Desde la península de Troia, al norte, y Odeceixe, al sur, se extiende el extraordinario litoral del Alentejo portugués. Son 140 kilómetros de costa virgen, de las mejores preservadas de Europa, adornada de espectaculares acantilados, playas larguísimas de arena dorada y dunas y pequeños pueblos que conservan sus tradiciones pesqueras y agrícolas, en la que muchas celebrities han encontrado su destino apartado del mundo, pero ahí al lado.
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Portugal en diez maravillas que seguro no son las que conoces
En este tramo salvaje portugués, Comporta y Melides, a menos de media hora uno de otro, «rivalizan» como destinos más buscados para pasar unos días junto al mar disfrutando de la calma que ofrece un entorno tan natural. La popularidad comenzó por el primero, pero ha ido creciendo y ha arrastrado a otros pueblos alrededor de la Herdade da Comporta, como Melides, un encantador refugio donde han ido surgiendo villas de estilo bohemio y casas de diseño y que empieza a estar en boca de todos.
Las playas kilométricas definen a ambas, pero si de la de Comporta, integrada en la Reserva Natural do Estuário do Sado, se dice que es la más chic de Europa –algunos la comparan con Saint Tropez o con Ibiza–, la de Melides es conocida por su laguna de agua dulce, cuya lengua de arena la separa del océano y regala una de las mejores fotografías del entorno, sobre todo cuando los últimos rayos de sol del día se reflejan en las aguas. No es el único arenal del pueblo, al otro lado de la laguna, está la también virgen playa de Vigia.
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El resto de su paisaje es semejante: cabañas de paja y madera, casas blanquiazules, el color intenso del océano salvaje, pinares y el deslumbrante verde de los campos de arrozales a sus espaldas. Un decorado de naturaleza y silencio imperturbable ante el que han caído rendido famosos como el diseñador de zapatos francés Christian Louboutin, que han encontrado en este rincón portugués «la tranquilidad para vivir una vida normal».
Una ruta por el Alentejo entre villas blancas, miradores y calzadas romanas
Los días en Melides (también en Comporta) discurren haciendo surf (dreamseasurfcamp.com) o paddle board, saliendo en barco para admirar la costa desde el mar, remando en la laguna (surfincomporta.com) y dando paseos a caballo (passeiosacavalomelides.com) por la playa o por las colinas de la sierra de Grândola mientras se contemplan los paisajes salvajes del Alentejo.
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Lo que atrae también de este bonito pueblo de calles estrechas y casas encaladas a 130 kilómetros al sur de Lisboa, es que sigue manteniendo su ambiente de siempre. La iglesia y el mercado, donde los agricultores y pescadores venden sus productos locales, animan su día a día. Callejeando se descubren sorpresas, como las bonitas ruinas de la antigua iglesia de Santa Marinha, con sus impresionantes pilares y contrafuertes.
En O Fadista, O en Oba Melides se puede disfrutar de la gastronomía tradicional elaborada con los productos del entorno. Y en À Espera (aesperamelides.com) reservar una habitación para descansar unos días en este paraíso alentejano. A 10 minutos del centro del pueblo y de la playa está el refugio rural de Paulo y Eva, una recuperada casa de pueblo en la que reciben y acogen a sus huéspedes. Él es el entusiasmo; ella, la creatividad, la que da tono, color y vida a cada rincón de la casa.
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Nueve habitaciones dobles, con terraza privada con vistas a la piscina y alusiones en su decoración al Alentejo, ahí están las canastas, los sombreros, las talhas –que recuerdan que en esta región se producen algunos de los mejores aceites de oliva de Portugal–, los cántaros o elementos del pastoreo, como los chocalhos o los cajados. En la casa principal se sirve el desayuno (comidas, si se reservan), y en los espacios exteriores pasear, leer un libro o hacer un pícnic al atardecer. Todo sin prisas.
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A media hora más al sur de Melides está Sines, la cuna de Vasco de Gama, que tiene un bonito camino pegado a la costa conocido como ruta vicentina que llega hasta Sagres, también buenas playas y un encantado puerto. Y más allá, otras joyas de la costa alentejana, como Vila Nova de Mil Fontes, con sus casas encaladas, calles empedradas y su castillo de São Clemente; las playas para surfistas de Zambujeira do Mar o el Parque Natural do Sudoeste Alentejano, el lugar perfecto para observar ver a las cigüeñas blancas nidificando en los acantilados marítimos.