Forman parte de nuestra lengua, esa sabiduría popular que se transmite de generación en generación. Cada región, cada país, tiene los suyos, y Madrid, con su ‘chulería’, no podía ser menos. Hacemos un repaso a los refranes y dichos más típicos madrileños, esos que habrás escuchado unas cuantas veces, pero en muchos casos no conoces de dónde proceden. Nosotros te lo contamos.
1. Eres más chulo que un ocho
Teníamos que comenzar con este dicho castizo muy propio de Madrid. Una expresión que proviene de cuando hace años los chulapos y las chulapas acudían a la Pradera de San Isidro, a las populares fiestas madrileñas, apelotonados en el tranvía número 8. Hoy, en la capital, ya no existen los tranvías, pero sí la tradición de esta romería que celebra a su patrón el 15 de mayo.
2. De Madrid al cielo
Los famosos cielos de Madrid, especialmente al atardecer cuando se tiñen de tonos que van del rojo intenso al anaranjado y de ahí al añil ofreciendo un espectáculo de colores, protagonizan este conocido dicho. En la M-30, a su paso por el cruce del parque de Roma con Moratalaz, puedes ves el cartel con esta expresión.
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3. Esto es la casa de Tócame Roque
¿Quién no ha escuchado a su madre, en medio de una disputa, decir que esto parece la casa de Tócame Roque? Y es que esta casa existió, en la madrileña calle del Barquillo y fue demolida en 1850. Sus propietarios, Juan y Roque, dos hermanos que al perecer discutían habitualmente por la herencia, decían: “Tócame, Roque”, “La casa tócame a mí, Juan”. Tanto duró la disputa que la casa se quedó con el nombre de Tócame Roque.
4. Ser tonto del bote
Esta frase hace alusión a un mendigo que vivía en Madrid a principios del siglo XIX que pedía limosna agitando un bote en su mano, según relata Dionisio Chaulié en su libro Cosas de Madrid y al que calificada como un “desgraciado imbécil” que se sentaba frente a la puerta del convento de San Antonio del Prado, junto a la calle Cervantes, hoy desaparecido.
5. Das más la lata que Cascorro
A persistencia pocos le ganan a Eloy Gonzalo, el héroe de Cascorro, un soldado madrileño que vivió unas cuantas hazañas en la Guerra de Cuba. Hoy cuenta con una estatua en su honor, realizada por Aniceto Marinas, en la plaza de Cascorro que fue inaugurada por el mismísimo rey Alfonso XIII.
6. Ser más viejo que el canalillo
Hasta 1863 nos trasladamos para conocer esta acequia, el canalillo, que recorría Madrid a lo largo de 19 kilómetros con una profundidad de un metro, y que proveía de agua al ensanche de la ciudad. Lo único que queda hoy de aquél viejo canal al que debemos parte de las zonas verdes se encuentra en el parque Ofelia Nieto, a cinco minutos de la Plaza de Castilla.
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7. Hacer mutis por el foro
Al hecho de abandonar un lugar sin que nadie se dé cuenta le dicen hacer mutis por el foro. Una expresión que procede del mundo del teatro y que se utiliza para hablar de alguien que se va de escena y deja de ser visible para el público. El foro es la parte trasera del escenario. Un dicho que se usa especialmente en Madrid por asimilación al foro, sobrenombre de la ciudad que procede de su comparación con Roma. ¡Eh, que soy del foro!
8. Ser un hortera
Como la propia RAE (Real Academia de la Lengua) indica, hortera es el apodo del mancebo de ciertas tiendas de mercader. Una palabra que surge en el siglo XVII para llamar a esos jóvenes trabajadores de clases bajas que acostumbraban a llevar ropas viejas. El término hortera procede de un cuenco de madera, como un mortero, que utilizaban para hacer mezclas.
9. Ver menos que Pepe el Leches
Existen varias versiones sobre este famoso caballero que repartía a diestro y siniestro, pero nos quedamos, ya que hablamos de Madrid –como Joaquín Sabina–, con la versión del guardia municipal del siglo XIX, José Fernández Albusac, que con una enorme miopía parece que repartía “leches” en las peleas callejeras sin mirar hacia dónde ni a quién.
10. No comerse ni una rosca
Entre las más castizas y apropiadas durante las fiestas de San Isidro está el hecho de comerse o no una rosca. La expresión se utiliza actualmente para hablar de alguien que no consigue nada en el terreno amoroso, y es que tradicionalmente durante las fiestas del santo los chulapos acudían a la verbena de la pradera de San Isidro y sacaban a bailar a las chulapas ofreciéndoles una de las típicas rosquillas. Si aceptaban, era un éxito, de lo contrario regresaban a casa con la moral por los suelos y sin comerse una rosca…