Con el objetivo de que los ciudadanos hagan uso de transportes más sostenibles, Francia ha decidido convertirse en pionero del veto a los vuelos domésticos y ha prohibido las conexiones de corta estancia que tienen una alternativa en tren menor a dos horas y media de duración, es decir los trayectos entre el aeropuerto Orly de París y Burdeos, Nantes y Lyon. La medida, incluida dentro de la Ley del Clima de 2021, está enfocada a reducir las emisiones de carbono de este tipo de servicio regular del transporte aéreo y no afecta a los vuelos en conexión ni a las rutas que, aunque son inferiores a la duración estipulada, no pueden cubrirse con frecuencias adecuadas en tren.
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De momento y hasta su próxima revisión dentro de tres años, se mantienen los trayectos domésticos como salida o llegada el aeropuerto de París Charles de Gaulle conectados con los aeropuertos de Rennes, Lyon y Lyon-Marsella. Y también las escalas de vuelos internacionales.
El gesto que cuenta con el respaldo de la Comisión Europa, no ha recibido, sin embargo, el beneplácito de todo el sector aéreo, entre ellos la patronal A4E, que representa a grupos como IAG (Bristih Airways, Iberia…), KLM o Ryanair, para la que es una prohibición simbólica. Si bien consideran que es una realidad que el avión emite 77 veces más CO2 por pasajero que el tren en estas rutas, los vuelos cortos de menos de 500 kilómetros (los que tienen alternativa en tren) suponen solo el 4,5% de las emisiones.
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Si bien es verdad que las aerolíneas, responsables del 2,5% aproximadamente de la contaminación mundial, tienen como meta convertirse en 2050 en industrias de cero emisiones netas, para lo que tendrán que tomar medidas como renovar las flotas con aviones más eficientes, invertir en tecnologías de eliminación de carbono y pasarse al combustible SAF (Sustainable Aviation Fuel), la prohibición de Francia sienta un precedente, pues podría aplicarse en otros países, aunque en España sería muy complicada.
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