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La costa norte albanesa, un diamante en bruto en el corazón de Europa

Viajamos a la zona costera menos conocida de Albania, en el norte del país y a pocos kilómetros de Tirana, su capital. Un tesoro inexplorado de playas infinitas, un verde paisaje montañoso, ruinas romanas y ciudades medievales.


Actualizado 19 de junio de 2023 - 12:43 CEST
© E.P.

Albania está de moda. Un destino que cada vez despierta más interés por sus pueblos anclados en el tiempo, su naturaleza, las magníficas playas y especialmente porque quedan pocos rincones en el continente europeo aún sin explorar. Este país de la península Balcánica conserva ese sabor auténtico que tienen los destinos alejados de las masas y que aún guardan secretos. Un litoral intacto (o al menos mucho menos explotado que otros destinos mediterráneos) que merece la pena descubrir antes que nadie.

Podemos decir que hay una Albania emergente dentro de la Albania emergente. Desde 1991, año en que el país abrió sus fronteras, la Riviera Albanesa emerge como una joya desconocida, un tramo costero que se asoma al mar Jónico, en el suroeste del país casi haciendo frontera con Grecia, con unas playas que poco tienen que envidiar a las del Caribe (se la conoce como el Caribe Balcánico) por sus aguas de color turquesa. Pero hay un tramo costero aún menos explorado en la costa norte, a tan solo 37 kilómetros de la capital, Tirana, con magníficas playas bañadas por el Adriático, y en los alrededores ruinas romanas, verdes montañas, lagos y ciudades medievales que son el verdadero diamante en bruto frente a un sur que crece año tras año en adeptos.

 

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© Meliá Dürres

¿CÓMO LLEGAR A ALBANIA?

Hoy es cada vez más fácil viajar a Albania -especialmente en verano- y la mejor manera de hacerlo desde España es vía Madrid o Barcelona al Aeropuerto Internacional Madre Teresa, en Tirana. WizzAir ofrece dos vuelos directos semanales (lunes y viernes) entre Madrid y Tirana y diarios desde Barcelona. También Iberia ofrecerá este verano vuelos charter a Tirana comercializados a través de World2Meet (grupoiberostar.com) todos los martes desde el 20 de junio al 26 de septiembre.

 

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© Meliá Dürres

UN HOTEL DE ALMA ESPAÑOLA FRENTE AL ADRIÁTICO

Para elegir alojamiento lo mejor es optar por la zona costera de Dürres, más tranquila que la capital y un buen punto de partida para hacer excursiones de un día desde la costa. Situado en la enorme playa de Gjiri Lalzit acaba de inaugurarse Meliá Dürres, un extraordinario resort vacacional gestionado por la cadena española Meliá, en una ubicación excepcional -ventajas de ser el primero en llegar-.

 

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© Meliá Dürres

Modernas habitaciones y suites, donde predominan los tonos blanco y tierra, con zonas exteriores ajardinadas y una enorme piscina central (en realidad es una sucesión de varias piscinas unidas entre sí) entre los dos edificios en forma de ‘u’ del hotel. No son las únicas, hay que buscar las infinity pool en los dos rooftop que se sitúan al final de los dos edificios donde están las habitaciones. El mejor lugar para disfrutar de un cóctel, la puesta de sol o simplemente para relajarte contemplando la panorámica, que desde aquí es única. Uno de los rooftop es de acceso libre, mientras que al otro solo podrán entrar quienes hayan contratado el servicio The Level, una estancia a otro nivel, con áreas de desayuno, comida, terrazas, lounge o espacios de relajación privados.

Una grata sorpresa os llevaréis en el spa y wellness center. Diseñado por el arquitecto italiano Simone Micheli, el espacio de 2.000 metros cuadrados -el más grande del país- cuenta con una completa zona de aguas con piscina interior de 25 metros, jacuzzi, sauna húmeda, seca, de hielo, cueva de sal y una carta donde no falta ningún tipo de masaje.

 

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Para los que la gastronomía está íntimamente ligada a los viajes aquí seréis felices. Porque en Albania se come muy bien (y a buen precio). Con presencia de vegetales, pescados, carnes… notaréis la influencia mediterránea, griega y turca. En el Meliá Dürres se ha cuidado el capítulo gastronómico con varios restaurantes: Cape Nao, de cocina mediterránea a base de productos frescos como ensaladas o pescados; Casa Nostra, estamos frente a la costa de Italia y los sabores de la cocina italiana no podían faltar; en Merkado, propuestas más internacionales; y para una copa o un cóctel, Elixyr o el Sport Bar.

¿Qué te puedes pedir?

En Cape Nao te recomendamos unas verduras a la brasa, un pescado a la parrilla o si preferís carne el pollo o la ternera braseados. Si tenéis antojo de comida española en la carta hay gazpacho y arroces. Y en Casa Nostra especialmente las pizzas hechas en horno de leña -que lo veréis nada más entrar-.

Si ya hemos disfrutado del hotel es el momento de hacer alguna excursión en el entorno y descubrir el destino del que todo el mundo habla.

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EN RUTA POR LA RIVIERA DEL NORTE

 

TIRANA, LA CAPITAL SORPRENDENTE

Conviene dedicar uno o dos días a la capital, que en ocasiones queda eclipsada por otras ciudades costeras, pero en la que merece la pena hacer un alto. Una urbe algo caótica -especialmente con el tráfico, como todo el país, donde hay que tener cuidado con la conducción y algunas carreteras- en la que se mezclan un ambiente joven y cosmopolita -con modernos restaurantes, cafés, mercados...- con la estética comunista del pasado, especialmente en su arquitectura. Hay que pasar por la inmensa plaza de Skanderbeg, visitar la famosa Torre del Reloj que con sus 35 metros de altura ofrece la mejor panorámica, la mezquita de Et’hem Bey, el Museo de Historia Nacional o el barrio alternativo de Blloku con bares, restaurantes, tiendas y boutiques.

 

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DURRES, UNA ROMA A LA ALBANESA

La segunda ciudad más grande del país también merece una visita. Portuaria, playera e histórica, le pasa algo parecido a la capital, que es caótica y desordenada. Lo mejor de ella es su pasado romano donde podéis visitar los restos del anfiteatro, de la época de Trajano, el mayor y mejor conservado de la península balcánica. Las termas romanas del siglo II, de las que se conservan restos del caldarium y la piscina. De la misma época quedan restos del acueducto y en el Museo Arqueológico -el más grande del país- se conservan las piezas relevantes. También hay que visitar la Torre Veneciana y el tramo de muralla bizantina que queda en pie.

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UNA CATA DE VINO EN EL LAGO

Cuatro regiones vinícolas tiene Albania empeñadas desde hace años en producir buenos caldos. Para unir gastronomía y vino y descubrir las excelencias locales lo mejor será hacer una excursión a unos 15 minutos en coche de la costa, en la región de Ishëm, donde se encuentra Duka Winery (kantinaduka.al), uno de los principales productores de vino del país. Aquí podemos realizar una cata de vino albanés en un entorno rodeado de viñedos y montañas junto al lago y acompañarla de una degustación de especialidades de la cocina albanesa en su restaurante. Cabernet Sauvignon, Merlot y Tempranillo son las variedades protagonistas en sus tintos y blancos. Como protagonista es el paisaje que rodea a la bodega: antes o después será posible dar un agradable paseo en barca por el lago.

 

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LA VILLA HISTÓRICA DE KRUJË

La ciudad del héroe nacional es una de las excursiones cercanas a Dürres más interesantes -a 39 kilómetros, que en recorrerlos se tardará aproximadamente una hora-. Al acercanos a ella se descubren dos ciudades, primero Fushë Krujë, donde los nombres de cafés, restaurantes, tiendas y estatuas homenajean a George W. Bush, el primer presidente de Estados Unidos que pisó la Albania postcomunista. Pocos kilómetros más arriba aparece Krujë trepando por la montaña. En esta localidad nació en el siglo XV su gran héroe nacional, conocido como Skanderbeg, quien dirigió la resistencia contra los otomanos durante 25 años hasta su muerte. Hoy es adorado por todos los albaneses con estatuas, museos… y especialmente en su ciudad natal.

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Krujë gana en belleza cuando te acercas y el paisaje deja de estar dominado por nuevos edificios en construcción. Entonces llegas a la ciudad medieval coronada por un castillo. Para acceder hay que atravesar un mercado tradicional otomano lleno de pequeñas tiendas en calles adoquinadas -por las que no circulan los coches- que se va enredando bajo sus murallas. Los suvenirs para los turistas se exhiben en el exterior (admiten euros como moneda de pago junto al lek albanés). Venden artesanía en madera de olivo, vestidos tradicionales, las apreciadas alfombras hechas a mano (kilim) o prendas de lana que van desde chalecos a gorros o zapatillas.

Varias cosas llaman la atención. La bandera nacional por todas partes, roja y con un águila bicéfala estampada en negro, el símbolo de un país al que llaman ‘La tierra de las águilas’; figuras de todos los tamaños de la madre Teresa de Calcuta, la religiosa de origen albanés (nacida en Skopje); y el minarete de la mezquita Murad Bey emergiendo con su torre blanca entre los tejados del mercadillo.

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Luego toca subir al castillo atravesando sus murallas restauradas. Dentro espera el Museo Gjergj Kastrioti, dedicado a Skanderbeg y en el exterior, los jardines y una panorámica única en la que la vista se pierde a lo lejos en el horizonte salpicado de verdes montañas y como telón de fondo el Adriático. Aquí reside el alma de Albania.