santader viajes 2123© Shutterstock

Santander: marinera y con mucho estilo

La presencia del mar y la naturaleza es absoluta en la capital cántabra. Enclavada en el centro de una extensa bahía, de las más bonitas del mundo, los santanderinos presumen de playas magníficas, senderos que discurren al borde de los acantilados, parques urbanos y ambiente marinero, pero también de una ciudad con calidad de vida y rica gastronomía


1 de noviembre de 2022 - 18:05 CET

Día 1

09h Paseo por el centro

Ni pequeño, ni grande, el café con leche en Santander es un “mediano”. Después de probar el de Santa & Co, que es excelente y lo sirven acompañado de una selección de dulces y salados de elaboración artesana, comienza el paseo por la ciudad monumental, que se concentra en el triángulo que forman la plaza Pombo, la del Ayuntamiento y el paseo de Pereda. Aquí están los edificios históricos, pero también otros lugares donde tomar el pulso a la vida capitalina, como el mercado de la Esperanza –bajo una arquitectura decimonónica de hierro y cristal–, la plaza Porticada o las calles más comerciales: Burgos, San Luis, Vargas.

Para ti que te gusta

Lee 8 contenidos al mes solo con registrarte

Navega de forma ilimitada con nuestra oferta

1 año por 49€ 9,80€

Este contenido es solo para suscriptores.

Celebramoscon un 80% de descuento.

Suscríbete 1 año por 49€ 9,80€

TIENES ACCESO A 8 CONTENIDOS DE CADA MES POR ESTAR REGISTRADO.

Recuerda navegar siempre con tu sesión iniciada.

11h Lección de historia

Si queremos conocer la historia de la ciudad, sin alejarnos del centro pasaremos por el mercado del Este, que acoge el MUPAC, el moderno Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria, para ver piezas encontradas en yacimientos paleolíticos como Altamira y otras cavidades Patrimonio de la Humanidad. Y después, por el Centro de Interpretación de la Muralla Medieval y por la cripta del Cristo, en cuyo suelo acristalado se ven los restos de unos baños romanos. Sobre esta se alza la catedral, con un precioso claustro gótico.

12h Centro Botín

Como un palafito suspendido sobre el mar y junto a los jardines de Pereda, este deslumbrante centro de arte firmado por el prestigioso arquitecto italiano Renzo Piano, Premio Pritzker, pone la nota futurista a una ciudad señorial. Un lugar privilegiado en el que podemos pasar un buen tiempo visitando alguna de sus exposiciones, contemplando las vistas desde su laberinto de pasarelas y, a estas horas, sentándonos a tomar un pincho (deliciosa la ensaladilla y el pastel de cabracho) en su espacio gastronómico. Importante: antes de entrar, presta atención a la intervención escultórica Desde lo subterráneo, de la artista internacional Cristina Iglesias.

13h Mirando al mar

Comenzamos a andar por el paseo marítimo entretenidos mirando el mar a un lado y los elegantes edificios que se alinean al otro, y poco a poco se descubren algunos iconos de la ciudad. Enseguida se ve la Grúa de Piedra y, antes de llegar al antiguo puerto pesquero, el palacete modernista del Embarcadero y el monumento escultórico a Los Raqueros. El recorrido por nuevas perspectivas puede continuar hasta enlazar con la avenida Reina Victoria, custodiada por señoriales palacetes y exclusivos hoteles. Muy próximos al Palacio de Festivales –muestra de la pasión de esta ciudad por la cultura–, dos museos más: Enaire, de arte contemporáneo, y el muy vistoso Museo Marítimo del Cantábrico.

© Shutterstock

17h Paseo en barco por la bahía

Después de una comida por las calles más céntricas, la tarde se puede dedicar a tomar un barquito en el embarcadero del paseo de Pereda y contemplar Santander desde otro punto de vista. Las excursiones que cruzan la bahía llevan a Pedreña y a la playa del Puntal de Somo, una larguísima lengua de arena virgen paraíso de surfistas. También a la isla de Mouro, que es reserva natural y corona un faro. Al regresar, será difícil resistirse a pasar por Regma y tomar uno de sus famosos helados, que desde hace 90 años son un placer irresistible.

20h De tapeo por cañadío

Imitando a los santanderinos, casi obligado es acabar el día probando el arte culinario de la región, ya sea de pinchos en los bares del entorno de la plaza de Cañadío o sentados a la mesa de algunos de los restaurantes de Puerto Chico, que siguen conservando el sabor de las antiguas tabernas de pescadores. Las rabas (nunca digas calamares) es el plato santanderino por excelencia, pero los quesos, las anchoas de Santoña, los mariscos y pescados frescos del Cantábrico y muchos otros sabores locales siempre están presentes en la carta.

© Shutterstock

© Javier Gil

El palacio de la Magdalena es un espacio muy solicitado para rodajes cinematográficos y eventos, además de visitas turísticas. En la imagen, Centro Botín, excepcional y vanguardista espacio para las artes y mirador único sobre la bahía y la ciudad. Izquierda, vista aérea de Santander.

Día 2

09h Península de la Magdalena

El segundo día en la ciudad se disfrutará del mar y la naturaleza, que en ella se funden. Buena idea será empezar por un desayuno en el Balneario de la Concha, en la misma playa, que, si el tiempo acompaña, se sirve también en la terraza. A dos pasos está la península de la Magdalena, 24 hectáreas donde pasar unas horas (o el día) bañándonos en sus playas, viendo pingüinos, focas y leones marinos en el parque marino, corriendo por sus paseos sombreados de pinos, de pícnic o rodeando el palacio que se sitúa en lo más alto, residencia estival de los reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia y ahora sede de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.

12h Playas del Sardinero

Los casi dos kilómetros de arena fina y dorada del Sardinero son, en realidad, una sucesión de playas que recorre un paseo marítimo. La primera es la del Camello y le siguen la Concha y la Primera y Segunda del Sardinero, separadas estas últimas por los jardines de Piquío. Si el tiempo acompaña, además de perfectas para un baño, lo son también para jugar a las palas, que aquí es todo un ritual.

© Gonzalo Azumendi

La antigua sede del Banco de Santander será a finales de 2023 el nuevo proyecto cultural Espacio Pereda. El prestigioso arquitecto David Chipperfield es el encargado de la transformación de este emblemático edificio.

15h El gran casino

A espaldas del paseo se sitúan algunos edificios de líneas clásicas de principios del siglo xx, cuando esta zona alta de la ciudad era el lugar elegido por la burguesía y las clases acomodadas para pasar sus veranos atraídos por los baños de ola, como el Gran Casino o el Hotel Real, pero también jardines, plazas y bulevares al arrullo del mar, entre los que se encuentran también buenos restaurantes atentos a las nuevas tendencias gastronómicas.

17h De mataleñas al faro de Cabo Mayor

Al final de las playas del Sardinero nace una preciosa senda costera que rodea el parque y el campo de golf de Mataleñas. Seguirla depara espectaculares vistas sobre los acantilados rocosos de los cabos Menor y Mayor. La senda continúa y, tras dejar atrás la playa de Mataleñas, va a parar al faro de Cabo Mayor, que vigila la entrada a la bahía y acoge en su interior un centro de arte. Lo mejor, sin embargo, es la magnífica panorámica desde este punto, donde el mar bate con fuerza contra las rocas. Mucho más con la puesta de sol. Si aún quedan fuerzas, del faro a la playa de la Virgen del Mar, donde está el santuario de la patrona de Santander, hay otros 7,5 kilómetros que se recorren sin perder de vista el litoral.

© GettyImages

Vista del faro de Cabo Mayor.

‘Top’ 5

1. Exprimir todas las posibilidades que ofrece el Centro Botín, desde la última exposición a las vistas desde este mirador único sobre la bahía.

2. Ver cómo se bate el mar contra los acantilados en el faro de Cabo Mayor después de un paseo por la senda costera.

3. Tomarse unas exquisitas rabas, el aperitivo local por excelencia, acompañadas de una caña bien tirada con dos dedos de espuma.

© Google Maps

4. Recorrer los senderos sombreados de pinos de la península de la Magdalena que llevan al palacio que la corona.

5. Hacer una excursión en barco para admirar la estampa más regia de la ciudad desde la bahía.

© Gonzalo Azumendi

Playa de Los Peligros. Abajo, fachada del restaurante Cañadío, uno de los clásicos de la restauración, cuya tortilla de patata ha resultado ganadora en el último campeonato de España.

Guía práctica

Guía práctica

© Gonzalo Azumendi

Cómo llegar

A cuatro horas de Madrid, a una de Bilbao y a casi dos de la capital asturiana, Santander está bien comunicada por carretera gracias a la autovía del Cantábrico A-8 y a la de Cantabria-Meseta, la A-67. También está conectada por autobús y tren con Palencia, Valladolid, Madrid y Alicante, con estaciones en el centro de la ciudad. FEVE enlaza la ciudad con Bilbao, Oviedo y otras localidades de la cornisa cantábrica. El aeropuerto se encuentra a solo diez minutos del Paseo de Pereda.

Cómo moverse

El centro urbano se recorre a pie, porque las distancias son cortas, y sus cuestas “pindias” (como llaman aquí a las más empinadas) se salvan con funicular, rampas y escaleras mecánicas. La bicicleta (tusbic.es), los autobuses urbanos y el coche eléctrico (guppy.es) son una alternativa para moverse por la ciudad entre el paseo de Pereda y la zona del Sardinero. Por la península de la Magdalena circula un tren turístico. Rutas en barco por la bahía con Los Reginas (losreginas.com)

Muy práctico

Fuera de la temporada estival, la playa del Sardinero reúne las mejores condiciones para surfear (escueladesurfsantander.com), no hay que olvidar que en ella se hizo surf por primera vez en España, allá por 1964. Todos los sábados sale un free tour desde la oficina de turismo del paseo de Pereda. También se organizan excursiones guiadas en kayak (standupsantander.com) y en velero hasta Cabo Mayor (santanderenbarco.es).

Dónde dormir

Pura elegancia frente a la playa, el Gran Hotel Sardinero (hotelsardinero.es), con habitaciones modernas y confortables, especialmente la suite dúplex que ocupa el torreón del edificio. También en la parte alta de la ciudad, Le Petit Boutique (lepetithotelsantander.com), con estancias tematizadas, desde la más romántica de estilo parisino a la más cool de aire neoyorquino. En la zona marítima, en el centro de la ciudad, las del cuatro estrellas Vincci Puertochico (vinccipuertochico.com) tienen vistas a la bahía.

Dónde comer

Con una despensa como la de Cantabria, comer bien en Santander es tarea fácil. Alta gastronomía basada en los productos del mar y un entorno tranquilo combina La Casona del Judío (casonadeljudio.com), la nueva estrella Michelin de la ciudad, en un precioso caserón indiano del barrio de Monte. Y también en la prestigiosa guía, desde 2003, El Serbal (elserbal.com), en su nueva ubicación, la Segunda playa del Sardinero. La materia prima local también es la basede la oferta gastronómica de Cañadío (restaurantecanadio.com), con sucursal en Madrid. Las anchoas de Santoña, la ensaladilla rusa, la merluza en sus distintas variedades y, para rematar, el helado de queso de Liébana, triunfan en su carta. Querida Margarita y Querida Mar (restaurantequeridamargarita.es) y el asador marinero La Caseta de Bombas (lacasetadebombas.es) son prueba de que no existe modernidad sin una buena tradición.

Más información

TURISMO DE SANTANDER, turismo.santander.es