Más confort, más espacio y mejor servicio. Todo ello, mezclado, se traduce en mayor lujo. He aquí una aproximación a lo que puede considerarse, en términos generales, la diferencia fundamental entre las distintas clases de los aviones.
Más allá de la clase turista (la más básica), el salto es considerable, tanto en lo que se refiere al precio como a las ventajas. Casi podríamos decir que se trata de viajes diferentes. La experiencia, seamos claros, nada tiene que ver. A grandes rasgos, volar en turista o hacerlo en las clases superiores difiere en la amplitud del asiento y su abatibilidad, el número de enchufes, el servicio de wifi, la bolsa de aseo de cortesía, el entretenimiento a bordo, el tipo de pantalla de televisión y la calidad del servicio y de la gastronomía.
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LAS VENTAJAS DE LAS CLASES SUPERIORES
Hasta aquí, todo claro. Pero, ¿qué sucede entre la clase ejecutiva (business class) y la primera clase (first class)? ¿Son tantas las diferencias? Porque lo cierto es que ambas llevan implícita toda una serie de ventajas. Empezando por el derecho a usar una sala de espera especial en el aeropuerto, la capacidad de embarque prioritario y el hecho de que los asientos no se encuentran en la misma cabina que los de turista (y tienen, por tanto, un baño propio).
Después, cada compañía marcará sus propias diferencias con respecto a la clase inferior. Entre ellas, que la plaza sea más o menos amplia, con más espacio para las piernas e incluso con la posibilidad de convertirse en una auténtica cama. O que las pantallas de televisión sean más grandes, la comida de mayor calidad y variedad (suele haber un menú donde elegir) y que se permita un mayor equipaje.
En este sentido, cabe señalar que algunas compañías como Emirates añaden a estas clases superiores otras exclusivas ventajas. Por ejemplo, la de un servicio de chófer que te va a buscar a casa y te lleva al aeropuerto. Y si el viaje tiene lugar a bordo de su maravilloso avión A380 (el más grande del mundo), los pasajeros de esta clase pueden disfrutar de un bar completo a bordo: una barra semicircular con un buen suministro de bebidas (incluidos ricos cócteles) y aperitivos fríos y calientes.
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TODO ES MEJOR
Pero si esto atañe a las dos categorías más altas, ¿cuál es la diferencia entre ellas? Simplemente (y de nuevo) la palabra lujo. En la primera clase, todo es mejor con respecto a la clase ejecutiva. Desde la misma sala VIP del aeropuerto, más tranquila, con menos aglomeraciones y con servicios más personalizados. Hasta ofrecen, en lugar de un buffet, una experiencia de cena al estilo de un restaurante.
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También a bordo varía la bebida que se ofrece antes de despegar (marcas prestigiosas en copas de auténtico cristal), hasta el menú que se sirve en platos de porcelana fina, que suele estar diseñado por chef con estrella Michelin y que pueden llegar a incluir productos tan prohibitivos como el caviar.
Después, claro está, disponen de la clase más alta de asientos de lujo que puede existir en un avión. Cabinas privadas que se cierran herméticamente y que se asemejan mucho a pequeñas suites individuales. Volviendo de nuevo al A380 de Emirates, hasta ofrece dos spas con ducha, que básicamente son cuartos de baño completos con calefacción a través del suelo. Y todo ello sin olvidar la ropa de cama de lujo, puesto que muchas aerolíneas brindan en primera clase, además de mantas y almohadas a elección, pijamas y zapatillas.
LA GUINDA DEL PASTEL
Además del confort de las instalaciones y de la exclusividad del kit de amenities (en Emirates son de la firma Bvlgari), el plus que supone la primera clase con respecto a la ejecutiva está también en el servicio, que alcanza las más altas cotas imaginables. El hecho de tener casi un asistente por persona permite que la comida sea a petición de los pasajeros y no a una hora determinada y que la tripulación sea capaz de anticiparse a las necesidades del viajero.
Eso y, claro, el precio, que se dispara considerablemente. El billete de un vuelo internacional de primera clase puede costar desde 5.000 euros en adelante y alcanzar incluso decenas de miles de euros. Puesto que esta cifra es para muchos inalcanzable, se habla de un truco para viajar en primera: el de comprar puntos de vuelo directamente a la operadora. Cada pocos meses, las aerolíneas sacan a la venta ciertos puntos que pueden acumularse sin, realmente, viajar a ninguna parte. Y estos puntos se pueden usar más adelante para reservar asientos en primera por menos cantidad de efectivo.
Hay que añadir que no todas las compañías aéreas disponen de primera clase, mientras que la clase ejecutiva sí está disponible en todas las aerolíneas. Bien mirado, esto convierte a la primera clase en una forma de volar todavía más exclusiva.