gullfoss© Visiticeland/Páll Jökull Pétursson

Islandia

Una escapada a Reikiavik y 10 experiencias inolvidables para vivir este verano

Cuatro días en la capital de Islandia dan para mucho, ¡compruébalo!


Actualizado 8 de junio de 2023 - 13:23 CEST
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Islandia, un paraíso natural de belleza cautivadora

“Dentro de 20 años estarás más decepcionado de las cosas que no hiciste que de las que hiciste. Así que desata amarras y navega alejándote de los puertos conocidos. Aprovecha los vientos alisios en tus velas. Explora. Sueña. Descubre”. Estas palabras del escritor Mark Twain son perfectas para quienes amamos viajar. Para quienes aprovechamos la más mínima oportunidad para conocer nuevos lugares. Y para mí ha sido un auténtico descubrimiento hacer una primera incursión en un país al que le tenía muchas ganas: Islandia.

Y digo una primera incursión porque lo que os propongo es una escapada de cuatro días para conocer su capital, Reikiavik, y algunos impresionantes lugares que se encuentran muy cerquita de la capital. Y os puedo decir que esta primera toma de contacto con este pequeño país ha superado todas mis expectativas.

Para situarnos un poco. Islandia se encuentra en el noroeste de Europa, al sur del Círculo Polar Ártico y a tiro de piedra de Groenlandia. Tierra de fuego y hielo, como popularmente se la ha calificado por sus volcanes (más de 100) y glaciares (Islandia cuenta con el mayor glaciar de Europa), este pequeño país (ronda los 368.000 habitantes) posee una belleza salvaje y fascinante a la vez. Durante muchos siglos aislado, sus habitantes han sabido adaptarse a la dureza de una climatología extrema que, a su vez, ha hecho de Islandia un verdadero paraíso natural en el más estricto sentido de la palabra.

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Un destino perfecto para una escapada este verano

Y aunque pueda parecer que nos queda muy lejos, lo cierto es que hoy día es muy fácil viajar hasta allí porque hay vuelos directos desde Madrid (también desde Barcelona y Alicante, aunque con diferentes compañías) y en tan solo 4 horas y media te plantas en Reikiavik. Yo volé con Iberia Express, la línea low cost de Iberia, que tiene dos vuelos semanales desde Madrid, de marzo a octubre, salvo los meses de verano que aumenta la frecuencia a tres (del 19 de junio al 14 de septiembre). Y, la verdad, la experiencia no ha podido ser más positiva porque, aunque es una línea low cost, ofrece una serie de servicios que hacen que el viaje sea mucho más placentero. Primero, por algo que yo valoro mucho: la impecable atención que la tripulación presta al viajero; segundo, porque tienes la posibilidad de acceder (gratuitamente) con tu dispositivo móvil a películas y contenidos diversos a través de la plataforma ‘Club Express Onboard’, con lo cual el viaje transcurre de la forma más entretenida y, tercero, porque si quieres tomar algo, puedes disfrutar de un tentempié de lo más rico y saludable.

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Pero vayamos al meollo de la cuestión. Es evidente que Islandia merece tiempo. Para conocer la isla a fondo se necesitarían, como mínimo, dos semanas, pero si lo que quieres es una primera toma de contacto con este sorprendente país, porque no dispones de más días, te propongo un viaje a Reikiavik y desde aquí una serie de excursiones (que puedes hacer en coche de alquiler o en transporte público) para vivir 10 experiencias únicas. Y el verano es una época estupenda porque los días son más largos y la meteorología, aunque cambiante, se hace muy llevadera. ¡Comencemos!

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1. Descubrir el encanto de Reikiavik

Cuenta la leyenda que cuando Ingólfur Arnarson, caudillo vikingo de origen noruego, llegó a estas desconocidas costas en el s. IX ordenó arrojar al mar los postes de madera que conformaban su trono y se comprometió a establecerse allá donde llegaran los postes. Y resultó que esos postes arribaron a una pequeña bahía, en la que se estableció el primer asentamiento de la isla, lo que hoy conocemos como Reikiavik, que en lengua islandesa significa “bahía humeante” por la cantidad de vapores que desprendían sus aguas termales.

Con sus algo más de 133.000 habitantes, la capital de Islandia (la más septentrional de Europa) encierra un particular encanto, y no sé muy bien si es porque parece un pueblo grande o más bien una ciudad pequeña. Sea como que sea, lo cierto es que Reikiavik es una ciudad tranquila, segura y acogedora, pero al mismo tiempo llena de vida, con una intensa actividad cultural que la ha convertido también en una ciudad cosmopolita.

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Un centro histórico hecho a la medida del ser humano

El centro de Reikiavik es pequeño e invita a recorrerlo en un agradable paseo. Se articula en torno a un par de calles concretas, Skólavörðustígur, que es peatonal, y Laugavegur, la calle más comercial de la capital, con un sinfín de tiendas, cafés y restaurantes. Caminando por ellas o por las callecitas aledañas te das cuenta de que aquí las construcciones se han adaptado perfectamente al entorno natural: las casas son sencillas y no muy altas para resistir los fieros vientos del Atlántico Norte, y también coloridas y alegres para contrarrestar la falta de luz de los largos inviernos. Y, sin duda, ello contribuye también a su particular encanto.

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Hallgrímskirkja: la torre vígía de Reikiavik

No es la catedral de Reikiavik, a pesar de que su majestuosa construcción domina la ciudad porque es prácticamente visible desde cualquier punto de ella. Esta iglesia de confesión luterana fue diseñada por el arquitecto Guðjón Samuel en 1937, aunque no se terminó de construir hasta 1986. Si subes por la calle Skólavörðustígur, la sensación que produce la visión de este edificio es de asombro y desconcierto. Con una torre de más de 70 metros (a la que se puede subir en ascensor para obtener una vista impagable de toda la ciudad de Reikiavik) sus formas constructivas pretenden emular las formaciones de lava volcánica, todo un tributo a la belleza natural de Islandia. Frente a ella y mirando al mar se erige la estatua del explorador Leif Eriksson, hijo de Erik el Rojo quien estableció el primer asentamiento vikingo en Groenlandia. Según determinadas investigaciones, Leif fue el primer europeo en llegar al continente americano, eso sí, con permiso de Cristobal Colón.

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Tjörnin, un lago en pleno centro urbano

Es otro de los lugares imprescindibles en la visita al centro de la ciudad. En invierno, los islandeses lo utilizan para patinar por su superficie helada y, en verano, como un lugar al que acudir para darse un paseo tranquilo, mientras se contempla, en la orilla opuesta, las bonitas casas de la zona residencial de Tjanargata. En el entorno de este lago urbano, donde viven diferentes tipos de aves (gansos, cisnes, gaviotas, charranes árticos…), se encuentran algunos edificios importantes de la ciudad, como el Ayuntamiento, con un moderno diseño de hormigón (en la imagen) o el Parlamento Nacional, ubicado en la vecina plaza de Austurvöllur, muy concurrida por los islandeses y donde hay un buen número de bares y restaurantes donde disfrutar tomando algo si el tiempo acompaña. Justo al lado del Parlamento está, esta vez sí, la catedral luterana de Reikiavik que data del siglo XVIII y que llama la atención por su extrema sencillez. También se localiza en las inmediaciones el Museo Nacional de Islandia, una visita aconsejable si lo que quieres es descubrir la historia islandesa desde los tiempos de la colonización vikinga.

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El viajero del Sol, una poética metáfora de lo que significa viajar

Reikiavik cuenta con un largo y agradable paseo marítimo que merece la pena recorrer, no solo para disfrutar de la vista del mar, sino también de las poderosas montañas que se levantan al otro lado de la orilla. Y es justamente en este impresionante escenario donde se encuentra una de las esculturas más famosas y fotografiadas de Reikiavik: el Viajero del Sol, una obra de mediados de los años 80 diseñada por el artista Jón Gunnar Árnason y que recuerda a un barco vikingo. Esta obra es todo un homenaje a la tradición marinera de Islandia, pero también una poética metáfora de lo que significa viajar.

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2. Recorrer la ruta del Círculo Dorado: el poder de la naturaleza

Es una de las grandes maravillas de Islandia y una muestra de la imponente naturaleza de este pequeño país, cuya poderosa (y bellísima) orografía es fruto de su origen volcánico. Si no dispones de mucho tiempo, hay tres hitos importantes que debes conocer.
 

Parque Natural de Thingvellir

Yo realicé el recorrido partiendo de Reikiavik en el sentido de las agujas del reloj, por tanto, mi primer destino fue el Parque Nacional de Thingvellir que se encuentra a unos 50 minutos de la capital islandesa en coche.

Declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2004, se encuentra situado en un valle tectónico en el que se produce uno de los fenómenos geológicos más importantes de la Tierra: la separación de la placa tectónica norteamericana y la euroasiática. Separación que, según los expertos, se sigue produciendo a razón de dos centímetros al año.

Estos movimientos tectónicos son claramente visibles en las enormes fallas que atraviesan el parque, la más impresionante es la que se conoce con el nombre de Almannagjá (en la imagen) y que hoy día se puede recorrer a pie. Caminar entre sus imponentes paredes de roca es toda una experiencia. No es de extrañar que series tan conocidas como Juego de tronos o películas como Lara Croft encontraran aquí las localizaciones perfectas.

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El parque (que cuenta con un centro de visitantes donde obtener información) está repleto de senderos, perfectamente marcados, que te llevarán a descubrir el lago más grande de Islandia: el Thingvallavatn, la cascada de Öxarárfoss o la falla de Silfra, inundada de aguas prístinas y que es uno de los lugares frecuentados por los aficionados al submarinismo. Pero junto a su naturaleza, este parque también ocupa un lugar importante dentro de la historia islandesa porque en él tuvo lugar en el s. X la creación del primer parlamento del mundo. Caminando por  Almannagjá  puede verse una bandera islandesa izada que marca el lugar donde se situaba la Lögberg (la ‘roca de la ley’).

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Gullfoss, una cascada digna de los dioses

Su nombre, Gullfoss, significa “cascada dorada” y es precisamente este asombroso salto de agua el que presta el nombre a la ruta del Círculo Dorado. Desde que te bajas del coche, y a medida que vas acercándote,  se va percibiendo un zumbido que acaba convirtiéndose en un ensordecedor estruendo, que responde a la perfección al increíble espectáculo que se despliega ante tu vista.

Esta impresionante cascada está situada en el curso del río Hvítá, cuyo caudal procede del segundo glaciar más grande de Islandia, el Langjökull. Se compone de tres saltos consecutivos: el primero de 11 metros de altura, el segundo, de 22 metros y finalmente de un tercero de unos dos metros de altura que desemboca en el cañón por el que discurre el río. Tal es la fuerza de las sucesivas caídas que se levanta una fina nube de gotas de agua que acaban por empaparte, aunque ni por esas consigues despegar los ojos de semejante espectáculo natural. Y más, si tienes la suerte de que salga el sol y se despliegue un increíble arcoíris.

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Geysir, un lugar donde la tierra escupe agua hirviendo

A tan solo 10 kilómetros de Gulfoss, en pleno valle Haukadalur, se encuentra una de las áreas de aguas geotermales más famosas de Islandia. Recibe el nombre de Geysir, de donde deriva la palabra "géiser", y es el nombre del que es uno de los géiseres más grandes y espectaculares de Islandia. En la actualidad está dormido, su última erupción fue en 2000, desde entonces permanece tranquilo, aunque por si acaso está perfectamente acordonado por si en un momento dado vuelve a despertar.

Sin embargo, a escasos metros se encuentra otro géiser que sí está activo y concita la atención de todos los turistas, es Strokkur, un géiser capaz de escupir agua hirviendo a más de 20 metros de altura. Normalmente, la erupción tiene lugar cada 5-10 minutos, y resulta llamativo (y divertido) ver a todos los visitantes, cámara en mano, reunidos en torno a él esperando justo el momento de la erupción para tomar la mejor imagen. Pasear por esta zona no deja de impresionar porque el terreno está cubierto por gran cantidad de humeantes fumarolas de agua hirviendo que forman grandes borbotones. Sin duda, una maravilla natural que puede verse en muy pocos lugares del mundo.

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© Visiticeland/Páll Jökull Pétursson

Kerid, un lago de aguas azules dentro de un impresionante cráter

Esta es otra de las maravillas naturales que se pueden ver en el recorrido por el Círculo Dorado. No es el cráter de un volcán, sino más bien una caldera volcánica con unas medidas que impresionan: 55 metros de profundidad, 170 metros de diámetro y 270 metros de circunferencia. Impacta no solo por su tamaño, sino también por el lago que aloja en su interior. La composición mineral del terreno unido a los efectos de la luz le proporcionan unas increíbles tonalidades azules o turquesas. A ello añádele el tono rojizo de la tierra contrastando con el verde de la vegetación.

Al parecer, la cantante Björk dio un concierto hace unos años en este espectacular lugar. El escenario estaba sobre una plataforma ubicada justo en medio del lago, mientras que los espectadores se situaban alrededor de la ladera de la caldera. ¿Te imaginas cómo debió ser esta actuación? Sinceramente, creo que deslumbrante. Por el paisaje y por la extraordinaria voz de esta famosa islandesa.

© Lava Show

3. Acudir a un espectáculo muy especial: Lava Show

Y yo diría que asombroso porque no existe en el mundo un espectáculo similar. Y la razón es simple: se recrea en vivo y en directo una erupción volcánica mediante el sobrecalentamiento (a unos 1.100º C) de lava real, que se desliza sobre un estrecho tobogán ante la atónita mirada de los espectadores. Desde luego es una manera de lo más original de aprender sobre volcanes, y los islandeses saben mucho de ello puesto que Islandia cuenta con más de 100 volcanes, muchos de ellos todavía activos.

Los fundadores de tan insólito espectáculo son Ragnhildur Ágústsdóttir y su marido. Dos apasionados del vulcanismo que tuvieron la idea a raíz de la experiencia que vivieron cuando contemplaron en directo la erupción del volcán Fimmvörðuháls, que tuvo lugar el 21 de marzo de 2010. Una idea original que no solo busca el espectáculo y el entretenimiento, sino también que sea una experiencia educativa y cultural porque este espectáculo se acompaña de interesantes explicaciones sobre la actividad volcánica de Islandia. De verdad, merece la pena.

Dónde se puede ver: Fiskislóð 73;  en el Old Harbour (puerto viejo) a pocos minutos andando del centro de Reikiavik en el distrito de Grandi. Hay pases todos los días de la semana a diferentes horas

© Blue Lagoon Iceland

4. Darte un baño en la laguna azul

Es sin duda, uno de los destinos turísticos más populares de todo aquel que realiza una visita a Islandia, pero también para los propios lugareños. De hecho, conviene sacar las entradas con cierta anticipación. Y a pesar de la gran afluencia de gente, la verdad es que merece la pena darse un baño en estas aguas termales al aire libre, cuya principal característica es su riqueza en sílice, un mineral que por los efectos lumínicos confiere al agua su característico color azulado. No solo podrás disfrutar de un baño a una temperatura de 35-40º C, mientras te aplicas un tratamiento cosmético completo para el cutis (estas aguas ricas en sílice y otros minerales tienen propiedades muy beneficiosas para la piel), también podrás disfrutar, sin salir del agua, de un refrigerio al gusto del consumidor.

Cómo llegar: se encuentra a unos 50 km de Reikiavik, en Grindavik, en la península de Reykjanes. La forma más sencilla de llegar es en coche por las carreteras 41 o 43, pero también se puede coger el autobús 55 o directamente con un taxi.

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5. Disfrutar de un almuerzo o una cena en la laguna azul

Y si después de disfrutar de un baño relajante te apetece almorzar o cenar, el complejo de la Laguna Azul cuenta con dos restaurantes; el primero de ellos es el Lava Restaurant donde podrás probar un delicioso menú de degustación que se basa en productos típicos islandeses con un toque moderno. Disfrutar de su gastronomía contemplando las aguas de la laguna y los campos de lava que la rodean es todo un lujo.

Y si prefieres una experiencia todavía más gourmet, el restaurante Moss, regentado por el chef Aggi Sverrisson, con una estrella michelin en 2022, ofrece una interesante fusión de sabores asiáticos e islandeses. 

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6. Empaparte de diseño nórdico visitando el  Harpa

El auditorio y centro de conferencias de Islandia, está ubicado junto al puerto viejo y posee unas increíbles vistas al mar y a las montañas que rodean la ciudad. Inaugurado en 2011, es uno de los edificios más emblemáticos de Reikiavic. Fue diseñado por el arquitecto Henning Larsen y el artista Olafur Eliasson, ambos de nacionalidad danesa, aunque en el proyecto también participó un estudio de arquitectura islandés: Batteríið Architects. Esta obra arquitectónica recibió en 2013 el Premio de Arquitectura Contemporánea de la Unión Europea - Premio Mies van der Rohe. Y no es de extrañar.

Al igual que sucede con otras construcciones de la ciudad, su moderno diseño es un símbolo del profundo respeto que los islandeses sienten por la naturaleza de su entorno. Está conformado por una llamativa estructura exterior compuesta por un sinfín de cristales hexagonales que quieren ser un homenaje a las formaciones geológicas de la isla y, cuando al anochecer se ilumina, se pueden contemplar asombrosos juegos lumínicos que rinden tributo al  espectáculo que proporcionan las auroras boreales.

Su interior, además de un auditorio, salas de conferencias, exposiciones y oficinas, también acoge diversas tiendas y un restaurante, el Hnoss, inaugurado en 2022, que merece la pena probar, ya sea para comer o cenar. Tiene una carta basada en productos frescos de temporada y una bodega digna del mejor gourmet.

© Visit Reykjavík

7. Avistar ballenas

Es otra de las actividades que debes realizar. Aunque algunos afirman que los mejores lugares para el avistamiento de ballenas son Húsavík o Akureyri (norte de Islandia), también puedes contratar un tour en Reikiavik. Ubicada en la bahía de Faxaflói, las aguas de la capital islandesa son un polo de atracción para estos cetáceos porque aquí encuentran gran cantidad de alimento. Entre las especies que se pueden avistar están los delfines de hocico blanco, las ballenas minke y las ballenas jorobadas.

Las compañías que se dedican al avistamiento de ballenas están en el puerto viejo de la ciudad, allí se pueden comprar los billetes y contratar la excursión que más te guste. Además, la gran ventaja de Reikiavik con respecto a otros lugares de Islandia es que los barcos tienen salidas diarias en cualquier época del año.

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© Yellowtrace

8. Visitar un museo y una exposición diferente

Tiene un nombre impronunciable, Höfuðstöðin, pero se trata de un acogedor centro de arte y cultura de Reikiavik que pone de manifiesto, una vez más, la vitalidad creadora de la capital islandesa. Este pequeño museo alberga una curiosa instalación permanente de una de las artistas islandesas contemporáneas más reconocidas a nivel internacional, Shoplifter / Hrafnhildur Arnardóttir, que ha sido bautizada con el nombre de Chromo Sapiens. Y digo curiosa porque se trata de un montaje multisensorial (la música juega también un papel importante), realizado en espacios diferentes pero continuados, con pelo sintético en multitud de colores. Con este montaje la artista representó a Islandia en la Bienal de Venecia de 2019. 

Tras ver y disfrutar de la instalación, este pequeño museo cuenta con una agradable cafetería donde poder tomar algo y una pequeña tienda donde poder curiosear algún recuerdo.

Para más información: www.hofudstodin.com

© Matur og Drykkur

9. Disfrutar de la gastronomía islandesa en un restaurante con Estrella

Está ubicado junto al puerto viejo y ocupa un antiguo edificio (1924) que fue utilizado como fábrica de pescado salado hasta los años 60, lo que le confiere ya de por sí un cierto encanto. Su nombre, Matur og Drykkur, significa "Comer y beber" en islandés, y vaya si hace honor a su nombre porque está considerado uno de los mejores restaurantes de Reikiavik. De hecho, en 2022, recibió una estrella michelin. Con una cocina basada en la materia prima de temporada, sus recetas tradicionales tienen un toque moderno y el resultado, además de muy creativo, es delicioso. Hay que probar el bacalao cocinado de mil y una formas, la trucha ahumada y el cordero; y mención aparte para los aperitivos.

Dónde está: Grandagarður 2, Reikiavik.

© Sky Lagoon

10. Despedirse de Reikiavik en otra piscina termal de ensueño: Sky Lagoon

La popularidad de las piscinas termales en islandia es evidente: cuenta con más de 100 distribuidas por toda la isla. Y es que para un islandés, a falta de terrazas debido a  las duras condiciones climáticas, estas piscinas son el mejor lugar para socializar. Y en verdad, desde mi punto de vista, son un gran invento. Aparte de la famosa laguna azul, Sky Lagoon es una de las más recientes inauguraciones (2021). ¿Y cuál es su particularidad? Pues nada más y nada menos que está junto al mar. Además de poder tomar un baño en sus aguas calientes (sin importar que llueva o nieve), contemplar el mar,  tomar un refrigerio mientras charlas animadamente con tu pareja o amigos y hacer un tratamiento de exfoliación corporal, yo te recomiendo también, tras el relajante baño, tomar una sauna sueca en una cabina acristalada con vistas al Atlántico Norte. La experiencia, te aseguro, es memorable.

Dónde está: en el puerto de Kársnes. Su dirección exacta, Vesturvör 44, 200 Kópavogur