Saint-Germain-des-Prés: encanto a raudales en el barrio más chic de París

Cruzar hacia la ribera izquierda del Sena por el Pont Saint-Michel —saludando, de paso, a la catedral de Notre Dame y a todos esos andamios desde los que se trabaja minuciosamente para devolverle su esplendor—, se alcanza uno de esos coquetos barrios que, por sí mismos, definen la esencia de París. Te hablamos de Saint-Germain-des-Prés, un oasis en pleno centro de la ciudad compuesto por un conjunto de calles donde los elegantes cafés se cuentan por decenas.

Un lugar de lo más especial donde el placer se concentra, sencillamente, en pasear sus callejuelas con el claro objetivo de empaparse de esa esencia parisina que no sale en las postales de la ciudad: aquí los vecinos siguen yendo a comprar el pan a la boulangerie de la esquina, se sientan a picar algo en los bancos de sus parques entre edificios del siglo XVII y visitan galerías de arte. Si te animas a descubrir el verdadero París, te contamos cuáles son aquellos rincones que no debes perderte.

Hay chico nuevo en el barrio

Toda escapada que se precie comienza por encontrar ese lugar en destino que se transforme en un hogar donde sentirnos como en casa pero que, a la vez, nos regale ese puntito de glamur y estilo con el que regar nuestro lado más hedonista. Bien, pues tenemos el lugar idóneo: el Hotel Dame des Arts (damedesarts.com) es una auténtica oda al diseño y al buen gusto que abrió recientemente sus puertas y desde donde escaparás del mundanal ruido mientras disfrutas de increíbles vistas a la mismísima Torre Eiffel —spoiler: ¡y sin moverte de la cama!—. Un remanso de paz que ocupa un antiguo edificio de 1950 utilizado en el pasado como escuela de teatro y cuyo diseño interior, minimalista con abundancia de maderas y guiños industriales, corrió a cargo del prestigioso diseñador israelí Raphael Navot.

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Al abrazo de Preferred Hotels & Resorts (preferredhotels.com), sus 109 coquetas habitaciones —17 de ellas, con balcón y panorámica al monumento por excelencia de París—derrochan carisma y magnetismo a raudales. Bondades a las que se suman, además, un impresionante rooftop con vistas 360 grados a la ciudad y un restaurante a manos del chef Othoniel Alvarez Castaneda en el que la cocina mexicana e ingredientes locales se fusionan dando lugar a platillos de imbatible sabor como sus tostas con tartar de atún, mayonesa de chipotle y puerros fritos. Para acompañar, uno de los exquisitos cócteles de su carta a base de tequila o mezcal. Después, solo quedará brindar.

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Un café —o dos, o tres— de París

Los verás enseguida, y enseguida también acabarás cayendo rendido a sus pies: prepárate para llenar la memoria de tu móvil a base de instantáneas de las fachadas más bonitas de la ciudad. Por ejemplo, la de Maison Sauvage (maison-sauvage.fr), en plena Rue de Buci, totalmente conquistada por las flores que decoran, cual selva, sus paredes exteriores. En su terraza, ya te lo advertimos, pagarás mucho más de lo que pensarías por un cruasán y un café, pero esto es París, y una vez al año...

A dos pasos, el Cafe de Jade (cafejadeparis.fr) te permitirá relajarte mientras te dedicas al bonito arte de la contemplación o catas algunas de sus propuestas. Entre sus sugerencias, el tartar de ternera de Aubrac o las vieiras a la plancha. Sin salir de la rue de Buci, Cafe Buci (le-buci.com) es otro clásico desde el que disfrutar de ricas viandas con vistas a uno de los cruces más ambientados del barrio.

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Aunque, para clásicos, el Cafe de Flore, abierto desde 1887 y uno de los más legendarios de la ciudad: fue punto de encuentro en sus orígenes de intelectuales y bohemios de la talla de Pablo Picasso, Jean-Paul Sartre o Brigitte Bardot, y cuna del surrealismo. A escasos metros, la puerta del Cafe Deux Magots (lesdeuxmagots.fr), que también jugó un papel importante en el París de finales del siglo XIX: las colas de gente esperando a encontrar hueco en una de sus mesas son de lo más habitual.

Momento para el arte

No puede faltar en una incursión al más bello de los barrios parisinos una parada en el Museo de Cluny (musee-moyenage.fr), el Museo Nacional de la Edad Media. Un singular enclave dedicado a las artes ubicado, en parte, en el lugar donde en el pasado se hallaron unas termas romanas que han sido parcialmente recuperadas —el increíble frigidarium y sus bóvedas de 14 metros de altura son pura fantasía—, y, en parte, en la despampanante mansión medieval de los abades de Cluny. ¿En su interior? Alrededor de 1600 obras de arte medieval con la que deleitarte en un recorrido cronológico que abarca más de mil años de historia. Los tapices de La Dama y el unicornio son, por cierto, fascinantes.

No demasiado lejos, el impresionante edificio de la Sorbona hace que el ambiente estudiantil lo inunde todo, incluso los alrededores del inigualable Panteón, una colosal obra arquitectónica levantada en el siglo XVIII que combina la sencillez del estilo gótico con la majestuosidad de las líneas griegas. Puedes aprovechar para visitarlo, pero también puedes decantarte por recorrer algunas de las calles de Saint-Germain-des-Prés donde se concentran interesantes galerías de arte: en la rue de Seine se hallan, por ejemplo, la de Pascal Cuisinier (galeriepascalcuisinier.com), la Rive Gauche de Marcel Strouk (galerie-strouk.fr) o la agencia fotográfica de Roger-Viollet (roger-viollet.fr).

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Vayámonos de compras

Porque no hay nada más apetecible que adentrarte en esos pequeños negocios de delicatessen que pueblan las concurridas y a la vez tranquilas calles de Saint-Germain-des-Prés. ¿Qué mejor que llevarte un pedacito de este edén a casa? Y podrás hacerlo, por ejemplo, en La Chambre aux Confitures (lachambreauxconfitures.com), donde el mayor problema será decidirte por cuál de todos los sabores de sus mermeladas, elaboradas de manera artesanal, decantarte.

Las exquisita charcutería francesa que ofrecen en Maison Guyard son toda una tentación, como también lo es la Compagnie Française des Poivres et des Epices (compagniedespoivres.com, en la imagen), un negocio fundado por un amante de la mesa especialista en especias que ha recorrido plantaciones de medio mundo en busca del mejor producto. ¿Un final dulce? La mejor manera de acabar la visita al barrio más auténtico, y a este reportaje, es catando uno de los famosos Marveilleux de Frédéric Vaucamps (auxmerveilleux.com), pequeñas delicias de merengue elaboradas a mano frente a los clientes que son todo un referente nacional.

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