La estación más bucólica del año muestra los bosques cobrizos del mundo en todo su esplendor. Desde la sierra que encierra el desierto mexicano de Chihuahua hasta los emocionantes festivales de Japón, donde contemplar el cambio de estación es todo un arte. Dejamos a un lado los típicos destinos otoñales para perdernos por los paisajes desconocidos del mundo y ser partícipes de su belleza por medio de senderismo, actividades de aventura o simplemente relajándonos ante su esplendor.
Bosques asombrosos para disfrutar de la naturaleza este otoño
Sobrevolar el Parque Natural de la Zona Volcánica de la Garrotxa (Girona)
Salpicado por masías, el paisaje volcánico de la Garrotxa, en la provincia de Girona, ofrece uno de esos espectáculos otoñales imponentes de la península. A las puertas del Pirineo de Girona, cuarenta volcanes extintos cambian en esta época el color de la vegetación que los viste entremezclándose con los campos de cultivo e infinidad de bosques en los que practicar senderismo. La mejor forma de atisbar la colorida explosión otoñal es a bordo de uno de los globos de Vol de Coloms (www.voldecoloms.cat) que cada día sobrevuelan esta comarca gerundense dejando asombrosas vistas de los nevados picos pirenaicos a un lado y el mar bañando la Costa Brava al otro.
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Entre bodegas y tirolinas por los Finger Lakes (estado de Nueva York)
Según la leyenda, las garras de un oso fueron las encargadas de dibujar los once alargados lagos que bañan el norte del estado de Nueva York, en la frontera con Canadá. Son conocidos por sus paisajes repletos de cascadas, que en otoño enmudecen con sus dorados, y por sus numerosas bodegas productoras de licores, cervezas y vinos de renombre. Para obtener una perspectiva distinta, el parque de aventuras Bristol Mountain Aerial Adventures (bristolmountainadventures.com) cuenta con siete tirolinas y circuitos por puentes y cuerdas con distintos niveles de dificultad.
Más hacia el norte, el río San Lorenzo marca el límite natural con Canadá. En él se encuentra la región de las 1.000 islas, donde un barco recorre historias de piratas, castillos y las mansiones millonarias que se levantan sobre algunos de estos islotes, en su mayoría privados.
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Desde los cielos de los Alpes suizos en Interlaken
En el corazón de los Alpes suizos, la región de Jungfrau se convierte en el mejor reclamo otoñal, pero será la ciudad de Interlaken la que elijamos para disfrutar de paisajes marrones y ocres bajo los níveos picos de los Alpes y sobre prados verdes, ¡menudo estallido de color! Para maridarlos con la adrenalina más visual no hay nada como apuntarse a alguna de las actividades de este centro turístico: navegar en kayak por sus lagos Thun y Brienz (outdoor.ch), subir en funicular al mirador de la montaña Harder Kulm para avistar sus impresionantes panorámicas, cenar una raclette en una barca o lanzarse en parapente (skywings.ch) por las laderas de las montañas que abrazan a la conocida como 'Capital Europea de la Aventura', la experiencia más vertiginosa con la que tener una visión completa de la región suiza con el macizo del Jungfrau como guardián. Además, estos meses son los mejores para lanzarse por los cielos de Interlaken, ya que los vientos están más calmados y las condiciones son óptimas para aquellos que lo hacen por primera vez.
Paseando por las cascadas del bosque de Glenariff (Irlanda del Norte)
Los paisajes más espectaculares y salvajes de Irlanda se encuentran en la ruta Causeway Coastal, un camino por la costa norte a través de pueblos de leyendas y formaciones rocosas como la que perfila la Calzada del Gigante, su punto más icónico. Otra de las paradas más desconocidas y bonitas de la ruta, especialmente en otoño, es el bosque de Glenariff, situado en el condado de Antrim. Un recorrido de tres kilómetros llevará hasta bellas cascadas que rocían los helechos y árboles del bosque haciendo relucir los cálidos marrones y ocres.
Descubrir el otoño mexicano junto al desierto de Chihuahua
En el estado mexicano de Chihuahua, al norte del país, el otoño más recóndito sorprende con sus hojas teñidas de bronce en álamos y abetos abrazados por la inmensidad de estas tierras principalmente desérticas. Para apreciarlo debemos dirigirnos a la Sierra de Casas Grandes, entre los márgenes del río Piedras Verdes y el Cañón del Diablo, lugares próximos a la zona arqueológica de Paquimé, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO (en la imagen) y visita indispensable en Chihuahua.
De Angers a Nantes siguiendo el río Loira (Francia)
La ribera del Loira es uno de los más codiciados escaparates del otoño francés. En esta ocasión nos quedamos con los colores de uno de sus tramos finales, donde campos poblados por álamos acompañan el discurrir del río. Desde el castillo de Angers, en el centro de la ciudad francesa, hasta la isla fluvial de Nantes, gobernada por gigantes mecánicos, un proyecto de Les Machines de l’île (lesmachines-nantes.fr) que da vida a los mundos de Leonardo da Vinci o Julio Verne. En estas ciudades no faltan la historia, la cultura, el arte y, por supuesto, los excelentes vinos, que en este periodo del año van acompañados de festividades relacionadas con las cosechas. Excusas perfectas para acompañar una estupenda ruta entre viñedos y castillos. Si aún queremos más, en el bosque de Gâvre, a 40 minutos en coche de Nantes, se alzan árboles de todo el mundo exhibiendo un variado cambio de follaje.
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Los festivales otoñales de Nihonmatsu (Japón)
Si hay un país en el que el cambio de estaciones se contemple con una mayor admiración, ese es, sin lugar a dudas, Japón. Con la llegada del kōyō, tal y como se conoce en japonés el cambio del color de las hojas otoñales, los parques y bosques del país combinan sus tonos rojizos, dorados y verdes transformando ginkgos y arces y desplegando así un maravilloso abanico de color. Festivales y eventos celebran la ocasión devolviendo costumbres ancestrales. Es el caso del Festival de los Farolillos de Nihonmatsu, en la prefectura de Fukushima, en el que cientos de tradicionales linternas iluminan la ciudad a principios de octubre. Aunque para admirar el kōyō, el parque de Kasumigajo será el lugar al que acudir. En él aún se conservan los muros del castillo Nihonmatsu rodeados de cascadas, santuarios y estatuas. Durante los meses de octubre y noviembre se festeja aquí el Festival de los Muñecos de Crisantemo, donde las flores toman el protagonismo en un desfile que rememora la historia y literatura niponas.
Los miradores naturales del Valle de Semois (Bélgica)
Prados, bosques y valles exhiben el grandioso otoño de Valonia, la región belga menos conocida situada al sur del país. Siguiendo el curso sinuoso pero tranquilo del río Semois, afluente del Mosa, el valle del mismo nombre custodia bosques y pueblos. El encantador Bouillon, frente a su imperturbable castillo, puede divisarse desde el mirador de la Ramonette, en la colina de Baimont. A ocho kilómetros, la Pasarelle de L´Epine da inicio a rutas senderistas con las que embelesarse ante algunos de los paisajes más otoñales de la zona.
El río perfila meandros como el de Le Tombeau du Géant, que cuenta la leyenda de un gigante que decidió arrojarse al vacío antes de ser apresado por las tropas del imperio romano. A 450 metros de altura, el mirador de Botassart muestra las cautivadoras panorámicas de este paraje.