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Canadá: La carretera de las ballenas

Desde la ciudad de Quebec, de aire afrancesado, parte una ruta que discurre paralela al último tramo del río San Lorenzo, antes de volcarse en el Atlántico. A este gigantesco estuario, el más extenso del mundo, vienen a alimentarse las ballenas, un bonito espectáculo que puede contemplarse desde la propia orilla, mientras se avanza entre parques naturales y pueblos costeros pintorescos


4 de octubre de 2022 - 19:08 CEST

Después de nadar miles de kilómetros, las ballenas azules, jorobadas y rorcuales regresan cada primavera a la costa oeste de Canadá, a unos 250 kilómetros al norte de Quebec, atraídas por la abundancia de alimento. Aquí tienen su gran despensa de pescado, plancton y krill y permanecen unos seis meses para después migrar a las cálidas aguas del Caribe.

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© GettyImages

Quebec es, para muchos, el entramado urbano más encantador del país. La única ciudad amurallada al norte de México sorprende con sus vistosas fachadas victorianas, sus callejuelas empedradas y sus románticos bistrós, que distinguen a la parte francófona y por las mañanas destilan aroma a croissants recién horneados.

Contemplar a estos colosos del mar desde la orilla, o hacerlo más cerca a bordo de barcas, veleros o zódiacs, es la experiencia favorita de quienes viajan a esta parte del mundo para fundirse con la naturaleza. Porque además de los cetáceos, a lo largo del recortado litoral del Parque Nacional Marino Saguenay-Saint Laurent, no solo encontramos fiordos, montañas y acantilados, también deliciosos pueblos a los pies del estuario más grande del mundo.

Antes de partir en su busca, conviene dedicar un par de días a Quebec, para perderse por la Ciudad Vieja, un conjunto del siglo xviii declarado Patrimonio Mundial. Y hay que hacerlo tanto por las recoletas plazas de su parte baja, un laberinto de ladrillo rojo y piedra desnuda, como por las grandes explanadas de su parte alta, con excelentes museos y restaurantes. Entre ellas, la del famoso paseo panorámico que se extiende bajo Le Château Frontenac, el hotel más fotografiado. En el recorrido no debemos olvidarnos de las calles San Luis y San Juan, cuyos sofisticados comercios se mimetizan con la arquitectura histórica, y el pequeño callejón Du Trésor, animado por puestos de artistas y anticuarios.

El viaje avanza rumbo al norte siguiendo el curso del río San Lorenzo, que en su tramo final se ensancha hasta 25 kilómetros antes de derramarse en el Atlántico. Así se forma el estuario, compuesto ya por las aguas saladas del océano, que, a la altura de la ciudad de Tadoussac, recibe también el caudal del río Saguenay. En este punto encontramos  el fiordo más meridional del hemisferio norte, donde un cañón abre un surco flanqueado por acantilados de hasta 500 metros de altura.

© Alamy Stock Photo

Por la carretera de las ballenas, la célebre 138, se descubren parajes naturales tan extraordinarios como las cascadas Ouiatchouan, en la villa histórica de Val-Jalbert, inmersa entre bosques.

También es en este punto donde se reúnen las ballenas para darse su merecido festín. Hasta 13 especies diferentes, entre las que destacan, por su tamaño, la ballena azul, y por su extrañeza, la beluga (suele vivir en aguas más frías del Ártico). Varias compañías navieras salen del muelle de Tadoussac para hacer circuitos a bordo de distintas embarcaciones, desde zódiacs hasta el Grand Fleuve, con capacidad para 600 pasajeros. Los más aventureros podrán optar por hacer la expedición en kayak.

Tras la emoción de ver a estos mamíferos marinos regalar sus saltos y piruetas, queda recorrer la carretera de las ballenas (la célebre 138), que arranca en este lugar, para extenderse por la orilla norte del estuario a lo largo de casi 900 kilómetros. Descubriremos entonces el rostro más natural de la región, con parajes tan hermosos como el lago St Jean, que ofrece más de 200 rutas para hacer en bicicleta, y pintorescas poblaciones como Val-Jalbert, L’Anse-de-Roche o Sainte Rose du Nord, que son auténticos museos al aire libre .

© Danita Delimont Stock/Getty Images

A la izquierda, desde el muelle de Tadoussac varias compañías navieras organizan circuitos por el parque marino a bordo de diferentes embarcaciones para avistar ballenas azules y belugas, entre otras. A la derecha, el de Cap-des-Rosiers, el faro más alto de Canadá.

No dejes de...

Hacer la ruta de los Faros. Junto a las ballenas, otro de los elementos que definen la identidad de Quebec son los faros, ubicados en lugares de extraordinaria belleza. Solo en la península de la Gaspésie, al norte de la ciudad, se cuentan unos 45, que pueden descubrirse por la carretera 132 a lo largo del río San Lorenzo (routedesphares.qc.ca). Muchos de ellos se han transformado en hoteles, como el de Pointe-des-Monts, que alberga además un museo. En la imagen, el de Cap-des-Rosiers, el más alto de Canadá.

Guía práctica

Guía práctica

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Cuándo ir

Por la belleza de los bosques y la menor afluencia de gente, una de las mejores épocas para visitar Canadá es la primavera. Esta estación, además, es la más apropiada para ver a las ballenas en la costa este, puesto que la temporada en la que llegan aquí, siguiendo las reservas de krill y plancton, va de mediados de abril a finales de octubre.

Cómo llegar

La ruta de las Ballenas comienza en Quebec. Aunque esta ciudad dispone de aeropuerto, desde España habría que hacer al menos dos escalas, con aerolíneas como Air Canadá, Air France o Air Transa. Otra opción es volar a Montreal con estas mismas y luego llegar por carretera en autobús (orleansexpress.com), en algo menos de dos horas.

MARCO POLO (clubmarcopolo.es) ofrece un viaje de aventura en el este canadiense que incluye observación de osos y ballenas y estancia en las ciudades de Quebec y Montreal, con salidas los sábados entre mayo y septiembre, desde 2242 €.

Cómo moverse

La mejor manera de recorrer el tramo de Quebec a Tadoussac es en coche alquilado. Otra forma muy común de moverse por Canadá es en autocaravana, que ofrece libertad de movimiento. La web Motorhome Republic (motorhomerepublic.com) compara varias empresas de alquiler. Para la observación de ballenas, existen diversas compañías que ofrecen excursiones desde Tadoussac. La más recomendable es CROISIÈRES AML (croisieresaml.com), que brinda paseos tanto en barco grande como en zódiacs. Quienes se atrevan con el kayak deberán contratarlo en MER ET MONDE (meretmonde.ca).

Dónde dormir

El top de los alojamientos en Quebec lo ostenta el FAIRMONT LE CHâTEAU FRONTENAC (fairmont.com/frontenac-quebec), que, más que un hotel y un monumento histórico, es el símbolo de la ciudad, con un historial de huéspedes en el que figuran la reina Isabel II, Charles Chaplin y Grace Kelly.

No menos elegante es el AUBERGE SAINT-ANTOINE (saint-antoine.com), un Relaix Château donde historia y modernidad casan a la perfección.

Para dormir en la carretera de las Ballenas existe una opción interesante llamada CHALETS DEL FIN DEL MUNDO (quebecmaritime.ca), que ofrecen casas al borde del agua en la península de Gaspésie.

Dónde comer

La herencia francesa de Quebec también ha dejado su huella en los fogones, lo cual hace que esta región despunte en el panorama gastronómico de Canadá con una extraña mezcla de cocina de autor y popular. No hay que irse sin probar el famoso (y calórico) poutine, patatas fritas bañadas con crema de queso y salsa gravy. Ubicado en pleno centro de la ciudad, AUX ANCIENS CANADIENS (auxancienscanadiens.qc.ca) es una opción estupenda si se tiene un buen presupuesto.

Si no, en LE CHIC SHACK (lechicshack.ca) se pueden degustar ricas hamburguesas y otros bocados de la cocina norteamericana, cuya influencia se deja sentir.

En Tadoussac, un buen lugar es CHEZ MATHILDE, una suerte de bistró con comida casera.

Más información

Turismo de Quebec, bonjourquebec.com