Lleva siglos seduciendo a artistas y escritores: Renoir, Van Gogh o Picasso y tantos otros... Pero, ¿qué tiene que atrapa de ese modo? La combinación es perfecta: la luz, el sol, los pueblos románicos, las ruinas romanas, los lugares Patrimonio de la Humanidad, las carreteras secundarias, las rutas que discurren junto a los acantilados con el Mediterráneo azul de fondo... Estas pistas te ayudarán a dosificar sus encantos.
VER LOS CAMPOS DE LAVANDA EN FLOR
Los campos de la Provenza tiñen de lila y violeta los valles de la región y para admirarlos hay infinidad de rutas que se pueden hacer en coche, en bici o en moto y disfrutar de este paisaje que parece resaltado por el Photoshop, haciendo parada en encantadores pueblecitos provenzales en lo alto de las colinas. De la Alta Provence al Verdon (168 km), del Parque Natural de Prealpes d’Azur a Grasse (70 km), de Orange a Manosque pasando por Sault (155 km) o de Vercors a Diois (220 kilómetros).
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CONOCER GRASSE, LA CAPITAL DEL PERFUME
El sentido del olfato se despierta en esta pequeña ciudad de la Provenza aupada sobre una colina que presume de ser la capital internacional del perfume desde el siglo XVI. Por sus coloridos campos llenos de rosas, jazmines, nardos y lavanda, sus jardines, sus callejuelas medievales, sus casas con arcadas y soportales, la bonita catedral románica con cuadros de Rubens y Fragonard, su Museo Internacional de la Perfumería y su cercanía al Mediterráneo, no se puede ser más cautivadora. Del 31 de julio al 2 de agosto celebra, además, la Fiesta del Jazmín, con batallas de flores, conciertos de música provenzal…
VISITAR EL PALACIO DE LOS PAPAS EN AVIÑÓN
Monumental. Es la palabra que mejor define a la que fue residencia de los soberanos pontífices del siglo XVI Una monumental fortaleza gótica, de las más grandes de Europa, que la Unesco ha catalogado como Patrimonio de la Humanidad. Su interior contiene frescos excepcionales, magníficos tapices y es escenario cada año, desde 1947, del Festival de Aviñón.
HACER UNA RUTA POR LOS PUEBLOS DEL LUBERON
En mitad de la Provenza, Luberon es un macizo montañoso salpicado de pequeños y encantadores pueblos medievales con un denominador común: calles estrechas, plazuelas, fuentes, capillas, molinos y alrededor un paisaje de olivos, viñedos y bosques. Gordes y Roussillon están colgado en la montaña; Lourmarin sobresale por sus antiguas fachadas y galerías de arte; Ansouis tiene el castillo más bonito; Ménerbe, espléndidos palacios...
DESCUBRIR LAS CALANQUES
Entre Cassis y Marsella se extiende, nada más pasar el puente de la Pointe Rouge, el maravilloso y abrupto paisaje del Parque Nacional de Calanques, 20 kilómetros de recortada costa que el mar ha ido modelando, dando lugar a pequeñas rías (calanques) que se disfrutan sumergiéndose en sus aguas de color turques, en kayak o desde las alturas. Para una primera aproximación se puede recorrer la calanque de Port Miou, la más larga, que no tiene playa y luego darse después un baño en la de Port-Pin.
PASEAR POR EL PUERTO VIEJO DE MARSELLA
Ningún lugar mejor que el viejo puerto para empezar a descubrir Marsella, esa ciudad con larga historia –nada menos que 26 siglos– que la convierten en la más antigua de Francia. Ante su renovada fachada marítima, obra de Norman Foster, una ciudad más moderna, que se descubre caminando por el paseo peatonal y la Ombriére, que ofrece sombra cuando aprieta el sol. Allí mismo está el Mercado del Pescado, que se monta todos los días y ofrece su rostro más marinero. Tomando desde el puerto la orilla sur, se descubre la parte burguesa de la ciudad, que lleva al fuerte de San Nicolás; tomando la norte, callejuelas y tesoros por los que perderse antes de alcanzar el fuerte de San Juan.
SEGUIR LAS HUELLAS DE PICASSO
Siempre, pero especialmente este año, que se cumple medio siglo de su muerte, hay que seguir la ruta de Picasso por esta hermosa región del sur de Francia, donde descubrió la fuerza creadora e inspiración de Cézanne, Monet, Matisse y Van Gogh. Tomando como punto de partida Marsella, el recorrido lleva después a la artística ciudad de Arlés, Aix-en-Provence, donde el Museo Granet exhibe algunas de sus obras; a Sorgues, Les Baix-de-Provence, Vallauris –donde está el Museo Nacional Picasso– y concluye en Vauvenargues, donde se instaló en un bonito château, su último hogar y donde reposan sus restos.
IR DE COMPRAS POR LOS MERCADOS DE AIX-EN-PROVENCE
Esta elegante ciudad de arboladas avenidas, deliciosas placitas y fuentes monumentales; atractivos a los que se suma el agua termal y la ruta de Cézanne, su hijo más ilustr. Pero a Aix-en-Provence también se va a curiosear por los mercados de su casco viejo: la place de Prêcheurs es el lugar de los vendedores de fruta y verdura, en la del Hôtel de Ville, el de los puestos de flores. Los apasionados de la artesanía encuentran textiles y antigüedades en los mercados de Cours Mirabeau y place de Verdun…
HACER UN CRUCERO FLUVIAL POR LA CAMARGA
El delta del Ródano se divide en dos al pasar por Arlés y se llena de vida dando lugar al Parque Natural de la Camarga, un inmenso espacio de marismas, dunas, pastos infinitos y salinas de casi 150.000 hectáreas. Dos son sus protagonistas: los flamencos rosas –que usan esta llanura fluvial como zona de cría y descanso de sus migraciones– y los caballos blancos, cuyos cuidadores –los gardians– forman una comunidad anclada en el tiempo y fiel a sus tradiciones. Para explorarlo, nada mejor que hacer un crucero fluvial por sus canales a los mandos de tu propia embarcación.