresca costa, o el Valle de las Mariposas, hogar de más de 80 especies. También merece una visita la pintoresca bahía de Kabak, que se ubica a una hora en coche. Los amantes de la naturaleza disfrutan caminando por la Vía Licia, una de las mejores rutas de senderismo de larga distancia del mundo, y el impresionante cañón de Saklıkent.
Por la Riviera turca en busca de playas de ensueño, licios y leyendas
Pero Fethiye es también muy conocida por los aficionados al buceo gracias a la variedad de flora y fauna de su fondo marino, y por Babadağ, esa montaña de 2000 metros a muy poca distancia del mar donde los más atrevidos se lanzan en parapente sobrevolando la reserva natural de la Laguna Azul.
MARMARIS Y LA ISLA DE CLEOPATRA
Muchos de los que llegan cada verano a esta localidad lo hacen para disfrutar de sus espléndidas playas, como Turunç e İçmeler, de las de Selimiye y Bozburun. También de la isla de Cleopatra o la de Sedir, donde se puede nadar en sus aguas tranquilas mientras se observan estructuras históricas. Pero luego acaban haciendo un viaje por la historia al descubrir la antigua ciudad de Physkos, una de las ciudades portuarias más importantes de la región de Caria; el castillo de Marmaris, que ahora alberga el Museo Arqueológico; y el Bedesten (bazar cubierto).
La vida tranquila reina en Köycegiz, la ciudad slow de la provincia de Muğla, en la que el tiempo discurre haciendo excursiones en barco envueltos en un aroma inolvidable de flores de naranjo y árboles de liquidámbar y contemplando las tortugas marinas Caretta caretta en el trayecto. Para los que buscan historia y cultura está la antigua ciudad de Kaunos, uno de los asentamientos más antiguos de la región, con tumbas excavadas en la roca que datan del siglo IV a. C. Y si se prefieren actividades en la naturaleza está la montaña de Sandras, una prolongación de los montes Tauro.
LA TRANQUILA DATÇA
Datça es casi una encantadora isla en la península de Muğla, con tres playas que no hay que perderse: Kumluk, Hastanealti y, cerca del puerto, la de Taslik Plaji. Nueva Datça es el principal asentamiento de la ciudad, y alberga numerosos restaurantes, cafés, pubs y el lago Ilıca. En las calles empedradas y estrechas de la parte antigua hay comercios donde parar para tomar una copa de çay.
Y en el extremo occidental de la península, se encuentra la antigua ciudad de Knidos, un paraíso diferente que evoca al pasado, como recuerda la célebre escultura Afrodita, obra del autor griego Praxíteles. ¿A qué otra cosa se llega hasta aquí? Pues a saborear la cocina local, elaborada con hierbas y plantas autóctonas, marisco, miel de tomillo y almendras.