Nacido en la ciudad alemana de Bonn en 1770, la primera vez que Beethoven pisó Viena tenía 17 años y unas ganas inmensas de comerse el mundo, musicalmente hablando. Sin embargo, aquella aventura duró más bien poco: su madre pronto cayó enferma y él tuvo que regresar a su ciudad natal. Tiempo más tarde, impulsado por otro grande de la música, Haydn, que supo ver en él toda una promesa en este arte, regresó a la capital austríaca. Corría 1792 cuando, con sus bártulos bajo el brazo, se mudó definitivamente a Viena, donde pasó los siguientes 35 años. Los últimos de su vida.
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Conocer la historia repleta de vaivenes emocionales, pero también de éxitos y de, por qué no decirlo, problemas de salud del genio que fue Beethoven, supone hacer un recorrido por los lugares más emblemáticos de la ciudad relacionados con el músico.
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EL GRAN MUSEO DE BEETHOVEN
Para hacernos una idea más global de lo que fue la vida y carrera musical de Beethoven, una buena propuesta es montarnos en el tranvía D, en el centro de Viena, para alcanzar en unos 35 minutos el barrio periférico de Heiligenstadt. En esta zona, que tres siglos atrás se consideraba las afueras de la ciudad y se hallaba repleta de balnearios, se encuentra una de las 60 casas en las que vivió el genio a lo largo de sus 35 años en Viena: según se cuenta, su complicado carácter y la sordera que le atormentó desde que tenía 30 años, no ayudaron nunca a que su relación con los vecinos fluyese demasiado.
Calles empedradas y casitas de un par de plantas nos aportan una idea de la Viena rural de antaño mientras alcanzamos el 6 de la calle Progusbase, hoy transformado en el Gran Museo Beethoven. A lo largo de sus diferentes salas, transformadas en 6 espacios expositivos organizados en torno al patio central de la casa, podemos conocer los detalles acerca de sus primeras composiciones, sus grandes éxitos, las claves de sus diferentes etapas o cómo la sordera afectó a trabajo y a su vida durante tantos años.
EL THEATER AN DER WIEN
Hablamos ahora de Fidelio, la primera y única ópera acabada de Beethoven: ¿el lugar donde se estrenó? El Theater an der Wien, un teatro que continúa hoy, tres siglos después, en activo, y con una interesante programación, y que se encuentra situado junto al popular Mercado Naschmarkt, que concentra gran parte de la vida social vienesa con sus más de 120 puestos de gastronomía y artesanía.
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Pero hay más curiosidades acerca de esta nueva parada: resulta que el teatro contrató al compositor en 1801 y, como parte del acuerdo, incluyó además un sueldo fijo al mes y un piso donde poder vivir situado precisamente en un ala del mismo edificio. Es decir: estamos ante otra de las viviendas de Beethoven en Viena. Sin embargo, aquel alojamiento, tristemente, no se conserva.
EL MUSEO DEL TEATRO DE VIENA
Quizás a priori sorprenda esta localización, pero hay algo que tener muy presente en nuestra ruta: la Viena del siglo XVIII no es la Viena actual, y muchos lugares han ido transformándose y adaptándose a nuestros días. Es el caso del edificio que alberga el Museo del Teatro de la ciudad: el Palacio Lobkowitz era residencia del príncipe Franz Joseph Maximilian Lobkowitz por aquel entonces. Un palacio en el que el príncipe solía organizar fiestas y veladas en las que agasajaba a sus invitados con conciertos privados de música clásica, entre ellos, del mismísimo Beethoven.
En uno de sus espacios más deslumbrantes, bautizado como Sala Heroica, fue donde el genio de la música dirigió por primera vez una de sus grandes obras, su 3ª Sinfonía, por ello la sala fue bautizada con su nombre: Heroica. Una sala que, afortunadamente, sigue existiendo, y en la que aún hoy se siguen organizando conciertos: solo hará falta que paguemos la entrada al museo y subamos hasta su primera planta para llegar a ella. ¿Un consejo? Al entrar, no solo aprovechemos para recrear en nuestra mente cómo serían aquellas noches de música clásica tres siglos atrás: también miremos hacia arriba para contemplar los frescos que decoran paredes y techo y que son una absoluta maravilla.
MUSEO PASQUALATIHAUS
Nos quedamos en el corazón de Viena, en su centro histórico, para acercarnos hasta otra de aquellas viviendas en las que habitó Beethoven durante sus 35 años en la ciudad. En un bonito edificio de corte clásico y fachada en tonos pastel de la calle Mölker Bastel se halla la conocida como Pasqualatihaus, hoy transformada en otro museo sobre su figura. Un apunte: realmente la verdadera casa donde habitó Beethoven está ocupada por un inquilino y el museo se encuentra en la contigua.
Entre sus paredes, donde Beethoven vivió de manera intermitente entre los años 1804 y 1815, compuso algunas de sus obras insignes, como parte de la 4ª, la 5ª y la 7ª Sinfonía, sonatas para piano y violín y, lo más relevante, Fidelio y Para Elisa. Esta casa que hoy exhibe algunos retratos y posesiones del compositor, así como algunos facsímiles e ilustraciones sobre su vida, fue cedida en su día por uno de los muchos mecenas con los que contó el genio en la ciudad, Johann Baptist Freiherr de Pasqualati. Todo un must.
LA SECESIÓN Y EL FRISO MÁS HERMOSO
Y aquí se nos unen dos grandes, a saber: Beethoven y Gustav Klimt, ni más ni menos. ¿Y de qué manera? Te contamos: La Secesión es el enigmático edificio que albergó el movimiento modernista vienés promovido por un grupo de artistas de la ciudad, allá por 1897, para distanciarse de la conservadora Künstlerhaus.
Algunos de los que formaban parte de la corriente, entre ellos, el mismísimo Klimt, decidieron organizar en 1902 una exposición en honor a Beethoven. Así fue como, inspirándose en las creaciones del compositor, Klimt dio forma a una de sus obras más hermosas y aclamadas: un friso de 34 metros de largo que decora el sótano de la Secesión y que representa su particular interpretación de la 9ª Sinfonía de Beethoven. Una excusa más que suficiente para, de paso, visitar las exposiciones que a lo largo del año tienen lugar en el edificio cuya fachada, por cierto, es ya toda una sorpresa.
LA CASA DE LA MÚSICA
Esta vez planteamos una visita que, aunque no se halla relacionada de manera directa con Beethoven, sí que nos dará una visión global tanto de la vida y obra del compositor, como de la música clásica desarrollada en el país a lo largo de los siglos. Un divertido recorrido por las cinco plantas del museo interactivo invita a participar de multitud de actividades y juegos con los que tener la oportunidad de dirigir una orquesta virtual, o componer nuestra propia pieza de música clásica. Un paseo por la historia de la música desde los orígenes de la producción humana de sonidos hasta nuestros días en la que hay espacio también, por supuesto, para grandes de la talla de Mozart o Haydn, Strauss o Beethoven. Eso sí: no está de más visitarla con tiempo, porque querremos parar en cada detalle.
LA ÓPERA ESTATAL
Vaya por delante que Beethoven nunca tuvo la oportunidad de dirigir ni estrenar ninguna de sus obras en el templo a la música por excelencia de Viena, entre otras razones, porque este se construyó una vez ya fallecido el compositor. Sin embargo, sí que guarda una estrecha relación con él: al fin y al cabo, sus obras han sido representadas en su escenario en incontables ocasiones. Sin embargo, coincidamos o no con una de sus composiciones en cartel, la visita a la ópera, ya sea para conocer sus entresijos en una ruta guiada o para asistir a un espectáculo, debe ser obligada en una escapada a Viena.
¿Hace falta que te expliquemos las razones? Pues lo hacemos: estamos ante uno de los teatros de ópera más importantes de todo el mundo, en cuyo escenario llegan a representarse hasta 300 obras al año. Aunque suele contar con el 99% de las localidades vendidas en cada espectáculo, cada día, 80 minutos antes de que arranque la función, en su taquilla se pueden adquirir un número concreto de entradas para asistir de pie.
COMER Y BEBER... CON BEETHOVEN
¡O casi! Porque tan presente está el genio en la ciudad donde desarrolló gran parte de su carrera musical, que incluso existen restaurantes y hoteles que le rinden homenaje. ¿Por qué no completar esta ruta celebrando su nombre por todo lo alto? Para disfrutar de una buena comilona al más puro estilo vienés, nada como acercarnos hasta el 22 de Laimgrubengasse, donde se encuentra Ludwig Van (ludwigvan.wien), un restaurante de líneas clásicas y ambiente acogedor donde disfrutar de un menú de sabores autóctonos con Beethoven sonando de fondo. Además, se halla en los bajos de un edificio donde, curiosamente, también vivió el músico. Para dormir, el Hotel Beethoven (hotel-beethoven.at), situado frente al Theater an der Wien, es un cuatro estrellas rebosante de encanto donde las estancias rememoran los grandes éxitos y etapas de la vida del compositor.
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