POR LOS PASADIZOS DE PAIVA
La primavera y el buen tiempo invitan a escapadas en la naturaleza y este es uno de los destinos preferidos en Portugal para amantes del senderismo y la aventura. Nueve kilómetros de pasarelas, y escaleras, que recorren la profunda garganta del río Paiva, al norte de Portugal, a una hora de Oporto, junto a la población de Arouca. Un espacio natural que ha sido premiado en los últimos años como la mejor atracción turística de aventura de Europa y como un proyecto sostenible y dinamizador del entorno rural. Pasarelas colgadas sobre las aguas, escalones de madera suspendidos, el puente colgante peatonal más largo de Europa y un buen número de tesoros naturales esperan a quienes se adentren en el recorrido. El camino lineal se recorre en unas dos horas y media tranquilas.
Las pasarelas de Paiva y el puente peatonal más largo del mundo
Para ti que te gusta
Lee 8 contenidos al mes solo con registrarte
Navega de forma ilimitada con nuestra oferta
1 año por 49€ 9,80€
Este contenido es solo para suscriptores.
CelebramosSuscríbete 1 año por 49€ 9,80€
Este contenido es solo para suscriptores.
CelebramosSuscríbete 1 año por 49€ 9,80€
TIENES ACCESO A 8 CONTENIDOS DE
Recuerda navegar siempre con tu sesión iniciada.
LA CUEVA DE BENAGIL, SIN GENTE
La excursión más buscada del Algarve es esta espectacular gruta marina que esconde una playita en su interior bajo una bóveda de roca, con un óculo por el que entra la luz anaranjada que la hace de lo más fotografiable. La encontramos a pocos metros de la playa con la que comparte nombre, a unos 30 minutos de Albufeira, una de las localidades más visitadas de la zona. En temporada alta acceder a ella es casi misión imposible, porque se llena de turistas que llegan en pequeñas lanchas que parten de las localidades cercanas, e incluso a nado o con tablas de paddle surf desde las playas cercanas. Hacerlo en primavera te cambiará la perspectiva, sin tanta aglomeración que te permitirá acceder a su interior de forma tranquila o contemplarla desde arriba. Los acantilados que la rodean cortan la respiración.
Excursiones imprescindibles desde Faro, la bella capital del Algarve
DESCUBRIR CASCAIS
Una ciudad tan cercana a Lisboa –a tan solo 30 kilómetros– no debería ser una desconocida. Quienes la visitan descubren una magnífica vía verde que recorre la costa frente a playas infinitas en dirección a la de Guincho, rincones coquetos como el del faro blanquiazul de Santa Marta, la bien conservada Ciudadela o un Barrio de los Museos (bairrodosmuseus.cascais.pt), porque aquí no hay uno, más bien 16. El atardecer se contempla desde el cabo da Roca, el más occidental de Europa, y la noche se pasa en la Ciudadela de Cascais (pestanacollection.com/en/hotel/fortress-cascais), un hotel lujoso y único en Europa por contar con su propio Art District.
48 horas en Cascais, entre clases de surf y talleres de cocina
TAVIRA SIN PRISAS
Tavira es una preciosa localidad del Algarve portugués, a tan solo media hora en coche de la frontera con España. Una ciudad para visitarla sin prisas, porque a su puente romano sobre el río Gilão o al castillo medieval que la corona, hay que sumarle nada menos que 37 iglesias a la cuenta de su patrimonio. Y la escapada no estaría completa sin cruzar en barco a la Ilha de Tavira (también se puede hacer por un puente peatonal) para pasear por sus magníficas playas. Para alojarnos, Conversas de Alpendre (conversasdealpendre.com), un encantador hotel boutique a las afueras donde te enamorará desde el diseño exquisito de sus habitaciones –como la suite con jacuzzi en la terraza o una preciosa cabaña de madera sobre un árbol– a la amabilidad de sus anfitriones.
ESCAPADA ROMÁNTICA AL DOURO
Da igual si eres amante del vino o no, aunque en el valle del Douro si lo eres disfrutarás aún más. Pero a esta zona del norte de Portugal no solo se viene por las bodegas, también por unos paisajes en los que los viñedos que trepan sobre las laderas de las montañas, escoltando al río Duero en su camino, son los auténticos protagonistas. Ahí, entre viñedos, encontramos Vintage House (vintagehousehotel.com), junto al pequeño pueblo de Pinhão, un lugar ideal para una escapada romántica de fin de semana. Aquí se impone el lujo rural, con elegantes habitaciones asomadas al Duero, exuberantes jardines que lucen más bonitos en primavera, paseos en barco y buena gastronomía.
MONSANTO, LA ALDEA MÁS PORTUGUESA
Para una escapada muy rural a la zona centro elegimos la villa de piedra de Monsanto. Elevada sobre un cerro, esta aldea fue declarada ‘La aldea más portuguesa de Portugal’ y es que ha sabido conservar la esencia de años pasados. En lo alto de la localidad, la torre medieval de Lucano coronada por un gallo de plata muestra con orgullo este reconocimiento.
Llaman la atención las enormes rocas de granito de su conjunto urbano que parecen aplastar las casas en ocasiones, y en otras nos hacen rodearlas para poder seguir el camino. Los patios y jardines se decoran con flores de colores que contrastan con el gris de la roca conservando el urbanismo tradicional y los caminos conducen a lo alto de la fortaleza medieval, que guarda dentro la iglesia de Santa María. El premio a la subida serán unas estupendas vistas.
Una ruta por las aldeas históricas portuguesas al otro lado de la raya
LISBOA SIEMPRE APETECE
Da igual la época del año, la capital portuguesa siempre es un buen plan. Subir a sus tranvías –sabemos que es muy turístico, pero merece la pena–, ascender al mirador de Santa Justa, acercarse a la plaza del Comercio, cruzar el Puente 25 de abril, subir a la Torre de Belén o hacer una visita al castillo de San Jorge, son algunos de sus clásicos. Pero si lo que apetece es aprovechar plantes de temporada hay que tomar algo en en alguna de sus terrazas, en abril y mayo las temperaturas suaves ya invitan a visitarlas. El Sky Bar del Tivoli Avenida Liberdade (tivolihotels.com) es un sitio de moda con magnificas, también el Rooftop Bar del Hotel Mundial (phchotels.pt). Para un brunch con encanto los cafés del Barrio Alto, hay un montón donde elegir como Dear Breakfast (dearbreakfast.com).
¿Hay más razones para volver a Lisboa? Pues sí, las descubrimos
DE PALACIO EN PALACIO POR SINTRA
A media hora de Lisboa, la ciudad de Sintra tiene unos cuantos palacios gracias a los numerosos reyes y aristócratas que quedaron enamorados de su entorno natural, de tanta belleza que todo el conjunto fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
El Palacio de Monserrate, con su aire oriental destacando por sus cúpulas rojas; el Nacional de Sintra reconocible por sus enormes chimeneas cónicas; el Palacio da Pena, un canto a la extravagancia, con un cúmulo de estilos que lo hacen único, tanto como sus vistas. Una escapada imprescindible desde Lisboa.
VILA NOVA DE MILFONTES, LA COSTA ALENTEJANA
Esta encantadora villa marinera de la costa alentejana invita a una escapada relajada. Enclavada junto a la desembocadura del río Mira, sus magníficas playas la ponen en el punto de mira de numerosos portugueses cuando llega el verano. En primavera, se visita de forma más pausada, dando largas caminatas por su paseo marítimo, subiendo a su fuerte de Sao Clemente, contemplando sus casitas encaladas o dando algún paseo en barco. Vila Nova recibe al visitante con un cartel que reza ‘Alentejo, tiempo para ser feliz’ y aquí uno viene a serlo.
AVEIRO, LA VENECIA ATLÁNTICA
Se ha pasado el carnaval y lo más probable es que no hayamos pisado Venecia. Mucho más cercana, colorida y también con góndolas, la localidad portuguesa de Aveiro, a 75 kilómetros al sur de Oporto. Hay que tener cuidado con las comparaciones para no hacernos una idea equivocada y luego desilusionarnos: hay canales y góndolas, que aquí se llaman moliceiros, y aunque nada es comparable con la fascinante Venecia, Aveiro también tiene su encanto. Su ría forma un fabuloso paisaje salpicado de islas, playas kilométricas y complejos dunares como pocos. En verano, como le pasa a Venecia, es un trasiego de gente que hace que las colas en los restaurantes sean de horas, por eso mejor visitarla en primavera, cuando puedes pasear con tranquilidad por el Gran Canal, descubrir el barrio marinero de Beira Mar con casitas de colores, y sentarte en algún restaurante a tomar un buen pescado, más fresco imposible. Ahora, sin esperas.