SUBIR EN EL TRANVÍA 28
No todos los días los niños (y los no tan niños) montan en tranvía, los de Lisboa son uno de los iconos de la ciudad, especialmente los que mantienen una estética más antigua. El más famoso es el 28, que avanza por las empinadas cuestas de los barrios de Chiado, Baixa y Graça en un viaje de lo más entretenido. Se puede subir y bajar de él para visitar algunos de los monumentos imprescindibles de la ciudad, como la Sé y el castillo de São Jorge e incluso hacer una parada para contemplar las vistas desde el mirador de Santa Luzia.
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SUBIR Y BAJAR EN SUS ELEVADORES
La vida es más fácil en Lisboa gracias a sus ascensores y funiculares y, para los niños, más divertida, porque se sube a sus colinas sin ningún esfuerzo. El ascensor de Santa Justa (en la imagen), diseñado por un discípulo de Eiffel, conecta la Baixa con el barrio de Chiado. El más antiguo de la ciudad es el elevador do Lavra, que lleva directo al miradouro do Jardim do Torel, y el más empinado, el da Bica, que acaba en el mirador de Santa Catalina. Al Barrio Alto asciende el elevador da Glória, con su característico color amarillo y sus peculiares grafiitis.
CRUZAR EL TAJO EN BARCO
En el muelle de Lisboa comienza un agradable paseo en barco por el río Tajo y admirando desde el agua algunos de sus principales iconos monumentales, como la plaza del Comercio, con su imponente Arco Triunfal, el puente 25 de Abril, que recuerda al famoso Golde Gate de San Francisco, antes de llegar a la Torre de Belém, que fue prisión y faro y ahora Patrimonio de la Humanidad, y ver de cerca el Monumento a los Descubridores. Durante el trayecto, niños y mayores van descubriendo curiosidades de los lugares que van saliendo al paso. Otros recorridos se hacen en velero partiendo desde el puerto de la Doca do Bom Sucesso hasta Alfama.
SUBIR A UN AUTOBÚS ANFIBIO
Después de ascender en los elevadores de Lisboa, montado en sus tranvías o navegado en un barco por el Tajo, hay otro original transporte que hay que probar en la capital portuguesa si se viaja con niños y es subir a bordo de un particular autobús que recorre la ciudad tanto por tierra ¡como por agua! Este vehículo anfibio parte de la Doca de Santo Amaro y durante un paseo de 90 minutos hace una ruta que pasa por la plaza del Comercio, la calle de la Plata, la Avenida da Liberdade o el barrio de Belém, antes de lanzarnos a las aguas del río. Una actividad que pueden hacer los niños a partir de 2 años de edad.
25 cosas que ver y hacer en Lisboa (y no dejarte nada pendiente)
ENTRAR EN EL CASTILLO DE SAN JORGE
En la colina más alta de Lisboa se levanta desde hace 8 siglos esta fortificación musulmana reconvertida siglos después en Palacio Real, hasta que el terremoto le dejó malherido y tuvo que renacer de sus ruinas. A los niños les encantan los castillos, pero este es más emocionante, desde el mismo momento que se sube a él desde la Baixa en un elevador. Tras el arco de San Jorge se accede a su interior, una inmensa explanada ajardinada y protegida por cañones y torres. Desde una de estas, la de Ulises, se contempla una panorámica de 360º gracias a su periscopio, ese artilugio inventado por Leonardo da Vinci en el siglo XVI.
OCEANARIO, EL SEGUNDO MAYOR ACUARIO DEL MUNDO
Acuarios hay muchos, casi todas las grandes capitales europeas tienen uno, pero el de Lisboa es especial y es que es el segundo mayor acuario del mundo (oceanario.pt). Hasta el Parque de las Naciones hay que ir para visitar este inmenso mundo marino con más de 30 acuarios donde viven 16.000 ejemplares de más de 500 especies diferentes y que asombrará a todos los miembros de la familia. Pegados completamente a sus cristales podréis observar desde mantas rayas a barracudas gigantes, morenas, el pez payaso y hasta nutrias marinas en cuatro hábitats diferentes. Los más atrevidos pueden incluso pasar una noche durmiendo frente a los tiburones.
Y si los pequeños son unos enamorados del mundo animal aún les queda el Jardim Zoológico (zoo.pt) con exhibiciones de aves en vuelo libre, delfines y leones marinos y un teleférico para recorrerlo desde las alturas.
VISITAR LA CONFITERÍA DE LOS PASTELES DE BELÉM
A nadie le amarga un dulce, menos aún a los niños, y para relamerse con el más famoso de la ciudad hay que pasarse por la confitería Pastéis de Belém (pasteisdebelem.pt/es), donde nacieron en 1837 y hornean 40.000 pasteles al día. Rellenos de yema de huevo, azúcar y leche, dentro de un caparazón de hojaldre delicadísimo que cruje al morderlo cuando están recién hechos, espolvoreados de canela… estos pastelillos, célebres en todo el mundo, son un auténtico patrimonio nacional. Se compran en el barrio de Belém, junto al monasterio de los Jerónimos.
COMER EN LOS PUESTOS DEL MERCADO DA RIBEIRA
La meca gourmet de la ciudad puede ser un buen lugar para comer con los niños en Lisboa, por su ambiente entre los muros de un edificio histórico, su cercanía al Tajo y porque lo que aquí se ve y se prueba hace salivar y despertar los sentidos. Al estilo del Mercado de San Miguel o San Antón de Madrid, en sus puestos hay todo tipo de delicias para degustar, donde no faltan hamburguesas de autor, helados artesanales y zumos de frutas naturales.
DESFOGARSE EN SUS PARQUES
Sin salir del centro urbano, los niños más pequeños serán felices pasando un rato en alguno de los parques de la ciudad para desfogarse. El jardim da Estrela, frente a la basílica del mismo nombre, es el más grande y tiene de todo, desde un lago hasta zonas de juego, quioscos para tomar algo y hasta un tranvía en miniatura. El de parque Botto Machado, donde se monta los martes y sábados el mercadillo más antiguo de Lisboa, la Feira da Ladra, es perfecto para columpiarse y pasear entre palmeras y flores durante una visita por Alfama. Y el parque Eduardo VII (en la imagen) para perderse por su laberinto-jardín.
PASEAR POR LA LUNA EN EL PLANETARIO
Junto al Monasterio de los Jerónimos y el Museo de la Marina, en la zona de Belém, se encuentra el planetario Calouste Gulbenkian de Lisboa (ccm.marinha.pt/pt/planetario). Gracias a un enorme proyector que simula un cielo nocturno con más de 9000 estrellas en su gran cúpula de 25 metros de diámetro podrás dar un paseo por la Luna con tus hijos, contemplar el movimiento del sol o del cometa Halley y enseñarles las constelaciones que atraviesan la Vía Láctea. Un espacio muy interactivo para descubrir todos los secretos del universo con los más pequeños. Cuenta además con una cafetería con terraza para tomar algo o quedarse a comer allí mismo.