SUBIR AL MEJOR MIRADOR DE ESTAMBUL
Para empezar a tomar las medidas a una ciudad tan desmesurada como Estambul, con 20 millones de personas, hay que empezar por contemplarla desde sus alturas. Y, aunque será difícil abarcarla por completo de un vistazo, la colina Pierre Loti, en el distrito de Eyuo, y la de Camlica, en el lado asiático, son algunos de los mejores miradores para ver los pináculos de sus mezquitas sobresaliendo sobre los tejados y el Bósforo.
VIVIR UNA FINAL EN EL ESTADIO OLÍMPICO ATATÜRK
Más que mezquitas y bazares, la atención estos días la acapara el estadio olímpico Atatürk en el que Inter de Milán y Manchester City jugarán la final de la Champions League. Un recinto construido para la candidatura de Turquía en los Juegos Olímpicos de 2008 que es la sede habitual de la selección turca y donde más de 75.000 personas vivirán una cita memorable.
PERDERTE POR EL GRAN BAZAR
Mirar, probar y comprar todo lo que se te antoje. El Gran Bazar es un gran escaparate con más de 3000 tiendas bajo sus cúpulas donde encontrar desde una alfombra o una lámpara a un juego de té o todas las delicias turcas que uno pueda imaginar. Conviene orientarse porque será difícil salir de las 80 calles en las que se divide el que es uno de los mercados más grandes y antiguos del mundo.
DESCUBRIR SULTANAHMET, EL CENTRO HISTÓRICO
Mucho tiempo de la estancia en Estambul hay que dedicárselo, sí o sí, al centro histórico, en el que se levantan sus dos grandes mezquitas: Santa Sofía y la mezquita Azul, y muchos otros monumentos importantes de la ciudad, como el Hipódromo de Constantinopla o el Palacio de Topkapi. En torno a su plaza central, Patrimonio de la Humanidad, hay jardines, fuentes, el obelisco egipcio de Teodosio y también hoteles, tiendas y restaurantes de cocina tradicional siempre animados.
SANTA SOFÍA
El skyline de Estambul lo marca esta obra maestra de la arquitectura bizantina, con sus afilados alminares y su cúpula de 30 metros de diámetro, fue durante nueve siglos basílica cristiana, mezquita otomana y hoy museo, el más importante de esta ciudad fundada sobre dos continentes, Asia y Europa. La levantó Constantino el Grande y la reconstruyó Justiniano en el siglo VI adornándola de maravillas como suelos de mármol, imponentes columnas y espectaculares mosaicos para crear un suntuoso interior. Con ella rivaliza en dimensiones la de Solimán el Magnífico.
LA MEZQUITA AZUL
Hay más de 1000 mezquitas en Estambul apuntando con sus minaretes al cielo, pero pocas con la magnificencia de esta levantada por el sultán Ahmed I a principios del siglo XVII y que eclipsó a todas las otomanas construidas antes que ella. Su nombre se lo debe a los más de 20.000 azulejos de color azul y blanco que adornan su gran cúpula central, y su magia, a la luz de las decenas de vidrieras y lámparas de araña que cuelgan del techo. Un lugar único que ha merecido, junto con la plaza de Sultanahmet, formar parte de la lista de la Unesco.
PALACIO TOPKAPI
Ningún lugar como este palacio refleja el poder que alcanzó Constantinopla como sede del Imperio otomano. El que fuera centro administrativo y educativo durante 400 años hoy es un inmenso museo rodeado de jardines con vistas al estrecho del Bósforo que guarda importantes colecciones, desde armas a reliquias sagradas o el Tesoro de Topkaki, aunque ningún lugar atrae más que el harén del sultán.
NAVEGA POR EL BÓSFORO
Un clásico ineludible. Porque Estambul no es Estambul si no se contempla desde este canal, mejor aún a la caída del sol. Se puede hacer en los múltiples ferris de línea, pero también en los cruceros turísticos que atraviesan el Bósforo, algunos, incluso, con cena a bordo o, más sofisticado, alquilar un barco privado.
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SUBE A LA TORRE GÁLATA
Otra panorámica que no hay que perderse es la que ofrece esta torre construida en 1348 por los genoveses y a la que se puede subir para contemplar desde sus 61 metros de altura el Cuerno de Oro, cientos de mezquitas y el mar de Mármara. Quien llega hasta arriba puede incluso recrearse con las vistas desde su restaurante. También un icono de Estambul es el Puente Gálata, que une las parte vieja y nueva de la ciudad.
DE COMPRAS POR EL BAZAR DE LAS ESPECIAS
Conocido también como Bazar Egipcio, se encuentra en Eminönü, a escasos pasos del puente Gálata, y es otro laberinto de calles cubiertas y muy coloridas cuyo origen se remonta al siglo XVII. Allí hay que ir para conseguir dulces, especias y frutos secos, los productos típicos del país.
ENTRAR EN LA CISTERNA BASÍLICA
Ajeno al bullicio de la ciudad, en este palacio sumergido reina el silencio, con la excepción de cuando se convierte en escenario de conciertos por su magnífica acústica. Lo construyó el emperador Justiniano el Grande en el siglo VI y se utilizaba para abastecer de agua al palacio de Topkapi y a otros edificios importantes.
PASEO POR EL BARRIO DE BALAT, EL BARRIO HÍPSTER
Toda ciudad que se precie tiene su barrio hípster y el de Estambul es Balat. Un conglomerado de callejuelas antaño habitadas por griegos y judíos y hoy revitalizadas por un clase joven y desahogada que se empeñó en lavarle la cara hasta convertirlo en un distrito de moda. Lo que encontramos en este rincón del Cuerno de Oro son fachadas de colores, cuestas pronunciadísimas y pavimento empedrado. Y también tiendas alternativas, comercios de productos orgánicos y decenas de cafeterías.
VER BAILAR A LOS DERVICHES GORÓVAGOS
Más que un espectáculo visual, la Sama, la ceremonia de los derviches giratorios, es un rito que se remonta más de 700 años atrás como parte del sufismo islámico y forma parte del Patrimonio Inmaterial de la Unesco. Hay varios locales en Estambul en los que se puede ver bailar a los danzantes, que visten de blanco, llevan los brazos abiertos mirando el cielo y acompañan sus giros por música de flauta y tambores.
GALAPORT, EL PUERTO DE MODA
Es la cara más contemporánea de esta ciudad de carácter cosmopolita. Un paseo marítimo que le ha dado una nueva cara a la ciudad, pues en él hay tiendas de diseño de firmas locales, restaurantes sofisticados, espacios para la música, museos con vistas al mar y la primera terminal subterránea de cruceros en el mundo.
RELAJARTE EN UN BAÑO TURCO
Después de exprimir la antigua capital otomana hasta el último rincón, el plan más reconfortante (y obligado) para cuidar el cuerpo (y el alma) es sumergirse en uno de los numerosos baños turcos de la ciudad, herencia de las antiguas termas romanas. En la orilla europea están los hammans históricos, como Çemberlitas, junto al Gran Bazar, o Hagia Sophia Hurrem Sultan o Baños de Roxelana, en honor a la esposa del sultán Solimán el Magnífico.