San juan de luz, inicio de la ruta, es un tranquilo pueblo pesquero que, en temporada, se convierte en una animada villa veraniega. Solo hay que ver su coqueto casco viejo, que se extiende desde la plaza de Louis XIV y se prolonga por la rue Gambetta, para comprobar que sus tiendas podrían rivalizar con las parisinas. En ellas venden desde boinas clásicas a paños y bordados típicos, alpargatas artesanales o deliciosos pasteles y chocolates en locales centenarios.
A solo unos pasos se alza la iglesia de San Juan Bautista, la misma en la que contrajeron matrimonio Luis XIV y la infanta María Teresa de Austria y Borbón en 1660. Muy cerca del puerto encontramos la que fue la residencia del rey durante su enlace con la hija de Felipe IV. Y aquí mismo, junto a los antiguos y coloridos barcos pesqueros, están los restaurantes donde degustar pescados acompañados de un vino original cuyo proceso de maduración termina bajo el mar, a 15 de metros de profundidad.
Muy próxima a San Juan de Luz está la primera parada de este viaje de la costa al interior del País Vasco francés: Ascain, un pueblo dominado por tres cumbres, Bizkarkun, Esnaur y Larrun (La Rhune, en francés), donde, además de una visita a la sidrería artesanal de Txopinondo, hay que visitar su iglesia de Notre-Dame-de-l’Assomption.
Sare es el siguiente, un hermoso y pequeño pueblo del que parte el trenecito de madera que lleva a la cima de Larrun. El recorrido, de apenas cuatro kilómetros, tarda poco más de media hora. Otra idea recomendable es tomar la carretera a Suhalmendi para ver caballos salvajes en libertad y puercos vascos de cabeza negra, que se degustan a la mesa en restaurantes con estrella Michelin.
Solo ocho kilómetros separan Sare de Ainhoa, en la lista de los pueblos más bonitos de Francia, aunque de lo que fue la bastida fundada en el siglo XII solo se conserva la calle principal. Situado a dos kilómetros de la frontera española, su encanto reside en sus casas blancas con los típicos entramados de color rojo y verde de los pueblos vascos. En sus fachadas casi siempre está grabada la fecha de su construcción y el apellido de la familia propietaria.
Muy similar a Ainhoa es Espelette, en cuya iglesia podemos ver las galerías superiores tradicionales de los templos del País Vasco francés, que separaban a hombres y mujeres; ellos arriba y ellas abajo, para cuidar las tumbas de los muertos. Visibles en muchas de las fachadas de la localidad están sus famosos pimientos rojos , utilizados en casi todos los platos de la cocina tradicional. Para saber más de su historia y de su calidad hay que pasar por el Centro de Interpretación del Pimiento de Etxea, en la plaza del Mercado.
Una de las mayores sorpresas del viaje espera en Cambo-les-Bains, conocido por sus termas art déco y sobre todo por la Villa Arnaga, un palacete de estilo neovasco que el poeta Edmond Rostand, autor de Cyrano de Bergerac , convirtió en la casa de sus sueños. Además de un lujoso interior repleto de obras de arte, posee dos bellos jardines, uno inglés y otro francés, con juegos de agua y un rincón dedicado a los escritores Shakespeare, Victor Hugo y Cervantes. En esta residencia Rostand escribió su libro mientras se recuperaba de una pleuresía, y hoy se pueden visitar sus estancias, entre las que destacan el gran salón de entrada y la biblioteca, adornada con recuerdos del mítico personaje de la literatura gala, incluyendo el premio César que recibió el actor Gerard Depardieu en el año 1991 tras interpretar a su protagonista en el cine.
El itinerario llega a su fin en Saint-Jean-Pied-de-Port, punto estratégico de la peregrinación jacobea en tierras francesas antes de entrar en España, a solo ocho kilómetros de Roncesvalles. Su ciudadela, construida sobre el antiguo castillo fortaleza de los reyes de Navarra y protegida por murallas, domina la ciudad desde la colina de Mendiguren. Todavía se conservan las cuatro puertas originales de esta villa que recibía a los peregrinos de Santiago por la Porte d’Espagne, haciendo sonar las campanas para indicarles el camino hacia Compostela.
No dejes de...
Recorrer las ruinas del castillo de Bidache. La visita guiada a esta fortaleza restaurada recientemente es un viaje a través de seis siglos de historia de la familia de los duques de Gramont. En lo más alto de la torre, que data del siglo XV, se contempla una amplia panorámica del valle de Bidouze y los Pirineos. En verano se organizan tours nocturnos a la luz de las antorchas y veladas familiares con juegos de sombras, malabares y fuegos.
Guía práctica
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