Tan codiciada fue Cartagena de Indias en el pasado que se ganó el sobrenombre de ‘la Heroica’. El eco de ese espíritu épico pervive todavía en la ciudad amurallada, de calles empedradas y fachadas de colores que la Unesco ha reconocido como Patrimonio de la Humanidad. Su casco histórico, resguardado del mar Caribe, posee el mayor conjunto de fortificaciones de Sudamérica. Construcciones defensivas levantadas entre los siglos xvi y xviii que permitieron que resistiera los ataques de los corsarios y preservara una arquitectura excepcional que celebra sin pesar la nostalgia.
La Puerta del Reloj es la puerta de entrada. Tras cruzarla, aguarda un escenario tan verosímil –la herencia española es abrumadora– como mágico. Pura inspiración. Por eso, a nadie extraña que el nobel de Literatura Gabriel García Márquez, cuyos restos descansan en el claustro de La Merced, hiciera de esta ciudad de belleza tan elocuente su destino inevitable y escenario de algunas de sus novelas como Del amor y otros demonios y El amor en los tiempos del cólera.
El casco histórico de cartagena, resguardado del mar Caribe, posee el mayor conjunto de fortificaciones de Sudamérica
Imprescindible recorrer los pasos del escritor por la ciudad –mejor contratar un tour, porque aquí realidad y ficción se confunden–, mientras se admiran iglesias coloniales como la del convento de Santo Domingo, la de San Pedro Claver, la de Santo Toribio y la catedral Santa Catalina de Alejandría. También sus museos, como el Naval y el del Oro Zenú, y antiguos palacios y palacetes: el de la Inquisición (hoy Archivo Histórico), el de Gobernación o la Casa Bolívar. Pero, sobre todo, hay que perderse por las calles, detenerse en sus plazas, de día y de noche, porque el esplendor de Cartagena de Indias se vive de verdad en su espíritu cotidiano.
En Getsemaní, antigua barriada popular, se disfruta del ambiente festivo de la plaza de la Trinidad, con sus puestos de comida y terrazas, así como del aire bohemio de sus galerías de arte y su street art. Y entre el barrio de San Diego y la plaza de Santo Domingo, además de admirar el esplendor de las antiguas casonas, palacios e iglesias, embriaga el ritmo de la música callejera, con sus ecos africanos, la dulzura de sus quioscos y, sobre todo, la elegancia y la creatividad de Colombia, que aquí tienen su mejor escaparate.
La influencia española es muy visible en la ciudad amurallada, patrimonio de la humanidad
Tras este espíritu relajado y decadente, Cartagena de Indias también esconde direcciones sofisticadas. Desde hotelitos encantadores o restaurantes inolvidables a premiadas coctelerías que ofrecen un viaje sensorial a lo más íntimo de Colombia. Ahí está el restaurante Celele y su Proyecto Caribe Lab, con el que sus chefs investigan en la cultura gastronómica vernácula. O Alquímico, un cocktail-bar, con terraza en su azotea, que celebra los ingredientes naturales y las tradiciones del país.
Una parada en la librería-café Ábaco, un helado de corozo en La Paletería, los atardeceres invencibles desde el Café del Mar, las antigüedades en la plaza de San Diego, los cestos y sombreros maravillosos de Claudia Akel, la joyería de Senda Nelly Rojas, las prendas de St. Dom, el valor de las piezas de Artesanías de Colombia... Las sorpresas son inagotables en Cartagena de Indias, y si alguna vez acaban, siempre podremos continuar el viaje por el Caribe y sus azules imposibles de las cercanas islas del Rosario y la península de Barú. Y así, como dijo Gabriel García Márquez, “vivir para contarla”.
El apunte experto
- Despedir el día en la muralla desde el Café del Mar (cafedelmarcartagena.com.co) y disfrutar de la noche con los cócteles de El Barón(elbaron.co) y Alquímico (alquimico.com), elegido el décimo mejor bar del mundo.
- Descansar en una playa desierta en Barú o entregarse a la diversión (tras hacer snorkel) en las islas del Rosario.
- El centro comercial La Serrezuela, una antigua plaza de toros reconvertida con los años en teatro, que en la actualidad ofrece una amplia oferta de ocio en el centro histórico, donde descubrir la calidad de la industria creativa del país, como se puede apreciar en la tienda Malva y Artesanías de Colombia.
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