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Israel: oasis en el desierto de Tierra Santa

Después de visitar la ciudad vieja de Jerusalén (y la nueva), subir a sus murallas, recorrer sus barrios y contemplar su mejor panorámica desde el Monte de los Olivos, el paisaje se tiñe de ocre al adentrarnos en el árido y escarpado desierto de Judea. En el camino hacia el mar Muerto, el más profundo y salado del mundo, surgen lugares que refrescan la vista y los parques nacionales de Qumram y Masada, dos enclaves históricos cargados de simbolismo


10 de octubre de 2022 - 19:34 CEST

Los desiertos son lugares fascinantes, magnéticos. El de Judea , entre las montañas del mismo nombre y el mar Muerto, es una tierra áspera, surcada por wadis (valles) secos y cañones profundos, que tiene su particular atractivo: su belleza escarpada y su papel en la historia como escenario bíblico, testigo de tentaciones, refugio de rebeldes y lugar de retiro de monjes y eremitas.

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Frente a los restos arqueológicos de la aldea de Qumram están las cuevas en las que unos pastores hallaron en ánforas más de 900 manuscritos de la Biblia escritos en hebreo, arameo y griego. Arriba, Ein Bokek, a orillas del mar Muerto, que tiene la mayor concentración de sal del mundo.

Según se avanza hacia el sur por el desolado paisaje , animado solo por algún beduino guiando su ganado y el oasis de Jericó a lo lejos, de pronto un cartel avisa de que hemos alcanzado el nivel del mar. A partir de este punto, y durante todo el trayecto por la carretera que recorre los 80 kilómetros del mar Muerto, será un descenso continuo hasta el punto más bajo del planeta.

El Parque Nacional de Qumram es la primera parada de la ruta, un asentamiento arqueológico en el que se descubrieron en 1946 los manuscritos más antiguos de la Biblia, del siglo i a. C. Junto a ellos se encontraron otros textos religiosos y algunos más que describen la vida cotidiana de los esenios, la comunidad judía que se estableció en este lugar remoto  para vivir una vida monástica. La película que se proyecta en el centro de visitantes, los restos encontrados en las excavaciones y el recorrido por el yacimiento relatan la historia del lugar.

Media hora más allá, la Reserva Natural de Ein Gedi nos sorprende con cascadas, pozas de agua dulce y una exuberante vegetación regada por manantiales y torrentes de agua en pleno desierto, además de una antigua sinagoga. Ein Gedi es también un kibutz, en las inmediaciones de la reserva, donde podemos conocer de cerca cómo es la vida en una de estas comunidades agrícolas y además pasear entre especies exóticas en su jardín botánico.

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Hacia el sur, en una meseta elevada espera Masada, la Numancia israelí. En el año 73 d. C., un grupo de zelotes judíos hizo frente al asedio del ejército romano en este bastión fortificado por Herodes el Grande que tuvo un trágico final: acabar con su vida antes de entregarla al enemigo. Para revivir este episodio histórico y entender lo que debió suponer edificar en un lugar así esta ciudadela inexpugnable hay que ascender hasta la cima por el sinuoso sendero de la Serpiente o, más cómodo, en teleférico, y recorrer sus numerosas edificaciones.

A 400 metros de altura, la vista se entretiene contemplando los restos de los ocho campamentos romanos alrededor de Masada, las perspectivas que ofrece este balcón natural sobre el desierto y observando el mar Muerto en toda su magnificencia. Al bajar espera el museo y el video mapping que, cuando se pone el sol, se proyecta sobre el lado oeste de la montaña.

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Quienes eligen madrugar para subir a la fortaleza de Masada (arriba). Sobre estas líneas, baño en el mar Muerto y Ein Gedi, un paraíso para la fauna, pero también para los senderistas que siguen las rutas que discurren por los cañones de Wadi David y Wadi Arugot.

A espaldas de altas montañas doradas y frente a una playa de arena se levantan los hoteles con spa de la turística Ein Bokek, en los que se alojan los que llegan al mar Muerto para flotar en sus aguas turquesa o embadurnarse con los barros de su lecho marino. Una relajada despedida a este viaje por el desierto antes de regresar a Jerusalén y ver en el Museo de Israel aquellos manuscritos de Qumram que tanta luz han arrojado sobre la historia del Libro de los Libros.

No dejes de...

Hacer un  tour   en todoterreno por el desierto. Es la mejor forma de explorar este impresionante paisaje de cañones, ríos secos, cuevas y curiosas formaciones rocosas modelado por el viento y el agua. Empresas como Tourist Israel (touristisrael.com) o Civitatis (civitatis.com) organizan recorridos que acercan, entre otros lugares, al monte Sodoma, compuesto casi por completo por sal gema, o al pilar de roca conocido como la Mujer de Lot, el personaje bíblico que quedó petrificado en sal. Desert Bird (en.desertbird.co.il) también ofrece caminatas guiadas por el desierto y actividades con los beduinos. Y una experiencia única será bucear en el increíble paisaje submarino del mar Muerto, que ofrece Dead Sea Divers (deadseadivers.com).

Guía práctica

Guía práctica

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Cuándo ir

De octubre a abril, porque las temperaturas en el desierto son mucho más agradables –en el mar Muerto la media nunca baja de 20 ºC– y hay menos afluencia de visitantes en los lugares históricos.

Cómo llegar

Iberia, El Al o Air Europa operan vuelos directos desde Madrid y Barcelona al aeropuerto de Tel Aviv, a una hora en coche o media en tren (rail.co.il/en) de Jerusalén. De esta a Qumram, primera parada de la ruta, hay 40 minutos. Viajes azul marino (viajesazulmarino.com) ofrece paquetes de ocho días por Israel, con pensión completa, desde 2000 €.

Cómo moverse

La forma más habitual para desplazarse por Israel es en tours organizados, pero si se quiere más libertad, Egged (egged.co.il) une en autobús los principales puntos del recorrido propuesto, que sigue la carretera 1 y luego la 90, la más larga del país. Las distancias son cortas y en un mismo día se puede ir y volver desde Tel Aviv o Jerusalén a cualquiera de estos lugares. Hay que tener en cuenta que el sabbat es el día sagrado para los judíos (desde el atardecer del viernes hasta la noche del sábado) y muchos servicios, como el transporte público, no funcionan.

Dónde dormir

En Jerusalén hay múltiples opciones, desde el legendario King David (danhotels.com) o el cinco estrellas de diseño contemporáneo Mamilla (mamillahotel.com), ambos con vistas insuperables a la ciudad vieja, a hoteles boutique como el American Colony (americancolony.com). En Ein Bokek, a orillas del mar Muerto, la oferta hotelera es numerosa y la mayoría de alojamientos cuentan con spa. Una experiencia única será pasar una noche alojados en el kibutz Ein Gedi (ngedi.co.il/en), en medio de un jardín botánico. También con spa y restaurante.

Dónde comer

La antigua estación de tren de Jerusalén es ahora un renovado espacio de ocio urbano, abierto incluso en sabbat, que acoge, entre su variada oferta gastronómica, Adom (adom.rest/en), afamado por su excelente cocina de temporada y su ambiente. Otra de las mejores direcciones para degustar cocina mediterránea es Satya (satya.co.il/copy-of), acogedor e informal local con una imaginativa carta de platos, donde nunca falta el falafel y el humus. En la ciudad, el rooftop del hotel Mamilla es todo un referente para el ocio nocturno. Los que se alojan en Ein Bokek suelen tener incluidas las comidas en los bufets de los restaurantes de los hoteles.

Más información

TURISMO DE ISRAEL, new.goisrael.com/es/