HENDAYA Y LA PLAYA VASCA PERFECTA
Un recorrido por la costa vasca francesa debe de comenzar en Hendaya, una localidad a poco más de 7 kilómetros de España, justo al otro lado de la ría de Hondarribia. En lo primero que hay que fijarse al llegar es en Ondarritz, la playa perfecta vasca con 3 kilómetros de arena fina salpicada de caserones de estilo neovasco. Allí los surfistas encuentran su paraíso gracias a las magníficas olas.
Al recorrer el paseo marítimo llama la atención el Old Croisière Casino, construido en la misma playa. Luego se impone un paseo por el casco antiguo y una visita al Château de Abbadia (chateau-abbadia.fr), que se define como un castillo-observatorio, por el observatorio astronómico de su interior, de estilo neogótico y con un curioso estilo ecléctico en sus salas y levantado sobre los acantilados.
Un hermoso recorrido por la costa vasca francesa entre Hendaya y Bayona
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SAN JUAN DE LUZ, DE TRADICIÓN BALLENERA
Seguimos recorriendo la costa para llegar a la bellísima localidad de San Juan de Luz o Saint Jean de Luz, donde de nuevo vemos las tradicionales casonas vascas con entramados de madera, palacios, una elegante playa bañada por el Atlántico. Su imagen más reconocible la ofrece el puerto desde donde se contempla el tranquilo ir y venir de pequeñas embarcaciones en el mismo lugar en el que hace siglos lo hicieran balleneros y corsarios. La villa, en el fondo de una cerrada bahía, es un destino muy solicitado en el verano. No hay que irse de ella sin probar los famosos macarons de Maison Adam (maisonadam.fr) elaborados a diario de forma artesanal con una receta que ha pasado de generación en generación desde el siglo XVII.
BIARRITZ, LA CIUDAD DEL SURF
Antes de dirigirnos al interior seguimos descubriendo los pueblos costeros frente al Atlántico y de San Juan de Luz nos dirigimos a Biarritz, seguramente la villa marinera más glamurosa de la costa vasco-francesa desde que la realeza europea la convirtiera en su lugar preferido de vacaciones en el siglo XIX, en plena Belle Epoque. Una pequeña y elegante ciudad con castillos, palacios, bonitas playas y muchos campos de golf. También es conocida como ‘la ciudad de surf’ y como uno de los mejores destinos del mundo los surfistas. Aquí la cultura del surf se encuentra en todas partes, desde tiendas donde comprar todo lo relacionado con este deporte a empresas que alquilan el material y escuelas para principiantes.
SARA, EL PUEBLO MÁS BONITO DEL PIRINEO ATLÁNTICO
Dejamos la costa para descubrir algunos de los pueblos con más encanto del País Vasco Francés, allí sonde reside su verdadera alma. A 14 kilómetros de San Juan de Luz, hacia el interior, Sara es seguramente uno de los pueblos más bonitos de Francia. Rodeado de montañas y prados de un verde intenso, las casas tradicionales se asientan en torno a la iglesia de San Martín y el tradicional frontón, abierto para todo el que quiera socializar en él o jugar a pelota vasca. Imprescindible probar el pastel vasco que aquí hasta le han hecho un museo (legateaubasque.com). La visita incluye una degustación, También puedes hacer un taller y llevarte la receta del famoso pastel vasco a casa.
Las gargantas del río Tarn, el paisaje natural más sorprendente del sur de Francia
Hay que subir al tren cremallera de La Rhune (rhune.com/es) que en 35 minutos te deja en la cima con una panorámica de infarto. Y otro imprescindible, a las afueras de la localidad las Cuevas de Sara (grottesdesare.fr), una enorme gruta que se visita de forma guiada -dura unos 45 minutos y es mejor hacer reserva en la web- junto al parque megalítico y el museo.
EL PEQUEÑO ENCANTO DE AINHOA
Sara y Ainhoa forman parte de los cuatro municipios que conforman el valle sin fronteras de Xareta, junto a los navarros de Zugarramurdi y Urdax. Entre fondosos bosques, ríos y verdes prados se pasa de uno a otro. Solo 8 kilómetros separan Sara de Ainhoa, una nueva parada para los buscadores de pueblos bonitos. Es tan pequeño como encantador, apenas una calle con los típicos caserones vascos con entramados de madera en rojo o verde y contraventanas de colores, flores frescas en el alfeizar y una placa en la fachada con el año de construcción e incluso el apellido de la familia propietaria.
Tampoco podía faltar en la estampa la iglesia, del siglo XIII con las tradicionales galerías superiores de los templos de la zona; y el frontón, lugar de reunión además de espacio de deporte. En el entorno hay unas cuantas rutas senderistas por las que antes pasaban comerciantes, peregrinos y contrabandistas.
La experiencia de dormir en un lodge flotando en el lago en la costa francesa
ESPELETTE, PIMIENTOS AL SOL
No hay que irse muy lejos para visitar otro pueblo de características similares a Ainhoa. En Espelette (Ezpeleta en vasco) lo primero que llama la atención al llegar son los miles de pimientos rojos colgados en las fachadas de las casas secándose al sol (a finales del verano). Por supuesto, se pueden comprar en las tiendas y boutiques empeñadas en que el visitante se lleve este y otros productos locales, como el queso y el chocolate. Los pimientos, que se utilizan en casi todos los platos de la gastronomía local, no se producen únicamente aquí, también en Ainhoa, pero esta es la localidad que les da nombre: pimientos de Espelette y hasta tienen su propio festival, una cita gastronómica a la que acuden cientos de personas el último fin de semana de octubre.
SAINT JEAN PIE DE PORT, PUNTO DE PARTIDA DEL CAMINO DE SANTIAGO
Seguimos el viaje en busca de los pueblos más bonitos del País Vasco Francés en dirección al interior hasta llegar a San Juan Pie de Port, a 37 kilómetros de Espelette. Un bonito pueblo medieval en un punto estratégico del Camino de Santiago por tierras francesas porque se encuentra a tan solo 20 kilómetros de Roncesvalles y muchos peregrinos dan aquí comienzo al Camino Francés. La ciudadela amurallada conserva varias de las puertas originales, como la de Santiago, principal acceso de los peregrinos.
Un paseo por las calles adoquinadas reconoceremos la estética de los pueblos que hemos visto anteriormente: una arquitectura bien conservada de casas blancas con entramados y contraventanas de colores, flores en las fachadas y el bello puente de piedra sobre el Nive, la mejor postal de esta localidad. Este mismo río confluye con el Adour en Bayona, la capital del País Vasco francés, que tiene mucho que ver.