centro cultural lola flores interiort© Centro Cultural Lola Flores

Jerez de la Frontera tras los pasos de Lola Flores

Cuando se cumplen 100 años de su nacimiento, su ciudad natal ha inaugurado el nuevo Centro Cultural Lola Flores en honor a La Faraona. Hacemos una ruta siguiendo sus pasos.


12 de mayo de 2023 - 10:43 CEST
© Centro Cultural Lola Flores

Jamás imaginó tener Jerez de la Frontera, ciudad señorial donde las haya, la de los caballos y la del flamenco más arraigado, la de los vinos y de las tradicionales zambombas, una embajadora de la talla de Lola Flores. Orgullosa de la ciudad que la vio nacer, siempre llevó a gala, allá por donde fue, el nombre de su tierra, para la que solo tuvo buenas palabras.

Este 2023, cuando se cumplen 100 años del nacimiento de este genio del arte más auténtico, Jerez celebra haber inaugurado, por fin, el Centro Cultural Lola Flores, un museo en el que, a través de paneles informativos y fotografías, documentos y hasta 200 objetos relacionados con la artista —aunque este número se prevé que aumentará con el paso del tiempo—, hacer un recorrido por su historia personal y profesional de la manera más completa. Su traje de novia, los pendientes que llevaba puestos en la mítica actuación en el Florida Park —sí, aquellos por los que paró el show al perder uno—, la bata de cola que lució en el rodaje de la película Sevillanas, de Carlos Saura, o los bocetos que ella misma dibujó de sus vestidos son solo algunas de las sorpresas que esperan en el interior.

 

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Eso sí, una vez introducidos en el universo de La Faraona, te proponemos seguir recorriendo Jerez al son de su historia. ¿Te animas?

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© Centro Cultural Lola Flores

De la calle Sol a las barras de sus tabancos

Es el barrio de San Miguel uno de esos rincones del mundo que rebosa solera a cada paso. Aquí, el Jerez de las grandes avenidas o plazas se transforma en un coqueto entramado de callejuelas formado por casitas bajas y comercios de los de toda la vida. Un enclave en el que respirar la esencia de una ciudad que es cuna del flamenco, ese que suena por soleás y bulerías de manera espontánea en cualquier esquina. Aquí, en la mítica calle Sol para ser exactos, nació nuestra homenajeada.

Lola vino al mundo el 21 de enero de 1923 en los bajos del número 45 de la calle Sol, donde su padre regentaba La Taberna La Fe de Pedro Flores. Más tarde, pasaría a trabajar en el Bar Los Leones, en la misma vía, donde se daban cita muchos de los grandes flamencos de Jerez. Lola se criaría, pues, en un contexto de lo más especial, colmado de ese arte del que se supo nutrirse desde bien pequeña dejándose influir por el ambiente más auténtico de Jerez, que marcó su propio carácter. Tanto es así, que sobre la barra del tabanco Las Banderillas, cuentan los antiguos del lugar, dio sus primeros pasitos.

 

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© Centro Cultural Lola Flores

Sin salir del barrio de San Miguel, en la calle Higueras, se hallaba una de las academias de baile en las que estudió de la mano de Nicolás Sánchez: fue él quien moldeó el braceo aquel tan característico de la artista. Solo unos pasos lo separan de la calle Ramón de Cala, donde se halla el monumento a la propia Lola Flores, una escultura de Víctor Ochoa que se alza frente al Palacio de Villapanés. Muy cerca, otra escultura, esta vez dedicada a Paquera de Jerez, recuerda a otra de las artistas de renombre nacidas en este barrio.

Seguir indagando en la niñez de Lola nos llevará hasta la impresionante Iglesia de San Miguel, el templo en el que La Faraona recibió el bautismo. Una joya del siglo XV —aunque su construcción se alargó durante varios siglos más— que aúna los estilos gótico, renacentista y barroco y constituye el templo religioso más grande de la ciudad. Por supuesto, que no nos quepa duda, también merecerá una parada en nuestra ruta.

© Centro Cultural Lola Flores

Un paseo por el pasado de La Faraona

Deberemos dirigirnos a la Alameda, uno de los lugares por los que Lola solía salir a pasear con sus amigas, todas ellas bien cogidas del brazo. Una agradable avenida peatonalizada muy cercana a la antigua judería que invita a disfrutar del placer de la contemplación. Más allá, algunos de esos otros rincones que frecuentaba nuestra jerezana: la conocida Alameda Vieja y la Calle Larga, que concentra gran parte de la vida de la ciudad, también serían escenarios asiduos de La Faraona.

Precisamente en esta última se halló uno de los hoteles más emblemáticos en cuanto a lujo en Jerez: allí abrió sus puertas el Hotel Los Cisnes para convertirse en el alojamiento preferido de todos aquellos grandes artistas y políticos que visitaban la ciudad. Entre ellos, en 1939, se encontró el director Fernando Mignoni, que buscaba por aquel entonces alguna jovenzuela con salero para su película Martingala. Lola se presentó a la prueba interpretando alguna coplilla y recitando un monólogo. Por supuesto, consiguió el papel.

A muy pocos metros, otro de esos rincones en los que tomarle el pulso a Jerez: en el Mercado de Abastos los puestos de verduras, pescados y carnes se alternan con esa esencia tan singular que emana la ciudad gaditana. Fue este también uno de los lugares visitados a menudo por Lola Flores, que, en compañía de su madre, acudía a hacer la compra a diario.

© Centro Cultural Lola Flores

Caminaremos hasta alcanzar la Plaza Romero Martínez, nuestra siguiente parada, un lugar clave en la historia de la artista: hablamos del elegantísimo Teatro Villamarta (teatrovillamarta.es), donde la cultura jerezana ha venido encontrando su lugar desde su inauguración en 1926. Sobre su escenario, precisamente, debutó la gran Lola el 10 de octubre de 1939, una noche en la que coincidía en cartel con los bailaores Custodia Romero y Rafael Ortega, en cuya compañía se hallaba Manolo Caracol. Aquel día La Faraona conoció al que pronto sería su marido y con quien formó su familia.

Quizás eran esos recuerdos los que buscaba la jerezana cuando, ya en edad adulta y siendo un reconocido personaje en el país, regresaba a su Jerez natal en busca de todo aquello que le devolvía a sus orígenes. Y lo hacía recorriendo aquellos tabancos que tan arraigados se encuentran a la cultura bodeguera de la ciudad. Templos al vino cuyas centenarias botas atesoran los excelentes caldos elogiados en todo el mundo.

 

Una ruta por las bodegas de Jerez de la Frontera

© Centro Cultural Lola Flores

Un paseo por el Tabanco La Pandilla o por el mítico El Gallo Azul (elgalloazuljerez.com), un edificio que los Domecq —quienes, por cierto, contrataban a Lola a menudo para amenizar saraos de todo tipo— encargaron al arquitecto Aníbal González con motivo de la Exposición Iberoamericana de 1929 en Sevilla, nos recordarán a ella.

También, cómo no, las bodegas de González-Byass (gonzalezbyass.com), donde poner fin a nuestra particular ruta de la mejor de las maneras. Allí, en una de sus vetustas salas en las que las barricas apiladas maceran sus caldos, dejó para siempre la Flores su impronta marcada sobre una de las botas de vino. Un mensaje contundente que reza: “Jerezana, siempre. ¡Viva mi tierra!”. Y qué mejor manera de acabar nuestro homenaje —acaso había alguna duda—, que brindando por la siempre eterna Lola Flores con un vino de la tierra. Por una Faraona que escribió la historia del arte de Jerez con letras mayúsculas.

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