VALLE DE LAS CADERECHAS, BURGOS
El Valle de las Sensaciones, como se conoce popularmente a este destino no tan conocido del norte de Burgos, en el costado noroccidental de la comarca de La Bureba, es nuestra siguiente parada. Uno de esos enclaves que no suelen estar en las rutas más habituales y a la que nos vamos directos para, cómo no, contemplar la naturaleza en todo su esplendor. Porque, ¿imaginabas que, en Burgos, también había cerezos? ¡Hasta diez variedades diferentes de este fruto se producen en este espectacular valle! Y es así gracias a los altos picos de sus montañas, que los protegen de los fríos vientos del norte creando un microclima idóneo para su cultivo.
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Llegada la floración, que suele darse más adentrado el mes de abril por encontrarse a más altura que los del resto de España, el paisaje se cubre de un inigualable manto blanco que atrapa por su aroma y que nos tienta a recorrer las carreteras y senderos entre los pueblos de la zona en busca de las postales más increíbles. Rutas para descubrir sus múltiples atractivos patrimoniales que realizar a pie o en bicicleta, entre floridos cerezos, antes de hacer parada en municipios como Salas de Bureba (en la imagen), Herrera de Valdivieso, Quintanotopio, Catabrana o Terminón. En definitiva, una escapada ideal para disfrutar de un fin de semana primaveral de lo más inspirador.
EL VALLE DEL JERTE, CÁCERES
La Fiesta del Cerezo en Flor del Valle del Jerte, en la zona norte de Cáceres, es un evento que pone en valor la espectacularidad de los paisajes que estos árboles otorgan a la provincia. Una imagen, la de las millones de florecillas blancas en su mayor apoteosis de belleza, que brinda una oportunidad única de disfrutar de la estampa y, a la vez, conocer los bonitos pueblos que se despliegan por su territorio. Desde Barrado a Cabrero, pasando por Navaconcejo o Rebollar, todos y cada uno de los municipios –en total, 11— cuentan con sus propios atractivos que bien merecen su correspondiente parada.
Claves para disfrutar del Valle del Jerte y sus cerezos en flor
Y es que, el espectáculo en el Jerte es difícilmente comparable: la orografía propia del valle provoca que los cultivos se lleven a cabo en terrazas, lo que permite mayor facilidad en su recolección. Esto hace también que el más de millón y medio de cerezos con los que cuenta no florezcan al mismo tiempo. Normalmente los que se hallan a una altura más baja lo hacen primero, y cuanto más arriba (y más frío), más tarde.
Verano a remojo en las piscinas naturales del valle del Jerte
VALLE DEL TIÉTAR, ÁVILA
La eclosión de casi dos millones de flores de cerezo debería ser suficiente excusa para que te plantearas dar un salto a este rinconcito abulense repleto de encanto: contemplar paisajes de belleza incalculable siempre hace bien. Pero es que, en este valle anclado en el lado sur de la Sierra de Gredos, hay más por hacer: mucho más. Empezando por explorar algunos de sus encantadores pueblitos como El Arenal, Guisando o El Hornillo, donde tomarle el pulso a la vida rural más sencilla rebajando pulsaciones.
Arenas de San Pedro y otros lugares que nos han conquistado en el valle del Tiétar
Además, las rutas, que conectan unas y otras localidades, como Cuevas del Valle (en la imagen) con otras localidades de las Cinco Villas, se hallan repletas de atractivos por los que animarte a ponerte las botas de senderismo y disfrutar de la naturaleza más sublime. Más allá de las embriagadoras imágenes de los cerezos en flor, que constituyen el gran atractivo en esta época, también te sorprenderá, con suerte, algún que otro ejemplar de especie autóctona como el águila real o la grulla sobrevolando el paisaje. Antes de regresar a casa, eso sí, será necesario dejar un hueco para el merecido festín: la gastronomía del Tiétar, protagonizada por las famosas carnes abulenses, los quesos artesanales y las hortalizas cultivadas en sus huertos, harán las delicias de los espíritus más foodies.
SIERRA MÁGINA, JAÉN
La época de floración del cerezo se ha convertido también en uno de los grandes reclamos de Torres, un coqueto pueblo jienense situado en la Sierra de Mágina. Es este uno de los parques naturales andaluces menos conocidos y, por ende, menos masificados, aunque cuando llega la primavera, la situación se transforma por completo. Porque los paisajes que rodean a la pequeña localidad se tornan tan atractivos debido a la floración de los cerezos, coloreándolos de blanco, que los vecinos de la provincia no dudan un segundo en escaparse hasta este enclave para ser partícipes de la magia.
Entre los cerezos que crecen en el municipio de Torres y los que lo hacen en el cercano Castillo de Locubín, suman un total de 1300 hectáreas de terrenos en las que disfrutar del famoso hanami, como se denomina a Japón al placer de observar la belleza de las flores. Y todo sin salir de la provincia de Jaén. ¿Un detalle más? Tantísimo se ha volcado la provincia en el cerezo, que actualmente casi el 70% de los vecinos de la zona se dedica a trabajar en él. En un cultivo que se ha convertido en una excelente excusa para perderte por el paisaje de Sierra Mágina y descubrir sus bondades.
CORULLÓN, LEÓN
Cada año, entre la última semana de marzo y la primera de abril, los cerezos que crecen fuertes y robustos en el entorno de Corullón, en El Bierzo, se visten de blanco: también en León el hanami, conocido asimismo como sakura, atrapa a miles de curiosos deseosos de contemplar uno de los momentos más extraordinarios de la naturaleza. Cuenta este pequeño pueblo leonés con dos rutas de poca dificultad entre cerezos que resultan estupendas para hacer en familia por su accesibilidad. La de San Juan y Campelo (45') y la de San Martín (30'). Toda una oportunidad para crear recuerdos imborrables de la experiencia.
Una buena opción es que aproveches la visita al sorprendente destino para descubrir los demás encantos que aguardan en Corullón. Por ejemplo, la subida a la cumbre Peña del Seo, una bonita caminata hasta uno de los miradores más impactantes de El Bierzo, o la Ruta del Castillo, que parte de la iglesia románica de San Miguel y conduce hasta el emblemático castillo de los Marqueses de Villafranca. Otra propuesta que jamás defrauda es la que lleva a caminar y a relajarse entre viñedos centenarios para, de paso, aprenderlo todo sobre su cultivo, vendimia y producción. Al fin y al cabo, estamos en El Bierzo, y qué mejor maridaje para sus cerezas que unos ricos caldos de la tierra.