Después de haber disfrutado de sus playas de turquesa caribeño, uno de los rituales que no perdonan los incondicionales de Formentera es, descalzos, con una copa entre las manos, atrincherarse cada tarde ante una puesta de sol diferente. Hay puñados de escenarios a cual mejor: un beach club, chiringuitos con la solera del Pirata Bus y aciertos seguros como el Blue Bar, arenales orientados al oeste como Cala Saona o, claro, los tres faros que atesora en cada punta la benjamina de las Pitiusas.
Formentera más allá de la playa, descubrimos sus pueblos
El de La Mola, el promontorio más elevado de esta islita tan lisa, es un claro favorito. Aunque en su interior han habilitado un espacio muy interesante donde asomarse a la Formentera en blanco y negro de los años 50, lo mejor, cómo no, serán las vistas. Al filo de un acantilado a 120 metros por encima del mar, las panorámicas a la inmensidad del Mediterráneo no tienen desperdicio desde este faro del fin del mundo que, como recuerda el monolito plantado a su vera, colocó en el mapa el mismísimo Julio Verne al mencionarlo en su novela de aventuras Héctor Servadac.
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RUTAS VERDES
De preferir olvidarse del coche, hasta aquí se abre paso una de la treintena de rutas verdes que, al abrir las geografías de esta isla diminuta a caminantes y ciclistas, hacen que Formentera parezca mucho más grande. Así, tras curiosear entre las artesanías del mercadillo hippy que miércoles y domingos por la tarde se monta hasta mediados de octubre en El Pilar de La Mola, del pueblo será apenas media hora a pie entre chumberas y muros de piedra seca, alguna casa típicamente isleña y, con suerte, un rebaño de ovejas como colofón a lo bucólico de la escena.
FARO DE CAP DE BARBARIA
También hay una tríada de rutas verdes para alcanzar el faro del Cap de Barbaria, al que se prohíbe acceder en coche e incluso en moto durante la temporada alta. Imposible entonces imitar a Paz Vega llegando en Vespa hasta él en Lucía y el sexo, la película de Julio Medem cuyo cartel inmortalizó este faro, algo menos alto que el de La Mola, pero con unas luces de atardecer aún mejores.
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Aunque larga, la caminata es preciosa. Entre paisajes cada vez más desérticos con el faro despuntando al fondo, la tira de asfalto de dos kilómetros que los atraviesa parece no tener fin. Una vez allí, los cazadores de selfies, yoguis en busca de un lugar para meditar y acarameladas parejas se desperdigan, cada uno a lo suyo, por las soledades de sus roqueríos forrados de matorral.
FARO DE LA SAVINA
Menos famoso que sus hermanos mayores, el faro de La Savina no tiene pérdida. En las traseras del puerto del que van y vienen los ferris a Ibiza, es el único por el que se podrá recalar según se vuelve, de nuevo en bici o a pie, tras un día de sol y paraíso perdido en la playa de Ses Illetes, la joya de la corona que nadie en Formentera osaría perderse.
MUY PRÁCTICO
Aunque también se alquilan coches, al ritmo sosegado y hippy-chic de Formentera le encaja más moverse en bici o, para los menos deportistas, en moto. Unas y otras son fáciles de alquilar y vienen muy bien salvo que no se tenga intención de alejarse demasiado del lugar donde se esté alojado. Entonces puede bastar con llamar un taxi o coger el autobús que atraviesa la islita. Desde que se puso en marcha el proyecto Formentera Eco (formentera.eco) se limita el número de vehículos a motor en la isla, por lo que, si se piensa traer el propio, será importante consultar antes su web. Desde ella, en aras de la sostenibilidad, también se pueden alquilar coches y motos eléctricos.
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CÓMO LLEGAR
En Formentera no hay aeropuerto por lo que, salvo de tener barco propio, la entrada se hará en ferri desde Ibiza con Trasmapi, Aquabus o, entre otras, Baleària, que en temporada alta también conecta con Denia. Los horarios de todas las navieras, en proximoferry.com. Iberia Express, Vueling y Air Nostrum, todas del Grupo Iberia (iberia.com), tienen varios vuelos directos al día a Ibiza desde, respectivamente, Madrid, Barcelona y Mallorca, entre otras ciudades y a precios a menudo inferiores a 100 €.
DÓNDE DORMIR
Además de Casa Pachá (casapacha.com) o el Five Flowers Hotel & Spa (payahotels.com) –el de momento único cinco estrellas de Formentera, dueño y señor de un rooftop perfecto para una copa al atardecer ante vistas de 360°–, por la isla hay casas rurales de lo más espartano a lo más exclusivo, apartamentos tan cuidados y bien ubicados como Sa Cala (sacalasuites.com), que incluso tiene zona de chill-out en la azotea, amén de hostales –¡con también tremendo restaurante!– del encanto de Can Rafalet (hostal-rafalet.com) o agroturismos que, como Es Pas (espasformentera.com), suman tan pocas habitaciones que uno se siente muy en casa.
DÓNDE COMER
En Es Caló, Can Pasqual (canpasqualrestaurant.com) viene desde 1964 rindiendo tributo al producto local con recetas tan puramente isleñas, aunque ahora con un toque más innovador, como la ensalada payesa con peix sec, el pescado seco que aquí todavía procesan al sol de forma artesanal, si bien en su carta también los tienen fresquísimos.
Para un brunch o un picoteo original en las calles de Sant Francesc, el café del hotel Es Marès (hotelesmares.com); para darse un homenaje por todo lo alto de la mano de chef Nandu Jubany, Can Carlitos (cancarlitosformentera.com), abierto a partir de mayo, o Es Còdol de Foradat (escodolforadatformentera.com), y para recuperar fuerzas tras la caminata hasta el faro de La Mola, los arroces, fideuás o la caldereta de bogavante del restaurante de ambiente familiar Sa Figuera (tel. 971 93 59 88).