El blanco de las casas, el marrón de la tierra, el azul del mar, a Mojácar solo le faltaba el dorado de las luces de Navidad para brillar aún más. Y lo ha conseguido tras convertirse en ganador de la campaña Juntos brillamos más de Ferrero Rocher, una iniciativa que organiza cada año la conocida marca de bombones y tiene como premio el montaje de una espectacular iluminación navideña y el rodaje de un anuncio.
El pueblo almeriense coge el relevo de Peñíscola, con quien comparte su cultura mediterránea, y se impone así a los otros dos finalistas: Santillana del Mar, en Cantabria, y Aínsa, en Huesca. Y antes a otras localidades que se quedaron en el camino: Cazalla de la Sierra (Sevilla), Chinchón (Madrid), Portomarín (Lugo) y Sigüenza (Guadalajara). La carrera de fondo ha llegado a su fin con un vencedor y para ello, Mojácar ha contado con el apoyo de celebridades de la tierra como David Bisbal o los periodistas Carlos Herrera e Isabel Jiménez, entre otros.
Lo decían los vecinos en el vídeo con el que la localidad se promocionaba y animaba a los votantes ha participar en el concurso a través de las redes sociales: «Desde la lejanía, Mojácar ya impresiona, pero a medida que te adentras en el pueblo te enamora más y más. Los colores, las calles laberínticas, sus flores…».
Al norte de Cabo de Gata y a tiro de piedra del desierto de Tabernas, Mojácar es la villa más blanca de Almería y contrasta en medio de un paisaje tan árido como el que la rodea. Es la muestra de su pasado árabe, como también lo es su ubicación en lo alto de un cerro frente a la sierra de Cabrera. Por eso, cuando uno llega a ella y ve sus empinadas cuestas, deja aparcado el coche y se pone a andar. Sus calles se retuercen en constante subida hasta plazoletas y miradores, como los de la plaza Nueva y del Castillo, desde los que se advierten amplias panorámicas de la tierra seca y del mar Mediterráneo, que solo queda a 5 kilómetros.
Recorriendo el pueblo se ven índalos en las fachadas de su amalgama de casas blancas, en sus estrechas callejas perfumadas de flores y en sus rincones. Es el símbolo de la provincia desde tiempo inmemorial, un tótem que dicen ahuyenta el mal de ojo. La Puerta de la Ciudad, también conocida como la Puerta de Almedina, era, en tiempo de los árabes, la entrada principal a la villa. Si se observa en detalle su arco de herradura se descubre el escudo de Mojácar.
Uno de los lugares más animados de la localidad es la plaza de las Flores, donde hay tiendas de recuerdos y restaurantes. Y otros ligados a la historia del lugar son la iglesia de Santa María, que por dentro tiene aires de fortaleza y se levanta sobre la vieja mezquita; la fuente pública, de cuyos 12 caños mana agua sin cesar, y La Canana, una antigua casa convertida en museo en la que se respira el aire de la primera mitad del siglo XX.
A orillas del mar está la ciudad nueva de Mojácar, llena de urbanizaciones, hoteles y complejos de ocio donde bulle la vida, sobre todo, cuando llega el verano y todos deciden ir de un lado a otro de su paseo marítimo. En sus 17 kilómetros de costa que van desde el límite con Garrucha, hasta casi el Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar, hay playas para solitarios y otras con todos los servicios: cala de la Granatilla, del Sombrerico, de Macenas, las Ventanillas, Descargador… En estos días navideños, se disfruta con tranquilidad del olor del mar, de la brisa... hasta que cae la noche y entonces es el pueblo de Mojácar el que resplandece en la oscuridad.