Cafés de Lavapiés: en su busca por el barrio más castizo de Madrid

Las tardes frías de Madrid son menos tristes al arrullo de estas cafeterías desperdigadas por Lavapiés, el barrio que aún destila el sabor popular de aquel arrabal de calles empinadas y coloridas corralas que encarna la expresión de lo castizo. 

Convertido hoy en un caleidoscopio de culturas, en un bullicioso rincón de corazón bohemio y alma multiétnica, Lavapiés esconde en sus cafés el refugio perfecto. Porque en estos locales acogedores como el salón de casa se da una vuelta de tuerca al ritual de mojar la magdalena. Todo es posible entre sus paredes. Desde asistir a un concierto hasta comprar una planta, pasando por enternecerse con ronroneos gatunos. O simplemente, dejar que el tiempo se pare mientras la ciudad se mueve frenética tras los ventanales.  

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CAFÉ PAVÓN 

Conviene aclarar que, pese a su nombre, no es exactamente un café. O, mejor dicho, no es exclusivamente un café. Sí es cierto que dan desayunos (esas tostas de jamón y de aguacate…), pero también ofrecen comidas con deliciosos platos del día, bocados a cualquier hora (ese bocata de pastrami y esa ensaladilla rusa …) y hasta copas en la noche, cuando el local se convierte, de pronto, en el más concurrido del barrio. El caso es que el Pavón es toda una institución en la zona de El Rastro-Lavapiés, aunque su definición sea de lo más modesta: “Somos un bar de toda la vida en un edifico art déco de 1924”. Un edificio espectacular que ocupa también el Teatro Pavón. De esa época es el techo artesonado del café, que conserva además una barra de zinc y hasta azulejos de impronta nazarí. En sus mesas de madera o en su sofá vintage, con esa luz que se cuela por sus enormes cristaleras, sabe a gloria el café (y todo lo demás).  

Embajadores, 9. https://cafepavon.es 

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PLÁNTATE CAFÉ  

Tan curioso nombre tiene una explicación. En este recoleto local, escondido en una esquina del barrio, no sólo se puede tomar un café, bien con leche (en su versión simple) o bien con aceite de coco y mantequilla (en una de sus versiones elaboradas) sino que también se puede escoger una de las plantas que decoran la sala para llevártela a casa. En esta mezcla entre cafetería y vivero radica su originalidad, a lo que se suma la apacible atmósfera que se respira en el puñado de mesas con vistas a la calle. “Tenemos café rico, ponemos buena música y somos muy majos”, advierten en una pizarra junto a la entrada. Ciertamente, ¿qué más se puede pedir? 

Mesón de Paredes, 28. https://www.instagram.com/plantatecafe/

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PUM PUM CAFÉ 

Aunque es el café de calidad, recién tostado y molido, lo que define su filosofía, fue el aroma a pan horneado y a bollería artesanal lo que conquistó Lavapiés desde este pequeño y discreto local de ladrillo visto, abierto a la calle sin puertas y sin apenas letreros identificativos. Luego los clientes descubrieron las maravillas de un brunch ecológico que podía degustarse cualquier día de la semana y que tenía, como plato estrella, unos insuperables huevos benedictinos sobre guacamole natural. Lo demás es ir creciendo en popularidad hasta hacerse casi una leyenda. Tanto que sus creadores han abierto otro local cercano, Pum Pum Bakery, que también funciona como obrador. Dicen que los croissants que se toman en este otro café de estética más industrial son los mejores de Madrid.     

Tribulete, 6. https://www.pumpumcafe.com/pumpumcafe/   

EL CAFELITO  

Una apuesta por la dignificación del café y el momento de tomarlo. Una garantía de productos ecológicos y naturales. Con esta declaración de intenciones se presenta este encantador café, que es un oasis de paz en el bullicio de la ciudad. Aquí el tiempo late a un ritmo diferente bajo una agradable banda sonora. Hay quien teletrabaja, quien lee los libros que pueden intercambiarse por otros que lleves de casa y quien, simplemente, se hunde en el sofá de segunda mano y deja pasar las horas. Y todo ello, claro, aderezado con el que para muchos es el mejor café del barrio. Bien hecho, molido al momento y emulsionado con diferentes especias (jengibre, canela, cardamomo, nuez moscada…) según la temporada y el gusto del cliente. 

Sombrerete, 20. https://www.cafelito.es 

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CAFÉ BARBIERI  

No podía faltar en la lista el café más histórico del barrio, testigo de la vida madrileña desde 1902. Todo un clásico para los amantes del café con un extra de cultura, puesto que su salón de corte afrancesado, con columnas de acero, mesas de mármol y sofás de terciopelo rojo, acoge tertulias, recitales y conciertos de jazz desde tiempo inmemorial. Reformado recientemente sin perder su autenticidad, traspasar su umbral es hacer un viaje a aquellos días en que escritores, artistas y políticos se dejaban ver en este local proyectando su figura en los viejos espejos. Hoy su carta, eso, sí, tiene como protagonista a la cocina italiana, y hasta se han incorporado cócteles de autor. Pero la solera, el esplendor y ese aire nostálgico del pasado se mantienen intactos. 

Ave María, 45. https://www.cafebarbieri.com 

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LA GATOTECA 

Conocer a los gatos, acariciarlos, jugar con ellos… y mientras tanto degustar un café (o una bebida sin alcohol). Esta es la filosofía nada convencional de La Gatoteca, que se define a sí misma como un cat café. Porque el felino es el protagonista de este curioso experimento en el que, por encima de todo, prima la protección animal. En realidad, se trata de la sede de la Asociación Abriga que ayuda a los gatos sin hogar y que ofrece a la gente interesada pasar un buen rato con ellos. En lugar de las consumiciones, se paga el tiempo transcurrido entre mimos en un agradable entorno. Si alguien se encapricha con alguno, ayudan a tramitar la adopción. Y si alguien sólo quiere un recuerdo, existen numerosos artículos, por supuesto de temática gatuna.  

Duque de Rivas, 7. https://www.lagatoteca.es/lagatoteca 

RUDA CAFÉ 

A un paso de El Rastro y de La Latina encontramos esta diminuta cafetería de especialidad, ideal para desayunos y meriendas 'rudas', como a sus dueños les gusta decir. Un lugar que presume de sus cafés cien por cien arábica de distintas procedencias, así como de una jugosa variedad de tés y dulces caseros para los más golosos, que no pueden irse sin probar su famoso affogato, que viene a ser una bola de helado de vainilla flotando sobre un espresso. Y es que todo en este rincón está pensado para los muy cafeteros, incluidas las catas organizadas junto a The Barn, una de las mejores cafeterías de Berlín. Por cierto, que no teman los urbanitas que aborrecen la cafeína: también para ellos hay interesantes catas de vino.  

Ruda, 11. https://rudacafe.com 

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