¿Qué tiene que tener una suite para ser premiada como la mejor del mundo? Distinción, espacio, confort, diseño, innovación y una serie de servicios a la carta que hacen sentir especiales a los huéspedes que se alojan en ella, como auténticos royal (si es que no lo son). Esto (y más) es lo que caracteriza a la suite de este hotel barcelonés. Pero empecemos por el principio para no dejarnos nada.
Lo primero es su ubicación. La Royal Majestic Penthouse se encuentra en la última planta del centenario Majestic Hotel, en pleno Paseo de Gracia, un lugar único en Barcelona, y quienes reservan una habitación en él saben que han elegido la ubicación perfecta. Es uno de los bulevares más bellos de la ciudad y tan único que cuenta hasta con web propia (barcelonapaseodegracia.com). Algo más de un kilómetro y medio donde encuentran el equilibrio perfecto magníficos edificios Patrimonio de la Humanidad –como la Pedrera, la Casa Batlló o la Casa Lleó–, junto a pequeñas galerías de arte, elegantes y prohibitivas boutiques en cuyos escaparates no hay precios –quien entra en ellas buscando un capricho no se pierde en esos detalles– y tiendas de marcas de moda cuyos diseños se pueden adquirir por menos de 50€.
Estamos en la calle con más estrellas Michelin de España –aquí abren sus puertas Lasarte, con tres, Moments, con dos, y Aleia y Oria, ambos con una–, pero también otros locales con una magnífica y variada oferta gastronómica, tanto que organizan cada año (en el mes de marzo) el Festival Passeig de Gourmets (passeigdegourmets.com) donde numerosos restaurantes, entre los que se encuentra el del Majestic Hotel, ofrecen los platos estrella de sus cocinas para degustar en pequeño formato. Todo esto hace del Paseo de Gracia una calle emblemática y un referente de Barcelona.
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Nos detenemos en el número 68 de este bulevar, donde desde 1918 abre sus puertas el Majestic Hotel, un cinco estrellas gran lujo que lleva posicionándose desde sus inicios como uno de los mejores establecimientos de la ciudad. Propiedad de la familia Soldevilla-Casals, ha sido, durante sus ya más de 100 años, testigo de la historia de la ciudad y ahora, tras una importante ampliación y remodelación, un referente del lujo barcelonés, ese que ni agobia ni sobrepasa y, sobre todo, que mantiene el toque cercano y familiar abierto a la ciudad, como la familia siempre quiso. Los Soldevilla-Casals tuvieron su vivienda en la planta más alta del hotel, la novena, hasta que tras la remodelación quisieron ceder este espacio a la joya de la corona: la Royal Majestic Penthouse.
Terrazas de Barcelona en las alturas, para días y noches de verano
Inaugurada en 2016, su excelencia la ha hecho ganadora (en octubre de 2022) de los prestigiosos premios Villégiature, otorgados por reconocidos periodistas de 15 países especializados en hotelería. «Es un honor para nosotros el poder estar en estos premios junto a los mejores hoteles del mundo, reconocidos por los críticos especializados de la industria», nos dice Pascal Billard, director general del Majestic. Son 467metros cuadrados –la suite más grande de Barcelona– que representan el lujo y la exclusividad.
Con un acceso completamente privado, lo primero que llama la atención al entrar es una inmensa pero confortable sala de estar. Decorada con muebles de diseño creados por firmas italianas como Flexform y Molteni o la casa holandesa Van Thiel, el espacio se viste de luz y el aroma de las rosas naturales perfuma toda la estancia. Se nota el cuidado por el detalle y nada más entrar sientes que estás en un lugar único, privilegiado. Junto a la sala, un comedor contiguo, dos dormitorios principales cada uno con un diseño diferente y su propio salón y hasta ocho televisores Bang & Olufsen repartidos por la suite; eso sin contar las pantallas que sorprenden en los propios espejos del baño, que, como por arte de magia, se convierten en improvisados televisores.
La mayor sorpresa nos la llevamos al correr las cortinas y encontrarnos no con una, sino con dos magníficas terrazas con tantos metros cuadrados que casi te pierdes en ellas. Con vistas privilegiadas al Paseo de Gracia, cada una dispone de su propio jacuzzi climatizado, por eso, imposible que la primera opción no sea darse un baño –mejor con copa de cava en la mano– mientras de fondo contemplas las torres de la Sagrada Familia.
Hay que salir del agua, aunque cueste, para seguir explorando nuestra suite, que aún nos quedan sorpresas por descubrir. Quienes se pregunten por el minibar, deben saber que el de esta suite es realmente un maxi bar. Así se llama el espacio, completamente abastecido, en el que encontramos de todo lo que se te pueda antojar: dulces de Amatller, una histórica casa de chocolates gourmet fundada a finales del XVIII en Barcelona, snacks artesanos de Espinaler, distinguidos champagne de Ruinart y una colección de vinos de las mejores bodegas que sería la envidia de la carta de cualquier reputado restaurante. Y para rematar, tenemos servicio de mayordomía las 24 horas.
Todo suena increíble, pero realmente lo mejor no está en sus metros cuadrados o en su diseño, lo verdaderamente exclusivo es que todo es personalizable según las preferencias del huésped. Porque la experiencia de alojarse en una suite así no empieza el día en el que llegas. En el momento de la reserva se pone en marcha todo un engranaje ideado para que la estancia sea perfecta y será así desde la reserva, cuando se interesan por tus gustos y todo lo que esperas encontrar–, y durante la estancia, pues irán conociendo tus necesidades y hasta se fijarán en qué lado de la cama duermes para hacer un servicio de apertura adecuado o donde un chófer con coche de alta gama está a tu disposición para llevarte donde desees en cualquier momento. Así será hasta que el huésped abandona el hotel el último día de su estancia. Por supuesto aquí no hay hora de salida.
Para que todo se ponga en marcha y la experiencia de viaje esté a la altura es necesaria la figura fundamental del concierge, imprescindible en cualquier hotel de lujo. Que el huésped quiere una marca de agua en concreto que solo se vende en una región de Francia, se consigue. Que desea una reserva en el mejor restaurante de la ciudad, pues también. Por supuesto, nos entra curiosidad por conocer qué cosas piden los afortunados que se alojan aquí. «A veces un cambio de mobiliario, hemos llegado a cambiar todos los televisores por otros de otra marca por la que el cliente tenía preferencia, hemos montado un gimnasio dentro de la habitación, vamos de compras a determinadas boutiques si el cliente lo necesita y no tiene tiempo para hacerlo...». Todo lo que desee el cliente (siempre dentro de la legalidad) se trata de conseguir para que su experiencia sea perfecta.
¿Qué tipo de personalidades se alojan en una suite así?
Era nuestra próxima pregunta, ¿quién no se hubiera preguntado algo así? Y la respuesta, como imaginábamos sin dar nombres porque aquí la privacidad se cuida como cualquier otro detalle, nos lleva a empresarios, músicos, deportistas, miembros de la realeza… Entre las nacionalidades, principalmente americanos, brasileños, mexicanos, árabes o chinos. Lo que sí sabemos es que, a lo largo de sus más de 100 años de historia en el Majestic Hotel se han alojado huéspedes tan distinguidos como la reina Victoria Eugenia de Battemberg, la reina doña Sofía o el rey Felipe VI, personalidades de la política como Nicolás Sarkozy o Josep Tarradellas y estrellas del celuloide como Sharon Stone o Catherine Deneuve, entre muchas otras. No lo hicieron en la Royal Penthouse, o tal vez algunos sí, eso queda para nuestra imaginación, pero estamos seguros de que hubiera sido su elegida.
Otros galardones y experiencias
Alojarse en el Majestic Hotel también da la posibilidad de probar otros de sus premios. Para empezar su delicioso desayuno, premiado como el Mejor Desayuno de un Hotel de Europa, en 2018. Y lo es, damos fe. También pasar un rato en la terraza La Dolce Vitae, premiada como la Mejor Terraza Urbana de un Hotel de Europa, en 2019, sus vistas son otro de esos privilegios que uno se lleva. Y reservar un tiempo para mimarnos en su fabuloso spa. Zona de aguas con jacuzzi, hidroterapia, sauna y cabinas de belleza con una carta que ofrece algunos de los tratamientos de belleza más exclusivos de la ciudad.
No podemos irnos sin respuesta a la última gran pregunta: ¿Cuánto cuesta alojarse en la suite?
Desde luego no están al alcance del común de los mortales los 18.000 € que cuesta la noche. Pero tenemos una buena noticia. La Royal Penthouse se ha pensado para poderse dividir en distintas estancias totalmente separadas e independientes: suites más pequeñas cada una con su propio salón, habitación y terraza. Menos metros, pero el mismo espacio. Y aquí ya cambia la cosa, tampoco vamos a decir que sea económico, pero sí para darse un capricho especial y poder contar que uno ha dormido, aunque sea en una parte, en la mejor suite del mundo. Casi nada. Si aún así no nos da el presupuesto, siempre quedarán el resto de habitaciones en las que nos mimarán por igual. Y es que eso forma parte de su filosofía.