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Turquía para principiantes

Viajamos a este fascinante país entre oriente y occidente para descubrir aquellos rincones que no deben faltar en una primera incursión a su territorio.


Actualizado 10 de enero de 2023 - 15:10 CET
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Exótica y seductora. Urbanita e histórica. Tradicional y vanguardista. Turquía, que en 2023 celebra el centenario de su fundación, está llena de contrastes. Desde la frenética Estambul a la calmada Bursa, desde las turquesas aguas del Egeo a las montañas nevadas de Anatolia. Apunta bien nuestras recomendaciones para saber por dónde empezar a explorarla.

 

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MÁGICA ESTAMBUL

Bañada por el Bósforo y colmada de mezquitas y palacios, de bazares y tesoros patrimoniales que encarnan mil y una formas, la ciudad más cosmopolita de Turquía invita a que la explores sin mirar el GPS: apúntate bien cuáles son sus imperdibles, pero déjate llevar por tu intuición.

Por supuesto, una buena manera de tomarle el pulso a esta frenética ciudad es empezar por el Gran Bazar, donde mirar, probar y comprar todo lo que se te antoje. Imperdibles son las dos grandes joyas de Estambul, que llevan mirándose frente a frente durante siglos: Santa Sofía, que volvió a convertirse en mezquita hace tan solo un par de años, y la Mezquita Azul, concentran la esencia más auténtica de esta fascinante ciudad. Acércate hasta el Palacio Topkapi, pasea por el moderno barrio de Balat, sube a lo más alto de la Torre Gálata y navega el Bósforo hasta el lado asiático de la ciudad. Estambul, no hay remedio, te atrapará sin control. ¡Y el que avisa…!

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PAMUKKALE, EL CASTILLO DE ALGODÓN

El nombre —o, mejor dicho, su traducción— ya te lo dice todo: este tesoro natural de la región de Denizli es uno de los paisajes más espectaculares de todo el país. No en vano, fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1988. Su origen se encuentra en los movimientos tectónicos que tuvieron lugar en la zona millones de años atrás y que ocasionaron la aparición de múltiples fuentes termales con alto contenido en creta, bicarbonato y calcio. Precisamente eso fue lo que, con el tiempo, les otorgó sus peculiares formas, que recuerdan a cascadas blancas petrificadas cuyas piscinas de aguas termales de color turquesa ya eran objeto de deseo incluso en tiempos romanos por sus propiedades terapéuticas. Su visita va acompañada también de la de Hierápolis, la ciudad que los propios romanos construyeron como consecuencia en la zona.

 

Pamukkale, un increíble castillo de algodón en Turquía

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ÉFESO Y SU GLORIOSO PASADO

A orillas de mar Egeo, en el oeste de Turquía y puerta de entrada hacia Asia Menor, las ruinas de Éfeso, en un sorprendente estado de conservación, te invitan a viajar al pasado varios miles de años atrás. No es difícil imaginar la importancia que este puerto llegó a tener en la historia, ya que por su estratégica ubicación fue un importante centro religioso, cultural y comercial por el que pasaron todo tipo de civilizaciones. Con multitud de leyendas rondando sus orígenes, lo que sí está claro es que Éfeso llegó a ser la segunda ciudad más importante del imperio romano, y que llegó a contar con hasta 250 mil habitantes.

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No te pierdas las ruinas de su impresionante teatro, que con un diámetro de 150 metros tenía espacio, se calcula, para 25 mil personas. Tampoco olvides pasear por la Avenida de los Curetes, parar en la antigua Biblioteca de Celso, una de las más grandes del mundo antiguo, o en el Templo de Adriano, construido en honor al emperador.

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CAPADOCIA, EL DESTINO SOÑADO

Posiblemente no hayas visto nada igual antes. Los paisajes de esta zona de Turquía, característica por sus valles colmados de chimeneas de piedra moldeadas por la erosión y el tiempo a lo largo de millones de años, son sencillamente mágicos. Formas caprichosas que dan lugar a conjuntos de edificios excavados en la roca que han sido habitados desde tiempos inmemoriales. Visitar el Museo de Göreme te permitirá aprenderlo todo sobre Capadocia, acerca de quienes la habitaron y de cómo supieron moldearla a su antojo: iglesias, almacenes palomares e incluso ciudades completas también se moldearon en ella.

 

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¿Lo mejor? Animarse con la excursión matutina en la que sobrevolar en globo los valles cuando el sol está empezando a hacer su aparición en el horizonte: ser testigo de cómo la paleta de colores va transformando el paisaje según la luz, es una de las fantasías más absolutas que vivirás en Turquía.

 

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EL PARAÍSO ESTÁ EN EL EGEO

Salpicado de calas, pequeñas islas y playas infinitas de arenas blancas y aguas color turquesa, la costa del Egeo es uno de esos lugares en los que querrás quedarte a vivir en cuanto pongas un pie en él. El ambiente costero se hace dueño de cada uno de sus núcleos urbanos repleto de casitas blancas de postal con vistas al mar. Es el caso de Bodrum, antigua Halicarnaso, que con una animada vida social centrada en sus cafetines, bares y terrazas, cuenta también con un castillo que fue construido por la Orden de San Juan de Jerusalén.

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Establecer aquí el campo base te servirá para explorar el resto de la zona, ya sea conduciendo por sus enrevesadas carreteras o en goleta mecida por las olas. Otro enclave de obligada visita en las costas del Egeo es la playa de Ölüdeniz, donde la naturaleza alcanza su máximo esplendor con sus idílicas estampas. Sus aguas, límpidas y transparentes como pocas, son motivo de deseo para los aficionados al submarinismo.

 

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ERZURUM: TURQUÍA PARA LOS AMANTES DE LA NIEVE

Aunque muchos lo desconozcan, Turquía cuenta con numerosas estaciones de esquí repartidas por su vasto territorio. Y una de las más importantes es la de Palandöken, ubicada junto a la ciudad de Erzurum, en las montañas de Anatolia oriental y a tan solo un puñado de decenas de kilómetros de la frontera con la vecina Georgia. Con ocho meses de nieve al año, y anclada entre montañas a 1970 metros de altura, su rica variedad de propuestas en lo que a actividades de nieve se refiere la convierten en un destino de lo más aclamado por turcos y forasteros.

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Pero, más allá de recorrer sus 22 pistas —algunas de las cuales están consideradas de las más largas y empinadas del mundo—, la ciudad de Erzurum posee un catálogo completo de razones por las que visitarla: su gran patrimonio, heredado de los pueblos más diversos que por ella pasaron —desde los urartus a los persas, desde los romanos a los bizantinos, árabes o mongoles—, está formado por interesantes tumbas, mezquitas, madrasas y bazares.

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ANKARA, PARADA Y FONDA EN LA CAPITAL

Son muchos los que confunden la Estambul con la capital de Turquía: craso error. Sin embargo, no todo el mundo incluye Ankara, la verdadera, en su itinerario por el país. ¿La razón? Quizás existan otras urbes con mayor interés general en el turista, sin embargo, nosotros la creemos firme merecedora de su espacio. ¿Las razones? Pues, ya lo advertimos, no son pocas. Empezando por los restos de la ciudadela que se alzan en una de las colinas de la ciudad, levantada en el siglo VII.

 

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Muy cerca, el Museo de las Civilizaciones de Anatolia está considerado uno de los mejores del mundo en su género. El mercado abovedado del siglo XV en el que se halla es también una maravilla. El enorme mausoleo de Atatürk, fundador de la Turquía moderna, o las céntricas calles comerciales de Ankara, repletas de tiendas de productos locales, así como de restaurantes donde gozar de la más deliciosa gastronomía turca, completan la oferta.

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LOS FAMOSOS DERVICHES, EN KONYA

En todo folleto turístico sobre Turquía, junto a las fotografías de los afamados bazares y mezquitas de Estambul y los paisajes de Capadocia, siempre aparece una imagen de los famosos derviches. Bien, ¿y no te has preguntado nunca dónde ir para contemplar tan magno espectáculo? Aunque en Estambul es posible verlos, el lugar donde se hallan originalmente, y que no puede faltar en esta lista, es la ciudad de Konya, la séptima más importante del país. Antigua capital del Imperio selyúcida, es uno de los centros culturales más importantes del Turquía. Los derviches son sufistas islámicos que se agrupan en hermandadas y siguen una corriente espiritual mística surgida en Persia. Sus danzas, en las que giran sobre sí mismos, forman parte de ceremonias religiosas que se desarrollan acompañadas de música de flauta, tambores e instrumentos tradicionales. Situada en la antigua Ruta del a Seda, en Konya también se puede visitar la tumba del poeta Jelaleddin Rumi, la mezquita Alaadin Keykubat y la de Ince Minare.

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MUY PRÁCTICO

La forma más rápida de llegar a Turquía desde España es en avión. El país tiene varios aeropuertos internacionales, como los dos de Estambul, la única ciudad con vuelos directos desde España con conexiones desde ciudades como Madrid, Barcelona, Málaga o Valencia. Las principales compañías que vuelan al destino son Turkish Airlines, Iberia, Air Europa, Vueling o Pegasus. El Aeropuerto Internacional de Estambul (Istambul Airport) está más cerca del centro de la ciudad que el de Sabiha Gökçen, a unos 50 kilómetros, donde aterrizan las compañías de bajo coste. Al resto de ciudades turísticas se puede llegar en avión (Bodrum, Ankara, Esmirna, Konya, Antalya, etc.) pero con escala.

La moneda oficial de Truquía es la lira turca (TL). Desde España no es necesario el visado, bastará con el DNI o pasaporte en regla.

Diferencia horaria: dos horas más con respecto a la península.

Conviene contratar un seguro de viaje, en el país no funciona la tarjeta sanitaria europea.

La mejor época del año para viajar a Turquía dependerá de la zona elegida. En Estambul, primavera, verano y otoño tienen temperaturas más agradables, mientras que en el invierno bajan, pero es raro que lo hagan por debajo de cero, con lo que tampoco es mala opción. Si elegimos una zona de costa, como Bodrum, lo mejor será el verano, pero también encontraremos más turistas. Para sobrevolar la Capadocia en globo, aunque es una actividad que se realiza todo el año, lo mejor será hacerlo entre abril y noviembre, para evitar posibles cancelaciones.