El paisaje es una de las mayores bazas del Matarraña, que se ha conservado casi intacto hasta hoy y es orgullo de sus habitantes, poco más de 8.800 repartidos entre sus 18 pueblos medievales. De entre todos, cinco de sus municipios –Valderrobres, Calaceite, Beceite, La Fresneda y Ráfales– son conjunto histórico, mientras los dos primeros forman parte de la asociación de Los Pueblos más Bonitos de España. Esta comarca del Bajo Aragón, situada al este de Teruel, cautivó a muchos viajeros a raíz de la pandemia, en busca de destinos menos masificados. Hoy seduce con nuevos reclamos como el oleoturismo, el enoturismo o la aparición de hoteles exquisitos con una apuesta clara por la sostenibilidad y restaurantes con una cocina arraigada a la tierra y su entorno.
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VALDERROBRES Y SU CASTILLO-PALACIO DEL SIGLO XV
Nuestra ruta por la comarca del Matarraña comienza en Valderrobres, capital administrativa de la comarca. «Yo parlo chapurriau», se lee cerca del emblemático Puente de Piedra medieval. «Dicen que nuestra peculiar forma de hablar es una variante del catalán, pero más bien parece un dialecto mestizo. Esta es una zona de fronteras», aclara Manuel Siurana, de 67 años, quien, tras media vida como profesor de Historia en un colegio de Barcelona, regresó al pueblo que le vio nacer. En 2008 creó la Fundación Valderrobres Patrimonial, cuyo fin es conservar el patrimonio de esta villa histórica.
Nos cita junto al imponente castillo-palacio del siglo XV (castillodevalderrobres.com), una de las mejores joyas de estilo gótico en Aragón. «Fue la residencia privada del arzobispo de Zaragoza, García Fernández de Heredia», explica mientras nos guía por la fortaleza. Justo enfrente del castillo está el Centro de Interpretación de Arte Comarcal, donde pueden verse las maquetas de cada uno de los 18 pueblos que integran la comarca. «En todos ellos hay muestras notables del Renacimiento, el gótico y el Barroco», ilustra nuestro anfitrión. Tras recorrer las calles empedradas del pueblo comemos en el restaurante Baudilio (baudiliorestaurante.com), cuya cocina está basada en productos de temporada con un guiño a la comarca del Matarraña.
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TORRE DEL VISCO, EL HOTEL PIONERO EN TURISMO SOSTENIBLE
Jemma Markham es la propietaria del hotel Torre del Visco (torredelvisco.com), un encantador Relaix & Château a tan solo 5 kilómetros de Valderrobres y al que se accede tras recorrer una empinada pista sin asfaltar. «Al principio nos llamaron locos», dice esta británica de 72 años que lleva medio siglo viviendo en España. En 1991, ella y su marido decidieron vender su negocio editorial (librerías Turner) para reconectar con sus raíces rurales. «Un día estábamos por Tarragona y alguien nos dijo que había unos pueblos preciosos y bastante aislados en Teruel. Se nos encendió la luz». Esa luz les condujo hasta la comarca del Matarraña. «Tuvimos la sensación de llegar a la Tierra Prometida», comenta nuestra anfitriona con el brillo en los ojos.
El mejor aceite de oliva del mundo, protagonista de todos estos planes viajeros
Conmovidos por la belleza del lugar, decidieron comprar esta idílica finca de 94 hectáreas situada en el término de Fuentespalda (286 habitantes), delimitada por el río Tastavins y el macizo montañoso de los Puertos de Beceite. Plantaron 2000 olivos y en medio del bosque reconstruyeron la masía con su torre de 1449 para transformarla en un hotel boutique de 16 habitaciones. La propiedad incluye jardines románticos con más de 50 variedades de rosas y un huerto ecológico que abastece de productos frescos a su restaurante de kilómetro cero. Hoy esta filosofía se ha visto recompensada con creces al recibir, en noviembre de 2022, una Estrella Verde Michelin que premia su excelente gastronomía sostenible.
Hace 25 años, este negocio era inaudito en Teruel. Pero con el tiempo, Jemma ha demostrado que su proyecto era viable. «Matarraña tiene muchos atractivos y hay que saber venderlos, aunque no a un nivel masivo», dice esta pionera del turismo sostenible.
MAS DE TORUBIO Y LA RECUPERACIÓN DE LA GARNACHA PELUDA
Enrique Monreal, enólogo y copropietario de la bodega familiar Mas de Torubio nos recibe junto a su viñedo, situado en Cretas, a 11 kilómetros en dirección norte de Valderrobres. «Aquí hemos cavado con la azada desde pequeños», dice junto a la finca de 25 hectáreas de olivo y vid que alberga una masía de 1856. En este terreno hay un pozo árabe, al fondo se divisan los Puertos de Beceite y detrás del bosque de pinos, unos túmulos funerarios íberos del siglo V a. C. Los antepasados de este emprendedor de 41 años, apodados los Torubio, vivieron siempre de la agricultura, pero él se formó como enólogo para producir su propio vino.
Con el conocimiento adquirido, en 1998 regresó a Cretas y plantó las primeras viñas en la finca familiar. Además, se propuso recuperar una variedad local: la garnacha peluda, de la que se obtiene un vino joven, ligero y refrescante. «Es nuestra punta de lanza, porque da unos vinos que te pueden diferenciar», enfatiza Monreal, cuya bodega comercializa las marcas Xado, Torubio, 9 Rosas, Clota y Cloqueta (unas 30.000 botellas en total). No por casualidad, obtuvieron dos Medallas de Oro y una de Plata en el concurso internacional Catavinum World Wine & Spirits Competition 2019. Su bodega se visita, con cita previa (masdetorubio.com).
ELABORACIÓN DE ACEITES ECOLÓGICOS EN MAS DE FLANDÍ
Y del vino al aceite, otro de los productos más representativos del Matarraña junto a los jamones, el cordero y las almendras. A solo 8 kilómetros de Mas de Torubio está la finca olivarera Mas de Flandí, situada en el término de Calaceite. En 2005, el empresario barcelonés Eduard Susanna compró este predio de 1744 y puso en valor sus 40 hectáreas de olivos, que hoy producen 60.000 kg de aceituna de las variedades empeltre, arbequina y picual. «A partir del siglo XVIII empezaron a construirse en esta zona molinos de aceite y se convirtieron en industrias. Calaceite llegó a tener uno de los más grandes de Aragón», explica el propietario de la almazara, que, antes de ser productor de aceites premium, trabajó en el sector cosmético. «El aceite es cosmética interior», dice este amante de la gastronomía mientras nos enseña el proceso de producción en su pequeño molino. Sus aceites ecológicos extra virgen se comercializan bajo la marca Fruit & Branca y han obtenido numerosos premios nacionales e internacionales. Realizan visitas guiadas a su molino, de una hora de duración, donde además hacer una cata de su Fruit & Branca (masdeflandi.com).
TORRE DEL MARQUÉS, EL PRIMER 5 ESTRELLAS DE TERUEL
No es casualidad que el hotel Torre del Marqués (hoteltorredelmarques.com) se haya levantado en este pequeño paraíso aragonés. Inaugurado en 2020, es el sueño hecho realidad de Óscar García y Marta Goiri, un matrimonio de ingenieros que decidieron dar un giro profesional y apostaron por el mundo de los viajes a medida. Un día se dejaron caer por el Matarraña y se enamoraron tanto de la pureza del paisaje como de su autenticidad.
Encontraron una antigua masía del siglo XVIII que perteneció al Marqués de Santa Coloma, en mitad del monte de Monroyo (una localidad de apenas 385 habitantes), en una finca de 200 hectáreas entre pinares, viñedos, olivares y almendrales. El sitio ya lo tenían, ahora había que ponerse manos a la obra y decidieron rehabilitar la masía como hotel de lujo sostenible. En su proceso se utilizaron materiales naturales de proximidad -tierra y paja de la propia finca, suelos de yeso pulido de Albarracín, paredes de arcilla y piedra arenisca de los Puertos de Beceite o la estructura de pino de los bosques ibéricos-. Los muros se han realizado con una técnica ancestral denominada tapia calicostrada o tapial (tierra pisada), por lo que fueron premiados por su «arquitectura en tierra». También se ha reducido al máximo la huella del CO2 del edifico.
Torre del Marqués pertenece al sello de calidad Small Luxury Collection. Cuenta con 16 habitaciones, spa, piscina exterior climatizada, un huerto ecológico y una bodega que ha empezado a producir sus propios vinos. En su restaurante, La Atalaya del Tastavins, se cocina con productos de proximidad como el aceite de oliva de Empeltre, el ternasco de Aragón, el jamón DOP Teruel, la trufa negra del Matarraña, los melocotones de Calanda o los pescados frescos del Delta del Ebro.
Hasta aquí llegan turistas nacionales e internacionales que buscan el contacto con la naturaleza -su finca colinda con una de las joyas naturales mejor conservadas de la Península Ibérica: el Parque Natural de los Puertos de Beceite- y que sienten afinidad por el lujo discreto. «El silencio es el verdadero lujo de la vida moderna» dicen sus propietarios.
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SOLO HOUSES, PRIMERA COLECCIÓN DE ARQUITECTURA DE EUROPA
En el término de Cretas también se encuentra Solo Houses (solo-houses.com). Un camino de 2 kilómetros sin asfaltar nos conduce a una finca de 120 hectáreas situada a los pies del Parque Natural Los Puertos de Beceite. En 2012, después de rastrear medio mundo, los galeristas Christian Bourdais y Eva Albarrán encontraron aquí el lugar idóneo para levantar 15 villas de diseño y un hotel —pieza central del proyecto— que estuvieran completamente integrados en el paisaje. «Pedimos a 12 de los estudios de arquitectura más innovadores del mundo que diseñaran la casa de vacaciones de sus sueños y les dimos carta blanca para elaborar sus propuestas, con la única limitación del presupuesto», explica el propietario francés, cuyo reto es convertir este oasis de arquitectura utópica en «un destino mundial».
De momento se han construido dos espectaculares casas de alquiler. La primera, Solo Pezo Von Ellrischausen, de aires brutalistas y con vistas al valle, brinda a los ocupantes la sensación de flotar en el aire. La segunda, Solo Office KGDVS, es un espacio totémico en forma de anillo que invita a interactuar. Alojarse aquí es un «lujo asceta», dice la directora del proyecto, Julia Kajaraville.
UN MOLINO DE PAPEL RESTAURADO COMO HOTEL-RESTAURANTE
En Beceite llegó a haber nueve molinos de papel levantados en torno al cauce del río Matarraña. Los grabados de Goya, o los naipes de Heraclio Fournier utilizaron el papel de estas «fábricas», como aquí llaman a los molinos. La Fábrica de Solfa estuvo operativa hasta los años 70 y fue rehabilitada en 2009 como hotel-restaurante (fabricadesolfa.com). «Quisimos conservar un edificio industrial que a la vez diera servicio a los turistas», explica su propietario, Javi Moragrera, orgulloso de que su restaurante haya recuperado el fesol de Beseit (judía blanca de Beceite), la legumbre identitaria de la zona. El chef Kike Micolau la sirve todo el año junto a otros platos tradicionales pero reinventados, como el ternasco de Aragón o el codillo de cerdo Duroc. Hace 25 años, Moragrega fundó junto a su hermano la agencia Senda (websenda.com), pionera en turismo activo. Conoce cada rincón del Matarraña y habla con pasión de la luz especial de su tierra, «un paisaje casi íntegro que los agricultores han sabido cuidar y proteger».
UN CONVENTO EN LA FRESNEDA
La ruta acaba en La Fresneda, un pueblo de 443 habitantes que es conjunto histórico. Desde la ermita de Santa Bárbara, encaramada a una colina, hay unas magníficas vistas al valle del Silencio y al río Matarraña. Aquí está El Convent 1613 (hotelelconvent.com), un exquisito hotel-restaurante que regenta Ana Romeo. Tras probar las croquetas de ternasco, el jamón de Teruel y la casqueta de naranja y calabaza, solo nos falta dar las gracias en chapurriau.