Baños del Bañuelo: un viaje en el tiempo
Aunque así, como 'Bañuelo', es como se le conoce cariñosamente en Granada a este tesoro oculto: su nombre original es el Hammam al-Yawza o Baño del Nogal, solo que por su pequeño tamaño —si se compara con el de los Baños Reales de la Alhambra, claro– hizo que se les bautizara de este modo. Hay historiadores que datan su origen en el siglo XI, mientras que otros apuntan a que se construyeron en el XII. Sea como fuere, de lo que no hay duda es de que esta maravilla de la arquitectura árabe es uno de los ejemplos de baños públicos mejor conservados de la Península.
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Se sitúan en uno de los enclaves más hermosos de Granada, en la carretera del Darro, a los pies de la mismísima Alhambra, y se trata de uno de los escasos emblemas patrimoniales que lograron sobrevivir a la Reconquista. Para acceder, deberás pasar primero a través de un pequeño patio con alberca que te llevará hasta una sala colmada de bellos arcos de herradura sujetos por capiteles tanto de época califal, como romanos y visigodos. Una parada que debes apuntarte desde ya.
Palacio de los Olvidades: prohibido olvidarse de él
Sobre todo, porque en cuanto conozcas la belleza que esconde este desconocido lugar, te alegrarás por haberlo visitado. Se trata de una antigua casa palacio del siglo XVI situada en la Cuesta de Santa Inés, en el histórico barrio del Albaicín, repleto de rincones únicos en cuyas calles se concentra gran parte de ese encanto tan especial que desprende la ciudad. Está declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde el 84 y alberga un pequeño museo que ha tratado de recuperar el pasado sefardí de Granada en el que se celebran exposiciones sobre la cultura e historia de este pueblo del que, tras ser expulsado de la ciudad, apenas quedaron restos.
¿Uno de sus mayores reclamos, más allá de lo documental? Su patio exterior, desde el que disfrutar de una panorámica de la Alhambra de las de recordar.
Jardín de los Mártires, de los más bellos de España
¿Cómo te quedas si te decimos que, esta parada, se halla en el mismísimo entorno de la Alhambra y que, sin embargo, suele pasar bastante desapercibida para sus visitantes? Y eso, a pesar de que se despliega a lo largo de nada menos que 7 hectáreas cuidadas con mimo en las que se alternan jardines de estilo inglés y francés que son pura fantasía: romanticismo en su máxima expresión.
Conocido en sus orígenes como Corral de los Cautivos en memoria de los cristianos que fueron capturados y encerrados en mazmorras árabes, el Jardín de los Mártires fue construido con este propósito por orden de Isabel la Católica en la parte más alta de la colina en la que se halla, incluyendo una ermita que, posteriormente, fue transformada en iglesia y, más tarde, en convento de carmelitas descalzas, que incluyeron un bonito claustro y varias capillas.
Ya en el siglo XIX se vendió para construir en este espacio una residencia de recreo, y fue cuando se añadieron detalles y enclaves como el Palacete, una gran alberca, un lago y los jardines de estilo romántico que lo convierten en el lugar mágico que es hoy. Además, otro punto a favor: la visita es gratuita.
Casa de Zafra, esencia nazarí
El espacio que hoy alberga el Centro de Interpretación del Albaicín supone el mejor lugar para conocer todo lo referente al estilo de vida árabe que se vivía en Granada. Un palacete nazarí del siglo XIV que perteneció en el pasado a una familia de aristócratas andalusíes y de la que se ha mantenido esa esencia árabe tan presente en la ciudad.
De su apariencia primigenia se conserva tanto su estructura como la alberca. Una serie de espacios bellamente decorados repartidos en dos plantas en torno a un patio con vistas inigualables a la Alhambra y un exterior sobrio, como solía suceder en los hogares árabes, con la intención de salvaguardar los lujos y riquezas de la vista ajena. Una visita obligada que aprovechar para descubrir todo tipo de detalles y curiosidades sobre los orígenes de este increíble barrio musulmán que hoy está declarado, y no sin motivos, Patrimonio de la Humanidad.
Cuarto Real de Santo Domingo, redescubriendo El Realejo
Y de palacios va la cosa, pero es que Granada no escatima en joyitas arquitectónicas de este calibre. En este caso nos vamos hasta el antiguo barrio judío, conocido como El Realejo, a la Plaza de los Campos: allí se halla el Palacio Real de la Almanjarra, también conocido como Cuarto Real de Santo Domingo, un hermoso palacio nazarí mandado construir en el siglo XIII durante el reinado de Muhammad II y el lugar al que se retiraban los musulmanes durante los días de Ramadán. ¿La razón? Pues, tan simple como que se hallaba rodeado por plácidas almunias o huertas reales, por lo que podían disfrutar de un entorno de lo más atractivo sin necesidad de salir de los muros de la ciudad.
Con origen en la época almohade, de aquellos tiempos tan solo se conserva, milagrosamente, un maravilloso salón de recepciones, denominado qubba, y sus jardines, rehabilitados durante un extenso y cuidado proceso que duró hasta 2004. La puerta de entrada a la qubba cuenta con una impresionante azulejería de reflejos dorados en cuyo arco hay un zócalo con la inscripción 'Dios es único', además de diferentes versos del Corán. Una hermosa visita para complementar las largas jornadas por los monumentos más emblemáticos de la ciudad.
Lugares imprescindibles en Granada para ir más allá de su capital
El Alcázar Genil o el Jardín de la Reina
Continuamos en busca de aquellos enclaves no tan conocidos de Granada, rincones únicos y hermosos que la convierten en una ciudad especial, siempre dispuesta a sorprender. Y lo hacemos, no podía ser de otra manera, por otro palacio. Te proponemos en esta ocasión hacer parada en el Alcázar Genil (o Palacio de Abú Said), levantado en el siglo XIII junto al río Genil, en plena vega de Granada, el último lugar donde habitó la reina Aixa, madre de Boabdil, por lo que también se conoce como el Jardín de la Reina. Actualmente de sede a la Fundación Francisco Ayala (ffayala.es/la-sede).
Deleitarnos paseando por sus bellos jardines, así como por su huerta, nos permitirá relajarnos y concentrarnos en lo singular del enclave, una experiencia que vivir sin prisas. También permite la visita conocer algunas de sus indescriptibles estancias. ¿Una anécdota? Durante las obras del metro de Granada en 2010 salieron a la luz restos arqueológicos que permanecían ocultos y que desvelaron la antigua alberca. Hoy, aquellos vestigios lucen restaurados junto al vestíbulo de la estación de metro, donde además hay un pequeño museo. Todo un must.
Granada a vista de pájaro
Y acaba nuestra ruta a esta particular Granada desde las alturas: te proponemos buscar uno de los miradores más desconocidos de la ciudad. Tanto es así, que recibe un nombre muy particular, el 'balcón secreto de Granada'. Así que olvidémonos por esta vez del mítico Mirador de San Nicolás y de su espectacular atardecer sobre la Alhambra —sí, aquel que Bill Clinton definió como el más bonito del mundo—. También de los de San Cristóbal o San Miguel Alto. Pongámonos en marcha, pues, hacia nuestro destino, para lo que deberemos estar dispuestos a caminar: se halla nuestro mirador preferido en el camino del sendero Barranco de la Silla del Moro, uno de los caminos que permiten recorrer el Parque Periurbano Dehesa del Generalife.
Después hay que continuar por la ruta que sigue hacia el Aljibe de la Lluvia, en cuyo camino se halla una vereda que, en un corto trayecto, alanza el destino: un enclave desde el que obtener una panorámica bellísima e imborrable de la ciudad de Granada, que contrastará con las vistas a las vegas del Darro, repletas de cortijos y huertas, así como a la de los barrios de Sacromonte y el Albaicín que habremos disfrutado en el camino. Un apoteósico final.