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De cascada en cascada por Burgos para estrenar la primavera

En busca del salto de agua perfecto nos hemos ido de viaje por el norte de la provincia para descubrir algunas de las más espectaculares. Unas más conocidas y otras inéditas, a muchas de ellas es fácil llegar en un corto paseo.


Actualizado 23 de marzo de 2023 - 9:32 CET
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CASCADA DE ORBANEJA DEL CASTILLO 

La cascada de este pueblo de Las Merindades, en el límite con Cantabria, no hay que salir buscarla por sus alrededores porque está allí mismo, despeñándose desde 25 metros de altura por la colina escalonada en la que se ubica este armonioso conjunto de sabor rural, que es conjunto histórico, y al que el rumor del agua llena aún más de belleza y pone música ambiental. El torrente surge en la cueva del Agua y nada más ver la luz atraviesa el pueblo a toda velocidad precipitándose al Ebro en forma de cascada sobre la roca cubierta de musgo. Testigos del espectáculo son las formaciones rocosas que escoltan al impresionante foso de 200 metros de profundidad que el gran río ha excavado en los páramos calizos que rodean la localidad. 

 

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CASCADA DE LA SALCEDA 

Llegar a esta impresionante cascada de 30 metros de altura formada por las aguas del arroyo de San Miguel requiere cierto esfuerzo pues se encuentra escondida en lo más profundo del monte de La Cueva. La ruta circular de 8,6 kilómetros que lleva hasta ella parte del bonito pueblo de Quisicedo, con sus casas de piedra y casonas solariegas en torno a la iglesia de Santiago, y discurre por tramos de pista forestal y senda. Comienza bajando al encuentro del río de Peñanegra, que bordea la localidad, y después de cruzar el arroyo San Miguel por un puente de madera y grandes bloques de roca, se adentra en una zona boscosa hasta llegar a una encrucijada. El camino de la derecha es el que conduce a la cascada, rodeada de hayedos centenarios, robles, abedules, serbales y acebos. En primavera, cuando baja con buen caudal, impresiona ver cómo las aguas caen sobre una gran marmita de gigante y después resbalan por un tobogán de roca pulida antes de perderse por el corazón del monte. 

 

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CASCADA EL PEÑÓN 

Con 20 metros de altura y 110 metros de longitud, la alargada cascada de El Peñón es uno de los grandes espectáculos naturales que el río Jerea ofrece a su paso por Las Merindades y que estos días primaverales, tras el deshielo invernal, muestra su mejor estampa. Su fácil acceso, a solo 100 metros de la carretera de Trespaderne, la convierte en una de las más visitadas del valle de Tobalina. Se puede disfrutar de ella desde el mirador de Pedrosa de Tobalina o desde la amplia zona de baño donde caen sus aguas, junto a la que se encuentra un restaurado molino. 

 

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CASCADA DE LAS PISAS 

Si Puentedey presume de su enclave, levantado sobre un bello puente natural, a 20 minutos en coche de él, la escondida aldea de Villabáscones de Bezana lo hace de uno de los hayedos más bonitos de Burgos y de cascadas. Junto a un nogal situado al lado de la iglesia arranca la caminata de 2 kilómetros que lleva hasta Las Pisas, un conjunto de saltos de agua escalonados por los que se precipitan las aguas del río Gándara y que componen un bello paisaje, sobre todo en primavera. 

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CASCADAS DE TOBERA 

A un par de kilómetros del bonito pueblo medieval de Frías, una de sus aldeas, Tobera, impresiona por varias cosas, primero por su ermita de Santa María de la Hoz, protegida bajo un cortado rocoso y junto a un sencillo humilladero. También por su puente romano-medieval sobre el río Molinar, que recoge las aguas de algunas cumbres de los Montes Obarenes; y, sobre todo, por los saltos de agua creados por este río que dividen el pueblo en dos y que han sido aprovechados para diversos usos por sus vecinos. Un corto paseo circular de 25 minutos, acondicionado con varios miradores, los va descubriendo mientras se recorren las estrechas y pendientes calles del bello conjunto rural. 

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CASCADA DE PEÑALADROS 

Escondida en el valle de Mena, bajando el puerto de Peña Angulo, en dirección Bilbao, una sorpresa más en forma de salto de agua, la cascada de Peñaladros, por la que las aguas del río San Miguel se desploman desde 30 metros de altura. Para llegar a ella hay que acercarse hasta la localidad de Cozuela y, una vez pasado el caserío, continuar el camino que sale a la izquierda de la carretera. Un corto paseo de 500 metros conduce hasta su base, un bello pozo de aguas color esmeralda donde se remansan las aguas e inmerso en un privilegiado entorno natural. 

 

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CASCADAS DE IRÚS  

El Valle de Mena es testigo del nacimiento de un río, el Cadagua, que tras atravesar la comarca, entra en Vizcaya por Las Encartaciones y une sus aguas a las de otros arroyos vecinos para desembocar en el Nervión. El mismo valle guarda, a los pies del puerto El Cabrio, dos cascadas a las que es fácil llegar andando tras un agradable paseo. El sendero desde el tranquilo y pequeño pueblo de Irús tiene el encanto de discurrir por un antiguo camino medieval, que hasta hace poco se pensó que era una calzada romana, y que se adentra entre la vegetación. El recorrido tiene un kilómetro entre la ida y la vuelta, se inicia en la iglesia de San Millán y baja hasta el río Hijuela, desde donde se observan los dos saltos consecutivos. 

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SALTO DEL NERVIÓN 

Allí donde las provincias de Burgos y de Álava marcan sus límites se desploma el salto de agua más alto de España ¡y de Europa!, con 300 metros de altura. Una estruendosa cascada por la que, en primavera, caen con fuerza las aguas de los arroyos Ajiturri, Iturrigutxi y Urita hacia el fondo de un abismal cañón, pues en verano apenas es un fino hilo de agua. Los umbríos hayedos de Monte de Santiago son, junto al salto, los protagonistas absolutos del paisaje. En el paseo desde el aparcamiento hasta el sobrecogedor mirador situado en la parte alta de la cascada hay que invertir una hora.  

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