Las calles de Villajoyosa huelen a chocolate y están salpicadas con pintorescas casas de coloristas fachadas. Mediterránea, marinera y comercial, la capital histórica de la comarca costera de la Marina Baixa defiende un turismo más discreto y relajado frente al bullicio de otras localidades cercanas. En uno de los rincones más exclusivos de Villajoyosa se encuentra el Hotel Montíboli, un paraíso con vistas al mar Mediterráneo en el que celebrar que, por fin, el verano ya está aquí.
Encaramado sobre un acantilado con vistas al mar, entre dos calas de aguas cristalinas, Villajoyosa ostenta el título de ser uno de los pueblos con más encanto de España. Su bella estampa, casi amalfitana, su abultado patrimonio histórico, sus playas y su eterno glamour tradicionalmente pesquero hacen de este pueblo vecino de Benidorm uno de las escapadas más populares entre los que buscan sol, buen tiempo y experiencias únicas. Por todo ello, te invitamos a descubrir cómo es una jornada en el destino más apetecible de la temporada estival alojada en el Hotel Montíboli y comprobarás por qué esta es la escapada ideal para dar el pistoletazo de salida al verano.
Despertarse (sin prisas) junto al mar
Una de las cosas que más nos gustan de las vacaciones es poder dejar a un lado el despertador. Despertarse sin prisas, con la sensación de que tienes todo el día por delante para hacer lo que te apetezca… ¿Acaso existe mayor placer? Sí, despertarse con vistas al mar. El Hotel Montíboli te ofrece la posibilidad de meditar, practicar deporte o, simplemente, dejarte llevar por las increíbles tonalidades del amanecer, todo ello con el Mediterráneo de fondo. No hay mañana perfecta sin un buen desayuno que, en este caso, puedes disfrutar en la intimidad de la terraza de tu habitación o en su salón panorámico en lo más alto del acantilado. Un café y un zumo de naranja acompañado de tostadas con aceite de oliva de la finca El Clot –un lugar en el que el hotel cultiva sus propias frutas y hortalizas–, y una gran selección de dulce y salado dan forma a uno de los desayunos más especiales que puedas disfrutar frente al mar.
Bañarte en una cala de aguas cristalinas
Las posibilidades que ofrece la extraordinaria ubicación del Hotel Montíboli son infinitas. Directamente desde tu habitación podrás disfrutar de dos bellísimas playas de aguas cristalinas y rodeadas de acantilados: L’Esparrelló, de ambiente salvaje y naturista, y La Caleta, luminosa y llena de vida. De la hamaca al mar y del mar a la hamaca, no se nos ocurre mejor plan para disfrutar de una mañana de verano. Si quieres descubrir un poco más allá, a tan sólo unos minutos del hotel también se encuentran diferentes calas y playas de gran belleza perfectas para realizar una pequeña ruta de senderismo o embarcarse en la práctica de deportes náuticos.
Comer en la terraza y beberte un cóctel en la piscina en la mejor compañía
Cuando estás de vacaciones todo se disfruta mucho más, también la comida. Prueba a comer una de sus especialidades frescas y mediterráneas en la terraza Alhambra, como su hamburguesa de wagyu gourmet, que ha sido elegida como una de las mejores de la provincia. Ha llegado la hora de la siesta. Escoge un buen par de hamacas en el solárium sobre la playa para dedicarte a disfrutar de la tarde con uno de los cócteles del pool bar La Proa y algún que otro refrescante baño en la piscina. Para rematar, permítete una sesión extra de mimos en el exclusivo spa del hotel: un circuito por sus instalaciones, ubicadas en plena playa de La Caleta y uno de sus fantásticos masajes para relajarte y desconectar del mundo.
Una innovadora propuesta gastronómica
No hay nada como terminar el día con una buena cena. El Hotel Montíboli te ofrece la posibilidad de degustar la tradición marinera de Villajoyosa y la cocina más vanguardista, inspirada por las corrientes internacionales del momento. El resultado es un mundo de sensaciones de la mano del chef Jean Marc Sanz en el exclusivo restaurante Emperador. Por último, disfruta del animado ambiente y de la música chill de la terraza Alhambra mientras te tomas una copa para cerrar uno de esos días en los que, probablemente, hayas sido muy feliz.