Ya es una realidad, pero el Laberinto de Peñíscola no nació de hoy para mañana. Comenzó a gestarse en 2018 con la plantación del trazado verde y dos años después se dispuso su diseño. Estos días ha abierto sus puertas y ya es el laberinto más grande de España y el tercero de Europa. Con 7000 m2 y 3 kilómetros de recorrido, lo conforman 4000 plantas de Ligustrum Japonica y un cuadrado central de Photinia Red Robin que contiene una escultura de dinosaurio de grandes dimensiones.
El Laberinto de Peñíscola es de planta fija y de tipo multicursal, es decir un laberinto para perderse, pues en su trazado existe la capacidad para elegir entre distintos caminos, con la posibilidad de que el tomado no nos lleve hacia el destino o incluso conduzca a callejones sin salidas. Y además en esta tipología existen lo que se denominan «islas», que son secciones dentro del laberinto que no están conectadas al perímetro. El otro tipo es el unicursal, el que de la entrada a la salida no es necesario, ni posible, tomar ninguna elección durante el recorrido.
Además del laberinto en sí, el recinto dispone de aparcamiento y en una zona anexa espacios para el ocio familiar con un pequeño bar. El vivero Peñisverd ha sido el artífice de este nuevo proyecto que pone en valor las actividades al aire libre, los espacios verdes y la apuesta por los recursos turísticos sostenibles. El precio de la entrada es de 7,5 euros para adultos y 4 euros para niños (laberintodepeñiscola.com).
Hasta ahora, el laberinto vegetal más grande de España era el de Villapresente, en el municipio cántabro de Reocín, próximo a Santillana del Mar y Suances. Con cuatro kilómetros de recorrido y más de 5600 metros cuadrados, uno más que el de Peñíscola, está formado por estrechos pasillos escoltados por 4000 cipreses gigantes. Perderse por él es como estar dentro de uno de esos jardines de la Inglaterra de los siglos XVIII y XIX.