Un trayecto en coche de apenas media hora lleva desde Palma hasta Sóller, en el noroeste de la isla, que no es nada, pero más auténtico es hacerlo subido en uno de los vagones de madera del tren de vía estrecha que desde 1912 comunican la capital de la isla en una hora con esta pequeña ciudad al pie de la Sierra de Tramontana que se ha colado entre los 20 mejores destinos de los European Best Destinations 2023 mientras se va disfrutando cómodamente del paisaje mallorquín.
Para seguir rememorando el pasado, mejor empezar a descubrir Sóller tomando otro de los transportes de la época, el tranvía que, sin prisa, marcha entre huertos y campos de naranjos y conduce hasta el puerto. Un lugar lleno de ambiente donde se va a disfrutar de los deportes náuticos, pasear por los muelles contemplando veleros, yates de lujo y lläuts (embarcación tradicional) y salir de excursión. El que hasta hace apenas un siglo era un pequeño barrio pesquero derrocha vida gracias a la lonja del pescado, a sus renovados hoteles y a las numerosas terrazas de los bares y restaurantes que abren en él y le han convertido en el principal núcleo turístico de esta zona de Mallorca.
Tres destinos españoles entre los 20 mejores de Europa para viajar en 2023
Sobre los muelles está la barriada marinera de Santa Catalina, un pequeño laberinto de callejuelas y empinadas cuestas por las que subir hasta el mirador situado junto al oratorio de Santa Catalina de Alejandría. Ubicado en su punto más alto, desde él se contempla la bahía en toda su amplitud, el Mediterráneo y, de fondo, la sierra de Tramontana. El pequeño templo actualmente es la sede del Museo del Mar y en su sala de exposición se ven piezas navales, maquetas de embarcaciones, fotografías históricas... que relatan la vinculación de este destino con el mar.
Pueblos que te harán enamorarte aún más de Mallorca
Desde el puerto también se puede ir caminando (mejor que en coche) hasta el faro situado sobre el Cap Gros, la mole que cierra la bahía por el oeste. Son 25 minutos de trayecto sin perder de vista el Mediterráneo que se disfrutan en cualquier momento, pero mucho más durante la puesta del sol. O también hacia la Torre Picada, una de esas torres de vigilancia que a lo largo de todo el litoral mallorquín defendían la costa de los ataques piratas. Media hora de paseo que discurre entre bancales de olivos y bosques de pinos.
Las excursiones en barca parten desde el puerto rumbo a Sa Foradada –una impresionante roca horadada que forma una pequeña península que se adentra en el mar–, a la cala Tuent, a Sa Calobra –un pequeño puerto-refugio con una playa de cantos rodados y aguas turquesa espectacular– o al Torrent de Pareis, el espectacular cañón de altas paredes que desemboca en el mar y es uno de los parajes más singulares de la isla.
La excursión más extraordinaria que se puede hacer en Mallorca
A la vuelta, hay que tomarse un tiempo y comer en alguno de los restaurantes del puerto, como Sabarca (sabarcarestaurant.com), en el paseo marítimo, que ofrece una combinación de cocina mediterránea y asiática; o en Brisas del Mar, para probar sus carnes a la parrilla. También buena elección es Es Passeig (espasseig.com) o, por qué no, sentarse en la bonita terraza del Agapanto (agapanto.com), rodeada de flores y junto al mar.
Telas de lenguas, flor de sal y otros descubrimientos más allá de Palma
El entorno del puerto de Sóller también ofrece preciosas playas y calas, empezando por la de Es Través, de arena y aguas tranquilas y con un agradable paseo marítimo; la urbana d’en Repic; de arena y guijarros o, a 8 kilómetros, la de Es Canyeret, también llamada de Llucalcari, a la que muchos acuden para embadurnar su cuerpo con el lodo de su fondo que, dicen, tiene propiedades terapéuticas.
En Sóller, el tercer representante español en la lista de European Best Destinations de 2023, también hay que reservar tiempo para sentarse en la plaza de la Constitución, habitual punto de encuentro de la localidad, presidida por la Casa de la Vila y la iglesia de Sant Bartomeu, de roca caliza; pasear por la Gran Vía o recorrer las callejuelas del casco antiguo en busca de mansiones modernistas como Can Prunera y las casas señoriales que los grandes propietarios agrícolas de la sierra de la Tramuntana poseían en la villa y eran todo un símbolo de poder, como Can Prohom (Sa Luna, 16), Ca s’Hereu (Canales, 1) o la Posada de Montcaire (Hospital, 7).
Muchos rincones secretos esconde también Sóller, desde el Museo Balear de Ciencias Naturales, que alberga el Jardín Botánico (jardibotanicdesoller.org), a los rentadores de Can Bar –antiguos lavaderos en la barriada de Cas Paneras–, la cueva de Ses Tres Creus, en el Puig d’en Barrera, o les teules pintades, la peculiar ornamentación de algunas casas catalogadas de la arquitectura popular mallorquina que muestran escenas de la vida cotidiana grabadas sobre las tejas de los voladizos.
Al municipio de Sóller también pertenece el pequeño pueblo de Biniaraix, que tiene una encantadora plaza y una monumental iglesia, pero también un bonito sendero por el que caminar entre terrazas de cultivo y olivos milenarios.