Todos conocemos las barrancas de Burujón, aunque no hayamos estado nunca en ellas, aunque no sepamos situarlas en el mapa. ¿Y cómo es posible? Pues porque las hemos visto numerosas veces en spots publicitarios (Coca-Cola Light, Budweiser, Volkswagen Tiguan…), en vídeos musicales (A contracorriente, de Álvaro Soler y David Bisbal, y Danger Melody, de Paulovers), en series de televisión (Carlos, rey emperador, El secreto de Puente Viejo, Águila roja…) e incluso en la última cinta de José Luis Cuerda, Tiempo después, donde el paisaje desértico y descarnado de las Barrancas es el mundo posapocalíptico de 9971.
Pero estamos en 2022 y este escenario de rodaje no es el Gran Cañón del Colorado, como cabría pensar, sino el Gran Cañón del Tajo , en el corazón de la provincia de Toledo . A 24 kilómetros al oeste de la capital, el río más largo de la península dibuja enormes eses hasta que se detiene en el embalse de Castrejón y refleja, como un espejo, estas acantiladas cárcavas arcillosas que, a modo de media luna, ciñen su orilla norte, ofreciendo un cuadro de vértigo y rojos crepusculares que, fuera de aquí, solo pueden verse en las Médulas o en Marte. Y en los anuncios.
El acceso al paraje de las Barrancas se encuentra bien señalizado en la carretera de Toledo a Talavera de la Reina, justo antes de alcanzar el desvío a Burujón. Allí mismo, escondidos tras los álamos del arroyo de Alcubillete, hay un restaurante y un amplio aparcamiento donde se deja el coche para seguir avanzando a pie por una pista de tierra que gana suavemente altura entre campos de cereales y olivares. En estos espacios abiertos abundan las aves estepa-rias y también se ven rapaces.
Salvo por las aves, el paisaje resulta monótono, hasta que, media hora después, al alcanzar lo más alto del camino, se descubren nuevos colores, texturas y volúmenes desde el mirador del Cambrón. La lluvia y el viento han trabajado desde tiempos remotos la frágil arcilla de las barrancas, agrietando aquí, de-rrumbando allá, tallando contrafuertes, afilando escarpes y pináculos colorados y royendo sin cesar estos acantilados. Su borde superior, a cien metros de altura sobre las aguas represadas, es un observatorio privilegiado para contemplar este embalse como de azogue, sus dos islillas verdes y las numerosas anátidas, limícolas y aves de lejanos mares sobre las que señorea el aguilucho lagunero.
Vistas privilegiadas
En el mirador del Cambrón, que toma su nombre del cerro arcilloso más alto y vistoso que se yergue justo enfrente, un panel informativo nos habla de los procesos geológicos que han dado forma a este paraje durante los últimos 23 millones de años. Hay otro mirador sin nombre, 500 metros más adelante, donde un segundo panel nos invita a fijarnos en el embalse y en las aves que en él pululan: ánades, cercetas, porrones, cigüeñuelas… En el último mirador, el de los Enebros, encontramos un tercer panel, este sobre la vegetación (que es testimonial), y un merendero.
Una ruta de ‘película’ protagonizada por la naturaleza
Media hora se tarda en subir a los miradores, otra hora en observar el paisaje desde ellos, y media más en volver, completando una ruta circular de 4,5 kilómetros. Como el camino de vuelta es igualmente corto –basta continuar por la misma pista para encontrar de nuevo el arroyo de Alcubillete y remontar este hasta el punto de partida–, podemos acercarnos en coche por la carretera de Polán al salto y al canal de Castrejón. Poco más adelante, rebasado el puente sobre el Tajo , varios caminos se adentran a mano izquierda, hacia la orilla sur del embalse, atravesando sotos de álamos, tarayales y carrizales donde crían la garza imperial, la garceta común, el martinete y la gallineta.
Para que el fin de semana sea redondo, se debe visitar, además de las Barrancas, la cercana localidad de La Puebla de Montalbán, donde nació Fernando de Rojas y donde hay un museo dedicado a La Celestina.
No dejes de...
Visitar Santa María de Melque. A 17 kilómetros de La Puebla de Montalbán se encuentra una de las pocas iglesias visigóticas que se conservan en España y, según los expertos, la menos alterada. Erigida en el siglo VII, fue el corazón de una importante comunidad monástica, luego templo mozárabe, atalaya fronteriza islámica, ermita rural y, tras la desamortización, pajar, establo y secadero de tabaco. Descubierta a principios del siglo XX, los corrales y casas labriegas que la rodeaban albergan ahora, remozados, el centro de interpretación. La entrada es gratuita (diputoledo.es).
Guía práctica
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