Bienvenidos a Tomelloso, la ciudad del vino. Y no es un eslogan turístico. Es la realidad. Una sola cooperativa de esta localidad manchega, la de la Virgen de las Viñas, produce más vino que todas las bodegas riojanas juntas. Y si hablamos de alcoholes vínicos y holandas (las bases con las que se elaboran ciertos destilados de renombre como, por ejemplo, el Brandy de Jerez), aquí se destila el 45% de toda la producción mundial.
PRODUCTOS DE LA MÁXIMA CALIDAD
La cantidad no está reñida con la calidad. A Altosa (altosa.es), empresa líder en destilación vínica y envejecimiento de holandas, pertenece Bodegas Verum (bodegasverum.com), que elabora a pequeña escala, con mucho mimo, vinos de cultivo ecológico y también aguardientes excepcionales, como el espirituoso Gewürztraminer, el primero obtenido con esta variedad de uva en España, que los que saben dicen que es el mejor destilado del mundo en su categoría. La visita es toda una experiencia enoturística, que culmina con el descenso a la Madre de Todas las Cuevas, de 8000 metros cuadrados, donde envejecen los brandis ¡en 15.000 barricas! Bodegas Allozo (allozo.com) y la mentada cooperativa Virgen de las Viñas (vinostomillar.es) son otras visitas recomendables.
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CUEVAS LLENAS DE TINAJAS
Tomelloso es grandecito: 125 kilómetros de calles bordadas de casas bajas, como es de ley en La Mancha, donde viven 38.000 vecinos. Y bajo tierra todavía hay más: 2500 cuevas excavadas durante siglos a mano para contener las tinajas de 500 arrobas (unos 6000 litros) donde se hacía el vino tradicionalmente, antes de que se impusiera la comodidad de vender las uvas a la cooperativa. Unas 660 de aquellas cuevas aún se conservan. Para visitar las más espectaculares (la de Cándida, la del Abuelo Moreno, la de Galileo, la de Julián Espinosa…) hay que dejarse llevar por los guías de Saber Sabor (sabersabor.es).
CHIMENEAS QUE «RASCAN» EL CIELO
Las que más llaman la atención en Tomelloso, porque están a pleno sol y son altísimas, son las chimeneas de sus antiguas destilerías. En 1950 había 100. Hoy se conservan 40. En la oficina de turismo, en la plaza de España, dan un folleto con indicaciones precisas para ver una docena. Si solo tenemos tiempo de contemplar una, iremos a la calle Ruiseñor, donde se alza desde 1964 la de Fábregas, una obra maestra de 40,70 metros de altura, planta octogonal y desarrollo helicoidal, que parece haberse retorcido por el calor del humo expulsado. La chimenea de Domecq, en la calle homónima, y la de Espinosa (Julián Besteiro, 8) son otras dos joyas del patrimonio industrial tomellosero.
NO SON CASAS PREHISTÓRICAS, SON BOMBOS
Las cuevas y las chimeneas son impresionantes, sí, pero lo que hace único a Tomelloso son sus bombos, casas de labor de aire prehistórico construidas junto a los viñedos sin usar argamasa, superponiendo lajas de piedra caliza en equilibrio desde su base redonda hasta el picudo cierre final. Se conservan 700 de ellas en el término y hay varias rutas de senderismo para admirarlas, pero sin dar un paso podremos ver por dentro y por fuera un magnífico ejemplar en el patio del museo del Carro y Aperos de Labranza (Ctra. Pedro Muñoz, 21). En bombos como este, de más de 150 metros cuadrados, vivían varias familias con sus mulas. No faltaba la chimenea, ni la sartén con gachas.
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EL TÍO DE ANTONIO LÓPEZ E IL DOTTORE MARQUINETTI
Otro museo que hay que ver es el de Antonio López Torres (museoantoniolopeztorres.es), que fue un buen pintor y mejor maestro, a juzgar por lo bien que enseñó a su sobrino, el archifamoso Antonio López García, quien también tuvo como maestro a otro ilustre artista de la localidad, el autodidacta Francisco Carretero Cepeda, al que, además, retrató en varias ocasiones.
Luego, para celebrar el descubrimiento del tío de Antonio López, probaremos las pizzas de alta cocina del restaurante Marquinetti (marquinetti.com). El chef se llama Jesús Marquina, es de Tomelloso (como los dos Antonio López) y ha sido cinco veces ganador del Campeonato Mundial de Pizza en Italia y varias veces campeón y subcampeón de España. Después de años de trabajar y competir con él, los italianos lo apodan cariñosamente Il Dottore Marquinetti. Todas sus pizzas de autor están de rechupete, pero la Fantasía de la Granja (campeona del mundo a la calidad) y la Mare e Monti Piu Picante (campeona del mundo por equipos), más. Otra cosa insólita en una pizzería: hay que reservar.