Fue el genio instalado en la eternidad, el artista que reinventó el arte. Se cumplen 50 años de la muerte de Pablo Ruiz Picasso y el mundo entero se rinde ante esta figura universal, elevada a la categoría de icono del siglo xx. De Nueva York a París, pasando por Barcelona, Madrid y, cómo no, su Málaga natal, innumerables actos celebran este acontecimiento por todo lo alto. Pero es en la Provenza, la región más hermosa del sur de Francia, donde su fuerza creadora dejó la huella más profunda. Allí donde transcurrieron sus veranos del exilio, el pintor descubrió una luz que había sido fuente de inspiración para Monet, Matisse, Renoir y Van Gogh. La luz del Mediterráneo.
Una ruta tras los pasos de Picasso por estas tierras de sol y lavanda comienza, precisamente, en este mar que baña Marsella, la capital provenzal, volcada con la influencia que tuvieron en su obra las tradiciones populares. En esta ciudad de sabor marinero no solo hay que pasear por el Puerto Viejo, perderse por las callejuelas del barrio de Le Panier, el barrio de los artistas, o contemplar la panorámica desde Notre Dame de la Garde, sino también visitar el MuCEM (Museo de las Civilizaciones de Europa y del Mediterráneo) para seguir la estela del artista.
Es especialmente en Arlés, a donde llegó Picasso en 1920 en busca de la luminosidad de Van Gogh, donde las reminiscencias a su tierra le dispararon la nostalgia. Aquí encontró corridas de toros, baile flamenco y soplos de aquella España a la que nunca pudo volver. Por algo dicen que es la más hispánica de las ciudades francesas, a la que el artista homenajeó con La Arlesiana, un lienzo que puede admirarse en el Museo Réattu de esta localidad, asentado a orillas del Ródano. Aquí pervive otro de sus lugares admirados: el Café Le Soir, en la plaza de la República, que inspiró el famoso cuadro Terraza de café por la noche de su referente holandés.
Arlés es una ciudad artística, taurina y moderna, puerta principal a la Camarga, paraíso natural de la Provenza
También en Aix-en-Provence, el pueblo natal de Cézanne, encontró Pablo Picasso una fuente de belleza, que exprimió en entrañables momentos en la brasserie Les Deux Garçons (hoy devastada por un incendio). La colección de Jean Planque, en el Museo Granet, recoge las obras del genial artista malagueño que permiten hacer un repaso a la historia del cubismo, como lo hace el Museo Angladon, dentro de la colección de Jean Doucet, en otro de los pueblos que cautivaron su corazón: Aviñón, donde tuvieron lugar dos de sus míticas exposiciones, dentro del Palacio de los Papas. Una fue en 1970 y otra en 1973, seis semanas después de su muerte.
En esa ciudad de sabor marinero que es Marsella comienza la ruta que sigue a Picasso
La Provenza, con sus viñedos infinitos, recoge la sombra de nuestro pintor más ilustre en pequeños pueblos como Sorgues, donde retrató a un buen puñado de mujeres y dio a luz a obras tan hermosas como Guitarra y Botella de Pernod y copa. O en Les Baux-de-Provence, asentado sobre un promontorio, donde participó en la película El testamento de Orfeo, de su amigo Jean Cocteau. O en Vallauris, donde descubrió la cerámica en el taller del matrimonio Ramié y emprendió una frenética producción de miles de piezas que pueden admirarse en el Museo Nacional Picasso de esta localidad.
Pero, sobre todo, en Vauvenargues, donde se instaló en un bonito château con vistas a la montaña Sainte-Victoire. Lo adquirió en 1958 y fue su último hogar. Hoy sus restos, junto a los de su esposa Jacqueline, están enterrados en los jardines de este castillo, bajo uno de los ejemplares de su estatua de La dama oferente, que acurruca al genial artista.
Aviñón fue otro de los pueblos de la provenza que cautivaron el corazón de Pablo Picasso
El apunte experto
- El Mercado del Pescado, montado todas las mañanas en el Puerto Viejo de Marsella. Toda una muestra de costumbrismo y color local.
- Los monumentos romanos de Arlés, la ciudad que ostenta el mayor número después de Roma. Especialmente el anfiteatro, el teatro y las termas de Constantino.
- Los campos de lavanda están por toda la región, pero hay que esperar hasta mediados de junio para verlos en su esplendor.
- Las Canteras de Luces, en Les Baux-de-Provence. Un espectáculo multimedia que se renueva cada temporada, en el que la roca se convierte en una pantalla tridimensional. Hacer la ruta de Cézanne en Aix-en-Provence, un circuito señalizado con placas de bronce en la calzada.
Guía de viaje
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