El pueblo madrileño de Frenedillas de la Oliva puede presumir de dos cosas, de su multiculturalidad, con casi 30 nacionalidades diferentes en un municipio de 1500 vecinos, y de ser el pueblo con más arte. Las ventanas, puertas y fachadas de sus casas se han convertido en cuadros. Son 68 murales los que decoran su casco antiguo, desde una antigua bodega o una vaquería a la hospedería en la que se alojaron los protagonistas de la famosa serie de televisión Curro Jiménez cuando rodaban en esta localidad algunos de sus capítulos.
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Detrás de esta ruta artística señalizada, la mano y los pinceles de la muralista madrileña Elena Parlange, que recibió hace 10 años este encargo y “aunque era tema libre” quiso recuperar la memoria de un pueblo para convertirlo en una obra de arte. La artista nos cuenta que su pintura “ha dado una nueva vida a casas abandonadas o cerradas, pero manteniendo el recuerdo de sus vecinos o los antiguos oficios tradicionales del pueblo”, como la fiesta de la Vaquilla.
Tras los murales de Fresnedillas de la Oliva llegó años después la propuesta de otro municipio madrileño, Collado Mediano, al que Elena Parlange también ha puesto color y vida, como el centro de interpretación de su yacimiento romano.
En una esquina muy popular de este pueblo del sureste de Madrid, Elena Parlange situó la Casa del Amor. Una vivienda llena de amor, pasado, presente y futuro.
Álvaro de Luna, quien dio vida a El Algarrobo, y Sancho Gracia, a Curro Jiménez, posan en la hospedería que los acogió durante el rodaje de esta serie de televisión emitida en los años 70.
El perro de La Bodega, que asoma por la puerta, es el mural preferido por los niños. En la imagen se puede ver el antes y el después de esta vivienda. En la misma, otra pintura muestra a un simpático bodeguero que nos invita a tomar un chato de vino.
Al lado del edificio del ayuntamiento está la casa donde vivía el panadero de Fresnedillas de la Oliva, al que se ve horneando el pan mientras dos pequeñas preparan la masa.
La casa Día de la Matanza rememora esta costumbre tan popular en los pueblos españoles, una tradición artesanal que proporcionaba alimentación durante un año para las familias.
En la calle Real había un café-bar y, en la parte de arriba, se hacían celebraciones y estaba el salón de baile donde los vecinos se divertían. Las pinturas de Elena Parlange rememoran esa época.
El simpático animal que asoma por la puerta de la Casa de la Vaca de Collado Mediano se deja acariciar. Un trampantojo que recuerda que en este mismo lugar en otro tiempo había una vaquería.
La Vaquilla de Fresnedillas no es una vaquilla real, sino una fiesta muy particular, con siglos de historia, en la que no hay animales. Está protagonizada por hombres, porque las mujeres se encargan de preparar, el día de antes, los atuendos. Es una fiesta rural de tipo ganadero que ya existía en tiempos de Felipe II, en el siglo XVI. Tiene como personajes fijos la vaquilla (el mozo más rápido y ágil del pueblo), el alcalde, el alguacil, el escribano y la hilandera. Los acompañan un grupo de judíos.